Dani Rovira bromea sobre el exceso de fama: «Les decía a Universal que iba a piratear 'Ocho apellidos vascos'»
El actor vuelve al teatro Compac Gran Vía con su monólogo «¿Quieres salir conmigo?»
pablo pazos
A Dani Rovira , que desde ayer ha retomado su espectáculo «¿Quieres salir conmigo?» por espacio de diez funciones, el tsunami «Ocho apellidos vascos» le dejó un puñado de fotógrafos en su puerta y una expectación mediática con la que no contaba. «Parece ... que te sientes en el ojo del huracán. Lo peor, dentro de lo tímido o discreto que me gusta ser en mi día a día, fue el convertirme en la ventana a través de la que mira España entera», relata cuando está a unas horas de volver a subirse al escenario.
El éxito de su primera incursión en el cine le generó al malagueño «una presión que incluso, de positiva, hasta se pasa. Cuando te halagan tanto y las críticas son tan buenas... A ver si lo próximo que vaya a hacer va a ser peor, o si he puesto toda la carne en el asador y la gente se cree que soy Al Pacino», bromea. Siempre en un tono jocoso, Rovira asegura que pidió a Universal, distribuidora de la cinta, que la retirara de la cartelera. «Les decía: "Quitadla ya, quitadla ya, por favor. Voy a ir yo y voy a piratearla"», comentaba entre risas. «Llegó un momento en que dije: “La ha visto tanta gente que pierdes el anonimato. Ahora voy por la calle cogido de la mano de Espinete y Alf, y me paran a mí”. El primer impacto fue entre la gente toda loca y yo, que no estoy acostumbrado», confiesa.
Esta fama súbita que le ha tocado vivir tiene su peor cara en los paparazzi, a los que pasó de saludar a intentar despistar, e incluso fotografió para después subir las imágenes a su cuenta de Twitter. «A veces parecía que formaba parte de una peli de espías, pero hubo días que me creaba mucha ansiedad». Aunque él, campechano, lo encaja con filosofía: «Supongo que Sara Montiel de joven también lo sufriría». Mientras confía en recuperar la normalidad («espero que pasen unos meses y la espuma baje»), vuelve al teatro con un monólogo que había dado por cerrado en diciembre. «Es una válvula de escape. Como más feliz soy es en lo alto de un escenario. Nunca voy a dejar las tablas porque llevo diez años en esto y es lo que me ha dado de comer, y porque creo que me va a seguir dando de comer toda la vida». Después de 80 días se le nota con ganas. «Es como un músculo, y no puedes dejar de hacerlo porque pierdes la forma, y hay gente muy buena que te adelanta». Ser ahora mismo el actor español más famoso lo asume con sencillez: «Yo sigo siendo normal, el que se ha vuelto loco es el mundo».
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