«Esperando a Godot»: Absurda naturaleza humana
Alfredo Sanzol dirige en el Valle-Inclán la emblemática obra de Samuel Beckett
JULIO BRAVO
Samuel Beckett escribió en los años cuarenta uno de las textos imprescindibles en el teatro del siglo XX: «Esperando a Godot», una obra incluída dentro del teatro del absurdo. El Centro Dramático Nacional la presenta mañana, en una producción dirigida por Alfredo Sanzol sobre una ... versión de Ana María Moix, dentro de su proyecto «La vía del actor» del Laboratorio Rivas Cherif. «Hemos podido -dice el director- tener diez semanas de ensayos, cuando lo habitual son seis, y acentuar así el trabajo con los actores, lo que ha resultado esencial para el resultado final; te permite trabajar sin ansiedad. Y ahora ha llegado el momento en que queremos, necesitamos que entre el público, porque es fundamental en el proceso de creación. Antes de saber lo que quieres contar, sientes pudor, pero ahora que ya lo sabemos, el público es imprescindible».
Sanzol, que hace unos días estrenó en Madrid su montaje de «La importancia de llamarse Ernesto», tenía este texto en su mesa, dice, desde hace diecisiete años. «Es la obra que tengo encima de la mesa cuando escribo. Me inspira. Me desbloquea. Me divierte. Me pone alegre. Me despierta la inteligencia».
Tópicos
«Existen varios tópicos en torno a “Esperando a Godot”. Se ha dicho a menudo que es un texto absurdo, pero a mí me parece que es un texto lúcido y coherente, que lo que nos quiere decir es que el ser humano es absurdo, que es «irracional, extravagante, contradictorio, arbitrario y disparatado. Y se ha dicho también que en la obra no pasa nada; no es cierto, pasan muchas pequeñas cosas que hacen que Vladimir y Estragón, los dos personajes centrales, sigan juntos a pesar de todo».
Uno de los componentes básicos de «Esperando a Godot» es, para Sanzol, el humor. «Es una de las razones por las que quería poner en pie este texto. «El humor de Beckett transmite compasión por el ser humano, pero no negocia. Es descarnado. Es el público el que tiene que decidir si reírse o no. No es complaciente. Pero no es un humor arrogante. Es un humor que lucha por la dignidad humana, y lo hace descubriendo lo indigno en el comportamiento humano. Es, un humor poliédrico», concluye.
Influencias
«Beckett -sigue Sanzol- es el maestro del teatro posterior a él. No se entiende el teatro que hacemos sin Beckett. Tampoco el cine, claro. Su influencia va desde Pinter, con el que tenía una relación muy estrecha, a Tarantino. Sin Beckett no existiría la escena “del masaje en los pies”, de “Pulp Fiction”».
Juan Antonio Lumbreras y Paco Déniz son Vladimir y Estragón, dos de los personajes emblemáticos de la literatura dramática contemporánea. «Cuando estás en la escuela de interpretación -coinciden ambos-, siempre sueñas con poder hacerlos un día. Así que estar aquí, en el Centro Dramático Nacional, con este equipo, es un regalo». Los dos actores, amigos desde su etapa en la Resad, son habituales en los montajes de Sanzol. Les acompañan Miguel Ángel Amor (Muchacho), Juan Antonio Quintana (Lucky) y Pablo Vázquez (Pozzo). La escenografía y el vestuario son de Alejandro Andújar y la iluminación de Pedro Yagüe.
Y concluye Alfredo Sanzol: «“Esperando a Godot” es una obra con sentido, que quiere iluminar la naturaleza del ser humano, tiene regularidad y maestría, es comprensible, es coherente, racional y objetiva. Es necesaria para iluminar los tiempos que estamos».
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