PUES DICES TÚ
Habría que prevenir
Una caminata otoñal y un diálogo entre las dos personas 'normales' creadas por el escritor y cineasta
Vista de una chopera junto al río Ebro a su paso por Agoncillo marca los colores vivos del otoño, este miércoles
Las dos personas normales pasean sin rumbo fijo en una mañana otoñal, amasando apetito para el almuerzo. Las dos personas normales sobran en casa y a ninguna le parece mal: a las dos les gusta el otoño y a las dos les gusta andar.
— ... Qué pronto anochece ya, ¿no?
—Pero si es de día.
—No, ya, pero de noche, digo.
—Ah, por la noche sí. Por la noche anochece pronto. Es porque el sol no sé qué. Y por el cambio de hora, que no sé para qué la cambian.
—Es por lo de las fábricas, para que apaguen la luz. Por lo visto antes llegabas a la fábrica, y hala, a encenderlo todo, como en casa el pequeño.
—¿Tu pequeño lo enciende todo?
—Lo que puede. El pequeño cree que la luz sale de las paredes, como digo yo, que un poco sí, pero ya sabes. Pues en las fábricas igual, y en los ministerios lo mismo. Así que cambian la hora para que sea ya de día cuando llegue el ministro, aunque luego se pone a cargar el móvil.
—Eso no se puede evitar.
—Como en las fábricas, que se ponen todos a mirar el WhatsApp y luego pasa lo que pasa.
—Normal.
—Te llega un mensaje de esos que te lo cuentan todo, que parecen un libro, o de esos que graba ahora la gente, que parecen otro libro…
—O la radio, parecen.
—O la radio… Y, claro, pues se te engancha la mano no sé dónde, y hala, un brazo menos. Y todo por culpa del cambio de hora, que tendrían que prohibirlo.
—¿Y cambian de hora en todas partes?
—Me parece que sí, pero en algunos sitios un día, en otros otro, en otros media hora sólo…
—Menudo lío, ¿no?
—Un poco, pero, como vives en tu país, pues si no llamas fuera por teléfono, no lo notas.
—Una vez llamé yo a otro país, cuando la mayor estaba fuera, ya no me acuerdo dónde. En Irlanda, me parece. O en Escocia. En algún sitio de Inglaterra... Y había que meter muchos números. Al final llamaba ella, si quería, y, claro, como no quería, pues ahorramos mucho en teléfono. Aunque se lo gastaba en guantes.
—¿En guantes?
—Eso nos decía ella. En Gales hace mucho frío, por lo visto.
—Igual ahora ya no hace, igual ahora es como aquí, que mira qué otoño tenemos, que parece primavera, como digo yo. Será por cambiar mal la hora.
—Será.
—Estamos jugando a dioses. Las dos personas normales avanzan otro poco en silencio; una, con las manos a la espalda; la otra, parecido. El ritmo general es bueno.
—Pues dices tú, pero está el pequeño con un libro de vaqueros. 'Otoño de sangre', me parece.
—'Meridiano', que lo he visto yo. Por lo visto, va de indios.
—Donde hay indios, hay vaqueros. Lo vio en la tele en algo de eso de los libros, en un reportaje de esos que sale una chica con el pelo corto. Por lo visto el escritor llevaba tiempo escribiendo sólo para viejos. Ahora quiere sacar otro libro.
—¿Y eso por qué lo ves tú?
—A veces estoy con el chaval. O a veces me va mal el mando y tengo que ver un poco la 2, hasta que vuelven las pilas.
—Ah, ya. El otro día me vi yo una película española por eso.
—Ya sé cuál dices. El caso es que el señor ya no escribía, porque había hecho no sé qué de una autopista con un padre y un hijo, que se comían a la gente o no sé qué, sólo con velas. Y ahora iba a sacar dos libros de golpe y así lo dejaban en paz.
—¿Y los saca a la vez a la vez?
—Las saca juntos, me parece. En el mismo libro. Por lo de la crisis del papel.
—Ah, ya, que está carísimo. Será por el otoño. Como se caen las hojas…
—Antes se caían más. Antes estaba todo rojo. Antes había que ponerse algo encima.
—Otoño de sangre, como digo yo.
—Meridiano.
—Eso. Por lo de las hojas. ¿Y no habría una manera de evitar que se cayeran?
—Pues igual, pero aquí el Gobierno está a lo que está. A la sopa boba, está. Para lo importante, nada. Habría que poner a los parados a recoger las hojas y a volver a subirlas a los árboles, para que hubiera trabajo y los barrenderos pudieran centrarse en los chicles. Que no son jardineros.
—Habría que prevenir. Habría que hacer algo para que no se cayeran al suelo.
—Mucho mejor.
—Habría que hacer que los árboles estuvieran siempre verdes.
—O poner redes debajo, por lo menos.
—Por lo menos. No veo por qué no.—Ni yo.-Con una buena prevención, aquí no se caía nada.
—Pero no interesa.
—No interesa.
—Estamos en manos de intereses.
—Ya… Las dos personas normales llegan a un cruce y miran a ambos lados de la calle. La primera persona normal asiente para sí, como entendiendo.
—¿Sabes qué? Yo tiro para casa. Tengo hambre.
—Y yo. Que no sé ni qué hora es.
—Dile al pequeño que te cambie la hora, ¿no? Aunque ahora se cambia sola. Para eso sí que hay dinero, por lo visto.
—Para eso sí.
—Para lo que les importa a ellos.
—Para eso siempre tienen.
—La una, dices que no son, ¿no?
—Yo no te he dicho ni mu, pero las dos ya. Normal que tengas hambre.
—Normal.
—Pues tira, entonces.
—Pues tiro.
—Pues tira, tira.
—Pues tiro...