'Juan José', la ópera maldita que Pablo Sorozábal no logró estrenar

Pablo Sorozábal murió en diciembre de 1988 sin ver su 'drama lírico popular' -no le gustaba llamarlo ópera, aunque lo es, y la única que compuso- subir al escenario. Estaba enormemente satisfecho de ella y precisamente por eso le irritaba que no se estrenara. «Tal vez esa incomprensión se deba precisamente a su calidad, a su intención renovadora del género lirico», escribió en sus memorias.

Finalmente, 'Juan José' se estrenó, en versión de concierto, en San Sebastián en 2009 y, cinco años más tarde, vio la luz por fin en el Teatro de la Zarzuela -allí quería que se estrenara Pablo Sorozábal- su primera producción escénica, con Miguel Ángel Gómez Martínez como director musical y José Carlos Plaza como director de escena.

Esta misma producción es la que sube de nuevo, ocho años después, al Teatro de la Zarzuela, del 4 al 12 de abril. En el foso estará de nuevo Gómez Martínez, que fue uno de los urdidores de su estreno, y Jorge Torres se ha encargado de la reposición del montaje. Éste cuenta con la escenografía y la iluminación de Paco Leal, el vestuario de Pedro Moreno -el estreno se dedica a María Calderón, ayudante en este trabajo del diseñador y recientemente fallecida-, las pinturas de Enrique Marty y el movimiento escénico de Denise Perdikidis.

El reparto lo integran Juan Jesús Rodríguez y Luis Cansino (que se alternan en el papel titular), Saioa Hernández y Carmen Solís (Rosa), Vanessa Goikoetxea y Alba Chantar (Toñuela), Alejandro del Cerro y Francesco Pio Galasso (Paco), María Luisa Corbacho y Belem Rodríguez Mora (Isidra), Simón Orfila (Andrés), Luis López (Cano), Igor Peral (Perico), Santiago Vidal (presidiario), Ricardo Muñiz (tabernero), y Raquel del Pino, Paula Sánchez Valverde, José Manuel Guinot y Jesús Álvarez Carrión.

Basada en la obra teatral homónima de Joaquín Dicenta, y que vio la luz en el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1895, 'Juan José' cuenta una historia situada en los barrios bajos del Madrid de finales del siglo XIX, entre tabernas y personajes marginales, que Sorozábal había retratado ya en su zarzuela 'Adiós a la bohemia'.

«La obra transcurre en un suburbio de un Madrid paupérrimo, donde reina la miseria y el analfabetismo -cuenta José Carlos Plaza-, y dominado por la terrible injusticia social que divide a la gente entre los que tienen y los carentes de lo imprescindible. Los personajes son seres humanos muy primarios. Sin sofisticación. Burdos, ásperos, y sobre todo, sin ninguna cultura o educación. Como les han impedido el acceso al conocimiento son incapaces de discernir o reflexionar sobre lo que les pasa y sus causas, y eso les ha convertido en bestias. Como los animales sólo sienten sensaciones primarias: dolor, hambre, frío, enfermedades, agresividad, odio... Los conceptos «moral» o «ética» han dejado de tener sentido alguno».

Plaza niega que sea un melodrama, sino más bien una denuncia política y el «el retrato de una realidad desgraciadamente no muy lejana», que él ha convertido, según palabras de Jorge Torres, en un «cuento expresionista». «No hay héroes, todo lo contrario, allí todas las miserias del ser humano afloran: la mezquindad, los rencores, la traiciones, los miedos, la desconfianza, la malignidad, los celos, los deseos de venganza, la crueldad y quizá la peor: la necesidad de agarrarse a una esperanza, sea la que sea, y al precio que sea».

Violencia machista, falta de educación, miseria, desigualdad social... Son algunas de las cuestiones que plantea la obra en la que, señala Torres, no hay buenos ni malos. Todos son víctimas de la sociedad en la que viven y sus intérpretes, o al menos uno de los protagonistas, el barítono Juan Jesús Rodríguez, lo afrontan «como ejemplo de aquello en lo que el ser humano no ha de caer». «Son personajes que no viven... Sobreviven», apunta Vanessa Goikoetxea.

Obra oscura, implacable, cruda y tenebrosa, 'Juan José' es, según Miguel Ángel Gómez Martínez, «la obra cumbre de su autor»-. «Es una obra muy verista y contemporánea». También muy exigente, coinciden Saioa Hernández y Luis Cansino. «Me atrevo a decir -asegura el barítono- que es el mayor reto de mi carrera y el personaje más difícil al que me he enfrentado, más aún que Rigoletto, Nabucco o Scarpia. Es un papel terrorífico desde todos los puntos de vista: vocal, psicológico y escénico».