Rafael Cadenas: «Cuando recibí la noticia del premio Cervantes pensé que podía ser un invento de don Quijote»
El poeta venezolano recibirá este lunes el galardón más importante de las letras en español
Esa inmensa patria llamada Rafael Cadenas

Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) llega a la sala del Patronato de la Biblioteca Nacional de España con traje de pana marrón (qué calor), camisa turquesa y andar renqueante, aunque sin bastón (noventa y tres años). Escucha atento la presentación de su vida y ... su obra, con la mirada no perdida pero sí buscando algo, y entonces, ya microfonado («¿se me escucha, se me escucha?»), suelta ante la prensa: «Ante todo yo quiero darles las gracias por venir a intimidarme». Así se divierte el poeta. Y habrá muchas de esas salidas en la media hora que dura su intervención. «Cuando recibí la noticia del premio Cervantes pensé que podía ser un invento de don Quijote en uno de sus extravíos. Pero al poco me enteré por boca del ministro de Cultura, y entonces no tuve dudas». «Por cierto, el aeropuerto de Madrid es inmenso».
Cadenas recibirá este lunes el Cervantes, y es una sorpresa su presencia en la gala, después de la indisposición de Cristina Peri Rossi en la anterior edición. ¿Puede decirnos de qué hablará en su discurso? «No, no, pero hay ciertas afinidades entre lo que diré en el discurso y algo de lo que he dicho hoy», regateó el pícaro. ¿Y qué dijo? Para empezar, que un diccionario no es solo un libro de consultas. «Todos lo utilizamos así, pero yo conozco dos casos que van más allá». Se refería a Rilke y a Teresa de la Palma, a los que mencionó como si fueran coetáneos. Después, claro, tocó mencionar 'El Quijote'. «La poesía está en el lenguaje sobre todo. A mí me gusta mucho el título de un libro que escribió María Teresa León, que fue esposa de Rafael Alberti. Se titula 'Cervantes, el soldado que me enseñó a hablar'. Ojalá hoy también se ocuparan de eso los soldados». Y en ese instante dejó un silencio de veinte segundos que desconcertó al personal, que no sabía si estaba terminando una respuesta o empezando otra. «Una cosa les voy a decir: acostúmbrense un poco a mis pausas».
Pero continuó. «Yo pienso que la poesía está en el lenguaje de todo lo que escribió Cervantes. También en la etimología, que a mi me fascina. Ese es otro consejo que les doy hoy [ha sido profesor media vida, sí]: a veces conocer la etimología de una palabra resulta esclarecedor. Siempre pongo el ejemplo de la palabra atónito, que se usa bastante. Uno la busca en el diccionario etimológico y significa «alcanzado por el rayo». Es una frase poética», señaló, antes de una risa que fue leve como el suspiro. «El lenguaje de 'El Quijote' me embriagó desde que tenía catorce años», recordó. Y citó con una exactitud envidiable al maese Pedro: «Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala». «Es un llamado a la sencillez que siempre leía a los estudiantes. También les decía que no busquen la fama. Tal vez sea algo impropio en mi caso».
Rafael, ¿siente que le ha llegado tarde este premio? «Bueno, llega en mi vejez, pero yo figuraba como candidato al premio desde hace varios años. Y claro, es preferible recibir un premio cuando uno está en buenas condiciones físicas. A estas alturas me cuesta viajar... Mi intención, por supuesto, es seguir escribiendo. Y hay algo que lamento: mucho material que debió publicarse hace cuarenta años por falta de interés de mi parte se quedó en las carpetas, tengo quizás más de dos años tratando de que se publique allá en Venezuela. No porque tenga mucho valor, sino para conservarlo, más bien. Espero que eso se pueda hacer».
Hubo un momento, por supuesto, en el que salió el tema de Venezuela. ¿Podría hacer una valoración de la situación de su país? «Yo prefiero no contestar esa pregunta, porque como muchos venezolanos estoy bastante ayuno de información, y no quiero ser inexacto». Tocaba, pues, volver a la poesía. Confesó que sus versos más celebrados, los de 'Derrota', no nacieron como poema. «Fui anotando frases y de pronto me di cuenta de que aquello podía ser un poema. 'Derrota' fue escrito en un estado de ánimo bastante depresivo. Y para contradecir a 'Derrota' un día se me ocurrió escribir 'Fracaso', que tampoco es muy alentador».
Se acababa el tiempo, y le pidieron una despedida. «Pues no quisiera despedirme». Y vuelta a reír. «Bueno, les pido que mejoren lo que he dicho. Porque no es lo mismo hablar que escribir. Cuando uno habla siente que le falta algo. En cambio, la escritura no tiene límites». Antes del adiós leyó un poema, que acabó con un interrogante: «¿Cómo hubiera podido vislumbrar tu rosa / desde aquellas rejas? / ¿Cómo iba a oír entonces tu secreta dicción?».
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