Cuando la reina Isabel II posó en 3D: el fugaz invento del siglo XIX que marcó un hito pionero
François Willème creó la fotoescultura, con la que retrató tridimensionalmente a la familia real española
La Galería de Colecciones Reales expone por primera vez 19 piezas de Patrimonio Nacional en 'Fotoescultura. El 3D del siglo XIX'
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Iniciar sesiónLa fotoescultura es una auténtica anomalía histórica. Hoy en día estamos acostumbrados al escaneado e impresión en 3D, pero el francés François Willéme inventó una técnica predecesora en 1860. Sin cámaras digitales ni programas de modelado, logró la recreación de una persona en tres ... dimensiones con absoluta fidelidad. Era revolucionaria y novedosa..., pero tan solo duró 8 años.
Willème cerró su taller en 1868 por su elevado coste y su técnica cayó en el olvido. El breve periodo de actividad impidió que se consolidara como práctica habitual y su difusión se limitó a la aristocracia y la realeza. No se sabe con certeza cuántas piezas salieron de su taller, lo que sí se sabe es que Patrimonio Nacional cuenta con la mayor colección del mundo, con 39 fotoesculturas. De ahí que intriga y curiosidad hayan sido las palabras más repetidas en la sala de los Borbones de la Galería de las Colecciones Reales, donde se ha presentado a los medios 'Fotoescultura. El 3D del siglo XIX'.
«Es una colección única que se expone por primera vez y que era muy poco conocida. Es algo muy sorprendente», ha afirmado la comisaria Leticia Azcue Brea, conservadora de escultura desde 1700 y artes decorativas del Museo del Prado. La exposición reúne, hasta el 18 de enero de 2026, diecinueve de esas fotoesculturas que representan a los miembros de la familia de la reina Isabel II.
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La técnica se patentó en Madrid el 9 de abril de 1863. Willéme viaja a nuestro país por esas fechas gracias a su amistad con Jean Baptiste Laurent –conocido como Juan en España–. Fotógrafo de Isabel II desde 1861, Laurent sabía de su interés por las novedades y las nuevas tecnologías. Willème presentó su invento en la Corte y tuvo un éxito inmediato. Todas las piezas que se exhiben en la muestra proceden de los encargos que recibió en ese viaje. La reina quedó tan satisfecha con el resultado que condecoró a Willème con la Orden de Carlos III.
A escala
Para que pudiera llevarlo a cabo, en el Palacio Real se construyó un estudio fotográfico como el diseñado por Willéme en París, aunque a escala. En un espacio privado, se colocaron venticuatro cámaras alrededor de un pequeño escenario circular. «Lamentablemente, apenas quedan fotografías de ese momento; de hecho, solo se conserva una imagen que documenta el estudio y la disposición de las cámaras», ha afirmado Azcue mientras señalaba la instantánea del rey consorte Francisco de Asís posando para una fotoescultura de cuerpo entero que, a modo de 'making off', preside la pieza más importante.
Se trata de la fotoescultura que representa al completo a la familia real. En ella aparecen la reina Isabel II junto al príncipe de Asturias, futuro Alfonso XII, acompañada del rey consorte, Francisco de Asís, y de tres de sus hijas, las infantas Isabel, Pilar y Eulalia. «Si hay algo que nos da la fotoescultura es la capacidad fidedigna de remitirnos al rostro real que tenían y a los detalles de la indumentaria, de las joyas que portaba la familia real», ha recalcado María José Suárez, conservadora de Patrimonio Nacional y también comisaria de la muestra.
Dispuestas de quince grados en quince grados, las veinticuatro cámaras disparaban a la vez a la persona que se situaba en la parte central. Ese fue el gran reclamo del taller de Willéme. «Normalmente, realizar un retrato escultórico era muy pesado, porque el modelo tenía que posar durante horas. La principal ventaja de esta técnica era que, con solo diez segundos de posado y en una sola sesión, se conseguían veinticuatro placas fotográficas con veinticuatro siluetas del retratado», ha explicado Azcue.
Por ello, una vez tomadas las fotografías de los miembros de la familia real en el Palacio Real, se enviaron al taller en París. Allí, un equipo de escultores componía la imagen tridimensional proyectando las instantáneas con una linterna mágica -precursora del cinematógrafo- a una pantalla traslúcida. Al otro lado, un operario perfilaba cada silueta con un pantógrafo, un dispositivo mecánico usado para copiar imágenes acoplado a una máquina de corte que transfería las veinticuatro siluetas a un bloque de arcilla o madera.
Ruina y olvido
Con todo ello llevaban a cabo retratos, bustos o esculturas de cuerpo redondo. En 'Fotoescultura. El 3D del siglo XIX' hay ejemplos de las tres, tanto en en biscuit -porcelana blanca sin esmaltar- como en otros materiales que representan al Infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza o la infanta Cristina de Borbón, hermana del rey consorte, entre otros. El conjunto de la familia real se realizó mediante un proceso electroquímico, utilizando plata sobre cobre con la técnica de la galvanoplastia.
Poco después de concluir los encargos para Isabel II, Willème tuvo que cerrar su taller de París. «Abandonó la fotoescultura porque le suponía una inversión brutal que le llevó a la ruina en 1868. Él siguió su carrera como fotógrafo y como escultor, pero no volvió a emplear esta técnica que luego se ha ido desarrollando hasta llegar al 3D de la actualidad», ha remarcado Azcue Brea.
'Fotoescultura. El 3D del siglo XIX' se enmarca en la línea 'Colecciones Reveladas' del programa de exposiciones temporales de la Galería «por su singularidad, por su desconocimiento y porque vamos a sacarla a la luz después de más de 100 años», ha destacado Suárez. Una recuperación que, como ha subrayado el director de la Galería de las Colecciones Reales, Víctor Cageao, pone en valor un conjunto único: «Esta colección es la más extensa del mundo, pero quizás no está lo suficientemente valorada por el gran público. Yo creo que esto va a cambiar a partir de esta exposición».
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