'Matilda': felicidad, simpatía y algo de oscuridad
Crítica de teatro musical
'Matilda' cuenta la historia de una reservada niña dotada de una gran inteligencia y de poderes psíquicos -el musical no ahonda tanto como la película en este último aspecto-
Crítica de Teatro Musical
'Matilda'
- Libreto Dennis Kelly
- Música y letras Tim Minchin
- Adaptación y dirección David Serrano
- Director musical Gaby Goldman
- Coreografías Toni Espinosa
- Escenografía Ricardo Sánchez Cuerda
- Iluminación Juan Gómez Cornejo / Carlos Torrijos
- Caracterización Chema Noci
- Vestuario Antoni Belart
- Sonido Gastón Briski
- Principales intérpretes Daniela Berezo, Oriol Burés, Pepa Lucas, Héctor Carballo, Allende Blanco, Natalie Pinot
- Lugar Nuevo Teatro Alcalá, Madrid
El universo del escritor británico Roald Dahl (1916-1990), considerado mayoritariamente como un autor infantil, posee rincones siniestros y oscuros que le alejan de esa denominación. No ha huido de ellos -es más, los ha subrayado de alguna manera- David Serrano en su versión de 'Matilda', uno de los grandes títulos del teatro musical de los últimos años, que se estrenó hace más de una década en Londres (donde sigue todavía en cartel) y que ha triunfado allá donde se ha presentado (sus productores presumen de que el espectáculo ha obtenido un centenar de premios en todo el mundo).
Ese éxito se sustenta sobre una historia llena de claroscuros, pero muy popular (la película de Danny DeVito tiene mucho que ver con ello) con atractivos y singulares personajes, con niños protagonistas -lo que no lo convierte en un musical infantil- y una partitura que incluye varios temas contagiosos y de un indudable gancho -especialmente las canciones corales 'Si eres mayor' y 'Somos rebeldes' ('When I grow up' y 'Revolting Children', respectivamente, en el inglés original).
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'Matilda' cuenta la historia de una reservada niña dotada de una gran inteligencia y de poderes psíquicos -el musical no ahonda tanto como la película en este último aspecto-, que vive con la incomprensión de su estrafalaria familia y el odio de la directora de su colegio (encarnada, con mucho acierto, por un hombre). La espléndida producción española bebe del original inglés (sus más celebrados números se reproducen casi de manera idéntica), pero incide más en los aspectos sombríos de la protagonista. Con todo, el tono general de 'Matilda' es luminoso, vital, y provoca en el público felicidad y simpatía; es casi un milagro ver en escena, en España, a una decena de niños cantando, bailando y actuando con esa calidad y disciplina (la falta de ritmo que aun tiene la función se corregirá con el tiempo), que nos acerca un poco más al lejano Broadway.
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