La cruda soledad del infiltrado
Algunos trabajos se salvan por el caudal más inesperado. A veces el director va por un lado, la historia en el sentido transversal, los diálogos al bies y el argumento camina por senderos marchitados. Y en todo el galimatías viene un gran actor y te ... salva la papeleta a veces sin querer.
«Traidor» es un thriller convencional, sin ningún mérito especial ni ninguna medalla que colgarse. Su trama está vista: un infiltrado se cuela en células terroristas y desde ahí engaña, traiciona, despista y hasta ensombrece la mirada de los suyos propios hasta crear dudas más allá de lo razonable.
Buenos ganan a malos y todo eso, además pintado con los bastos brochazos del patriotismo americano que, aun con razón o sin ella, chirrían hasta las cabezas más sensatas. Pero hete aquí que la película discurre por el sendero de la vulgaridad o al menos la discreción y de pronto la presencia emergente, e imponente, de Don Cheadle, llena la pantalla.
No es lo que hace ni la acción ni la trama de la película en sí, sino la sensación de soledad y tristeza que desprende, la del lobo que caza y triunfa y aún en la cima de la victoria, sigue destilando fracaso, ruina personal, un éxito que le deja vacío. Cheadle es especialista en esto: en levantar metros narraciones simples, sin más meta que la que se observa al final del camino. En toda su actuación se ve algo más allá y se percibe la derrota que persigue siempre al infiltrado: un personaje sin identidad, sin presente, sin futuro y sin pasado, sólo en medio del peligro y con la traición por bandera, amigos a los que hundir, hermanos a los que clavar el puñal.
Es en ese drama permanente del protagonista donde la película adquiere cierto valor porque el resto son cartas marcadas, muy marcadas en el cine de acción de los americanos ante el terrorismo. Todo visto, todo previsto y sólo apuntalado por un final curioso e imprevisto, un toque de ingenio valioso que acompaña a la actuación de Cheadle en el botín de la película.
Añadan a esto el sostén de un valor seguro como es Guy Pearce y tendrán un trabajo sólido, con cierto valor narrativo que va mejorando a medida que avanza la historia. Pero no hay más. La originalidad se perdió en las ideas anteriores y el chicos buenos chicos malos está demasiado presente en todo el film.
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