Jesús Carmona: «En el momento en que me he aceptado ha empezado a funcionar todo»

El artista barcelonés presenta este próximo lunes en el Teatro Albéniz de Madrid su espectáculo 'Baile de bestias'

Jesús Carmona traspasa los límites del flamenco con 'Baile de bestias'

Jesús Carmona, retratado en su estudio Tania Sieira

A Jesús Carmona (Badalona, Barcelona, 1985) es difícil clasificarle. Sonríe satisfecho cuando se le dice esto: «a mí mismo me cuesta definirme», reconoce. Su lenguaje materno es el flamenco, pero como muchos artistas de su generación ha crecido rodeado de otros idiomas ... dancísticos y musicales, y los habla en cuanto tiene ocasión. Un buen ejemplo de ello es su espectáculo 'Baile de bestias', estrenado a finales de 2021 en Pamplona y que estará en el UMusic Hotel Teatro Albéniz de Madrid el lunes 19 y el martes 20.

Llega a la capital con el aval de los dos premios Max (mejor espectáculo y mejor intérprete masculino de danza), que le otorgaron hace un par de meses, pero el artista tiene ya por sí mismo avales más que sobrados en forma de galardones; destacan dos sobre todo, el premio Nacional de Danza y el Benois de la Danse (algo así como el Óscar de esta disciplina).

En el trabajo de Jesús Carmona hay un sustrato humano, personal y social, que trasciende lo meramente estético. Lo había en su proyecto anterior, 'El salto', y lo hay en 'Baile de bestias', una creación directamente relacionada con sus vivencias durante la pandemia. «Mientras lo estaba creando, sin embargo, -reflexiona-, y hasta incluso un tiempo después del estreno, no pensé en ello; incluso rechazaba esa idea. Pero ahora, después de muchos meses y muchas funciones, me he dado cuenta de que sí estaba hablando de ello. En 'Baile de bestias' hay mucho de lo que pasamos Manu y yo -se refiere a Manu Masaedo, el músico que le acompaña en este trabajo-. Son sentimientos muy universales, porque hablamos del dolor, de la manera de gestionarlo... De cuando uno lo quiere empujar, dejarlo ir, y no quiere darle voz... De cuando lo sentimos como un río que pasa por nosotros. Habla de la aceptación... Pero yo no tenía intención de que fuera así... Lo que quería era comunicarme con mis bestias y poder llegar a bailar con ellas, porque atravesé un proceso en el que me pesaban demasiado y me hacían un daño excesivo».

¿Y tiene identificadas esas bestias?

Sí, claro... Pero son muy, muy personales. Algunas no, son más universales, como la búsqueda de la identidad perdida, pero hay otras muy personales que están presentes solo a través de pequeños guiños que solo comprendo yo... Pero que aportan.

Choca que, en este momento de su vida personal, con dos niños pequeños que lo que hacen normalmente es iluminarla, cree un espectáculo aparentemente tenebrista...

En la pandemia ha habido muchas cosas oscuras y este espectáculo, ya le digo, refleja esa época. Y la imagen tal vez sea dura, porque estamos en un busque y se me ve pasar y entrar en un ritual butoh -un arte japonés nacido tras la II Guerra Mundial que reflexionar sobre la cultura nipona posterior al desastre nuclear- en el que mi cuerpo se descompone... Pero hay momentos muy dulces, de mucha belleza. No es tan tenebrista. Ni siquiera lo son el discurso o la conclusión, y no creo que la emoción final del público lo sea. Es verdad que yo siento que hay momentos que sobrepasan al público; la escena central, en la que Manu utiliza más de veinte instrumentos, concluye con un golpe musical, energético, y yo siento la paralización del público. Pero hay después una ruptura y yo vuelvo a encontrarme de nuevo, a saber quién soy y a aceptarme con todas mis roturas internas. Y el público se desahoga. Y el final es muy bello porque el público rompe de una forma muy natural. En este espectáculo, sinceramente, siento una conexión muy especial con los espectadores que no había sentido anteriormente. En otros trabajos creo que estaba intentando gustar y demostrar lo buen bailarín que soy y todas las cosas que sé hacer; lo rápido que sé zapatear y todo ese tipo de cosas. Y en 'Baile de bestias' no ocurre nada de eso. O lo hace desde otro lugar, desde un lugar en el que he encontrado mi danza, mi forma de crear y de ser sincero conmigo mismo. Es un espectáculo sin pretensiones y muy de verdad.«

«Lo que quería era comunicarme con mis bestias y poder llegar a bailar con ellas, porque atravesé un proceso en el que me pesaban demasiado y me hacían un daño excesivo»

¿Y por qué ha querido estar solo con un músico en escena?

Porque he estado mucho tiempo solo y necesitaba reencontrarme solo. Manu es una persona muy especial, aparte de ser un músico excepcional, y cuando le pedí que entrara en el proyecto igual que yo -somos en escena dos personas que pasan un proceso, se encuentran, se separan, se ven, dejan de verse...-, que fuera un proceso real y que no se limitara a hacerme la música, no lo dudó. Y se sometió a todos los ejercicios físicos y emocionales que nos propuso el dramaturgo, Ferrán Carvajal. Así que en realidad no estoy solo; estamos los dos en un bosque el que de pronto encuentras a alguien con quien darte un abrazo, a quien dar una caricia antes de seguir camino.

Evidentemente, no es un espectáculo flamenco tradicional...

Es que a mí ahora mismo me cuesta definirme. Mi base y mi imaginario visual son el flamenco. Pero yo soy una persona muy inquieta y me encantan otras disciplinas. Y en 'Baile de bestias' he descubierto en mí un tipo de movimiento que no puedo decir que sea flamenco, pero tampoco que no lo sea. Yo bailo por una necesidad, y mi necesidad actual es esto. Sí que se pasa por bulerías, siguiriyas, por soleá... Pero también por música más contemporánea o por rap... Trabajamos los palos flamencos desde bases más urbanas, y yo paso por ellos de una forma más personal y acorde con mis necesidades actuales; hemos intentado crear un lenguaje en el que la electrónica no es el peso pesado ni muchísimo menos, pero sí que hay una nueva sonoridad dentro del escenario que se mezcla de una forma muy bonita. No hablo de fusión, porque esa palabra no me gusta demasiado, pero sí se comunica de una forma muy bella.

Los artistas flamencos de su generación beben de fuentes muy diferentes...

Todos los pasos artísticos que he dado y que me han hecho crecer han nacido de mi necesidad; ese ha sido mi discurso y me hace estar tranquilo. También amo la tradición, y es necesario que siga existiendo. Yo bebo también de ella y de un bailaor de Jerez que se limite al sota, caballo y rey. De hecho, hay una bulería de la Paquera que yo hago encima de un cajón, con mis brazos quietos, muy de Jerez... Pero por detrás hay una 'loop station' y todo queda descontextualizado.

Carmona, en la presentación del espectáculo en el Mercado de la Paz, en Madrid Efe

¿Se siente mejor después de crear este trabajo?

Sí, siento que al menos ahora tengo un camino. Ya estoy metido en el próximo proyecto que estreno el año que viene. 'Baile de bestias' me ha enseñado un camino y me siento cómodo, física y emocionalmente fuerte... Este espectáculo me ha dado seguridad. Quizás si no hubiese funcionado estaría diciendo otra cosa, aunque sintiera que había crecido personal y artísticamente, como así ha sido. Y yo creo que en el momento en que me he aceptado ha empezado a funcionar todo de una forma mucho más fructífera.

«Todos los pasos artísticos que he dado y que me han hecho crecer han nacido de mi necesidad; ese ha sido mi discurso y me hace estar tranquilo»

¿Cómo reacciona el público, entiende la propuesta?

Se hacen sus propios discursos, sus propias películas. En 'Baile de bestias' no pretendemos que la gente entienda nada, sino que se emocione y conecte con nuestras emociones. Hay un momento en que la música tiene una base de rap, y yo he visto a 'señoras de laca' siguiendo el ritmo con la cabeza y conectando.

¿Y de qué va su próximo espectáculo?

El motor inicial es un artículo que leí sobre el trastorno de identidad y asociativo... Pero no sé cómo terminaré, igual hablando de un vaso de agua. Lo quiero asociar a las dos caras del teatro, a cómo gestionamos nuestra identidad propia trabajando en el mundo en el que trabajamos. Y por ahí estamos trabajando... Sí tengo claro que voy a estar otra vez bailando solo, y va a ser el final de una trilogía, no elegida, en cuanto al conocimiento personal, pero de la que luego querría salir... Creo. Estos espectáculos responden a mi edad, a un proceso personal en el que uno se descubre... Yo me estoy descubriendo con el público, delante de él.

Ser padre también le hará plantearse muchas cosas, quizás de manera inconsciente...

Sí. De hecho, 'El salto' nace desde ese lugar. Cuando me enteré de que iba a tener un niño, me pregunté qué tipo de masculinidad tengo yo si voy a ser su espejo. 'Baile de bestias' nació de una depresión muy potente que tenía que ver con entender el cambio de vida y de prioridades que supone ser padre. Mi búsqueda de la identidad viene por ahí. Creo que esta trilogía -no elegida, ya le digo- va a cerrar una etapa de mi vida muy potente. A mi psicóloga le digo que voy a dejar de ir a terapia porque ya tengo mis espectáculos.

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