Penélope Cruz: «La aventura de este viaje ha sido más emocionante de lo que podía soñar desde la casa de mis padres»

Más allá de la presencia política, el acto fue una fiesta de amigos de Penélope Cruz, comenzando con la intervención de Goya Toledo, que recordó sus primeros años en Madrid y cómo la de Alcobendas y su familia le acogieron en su casa en más de una ocasión.

También habló Luis Tosar, amigo personal y único actor que ha repetido en los dos proyectos que Penélope Cruz ha producido: «No eres consciente de lo que significas para nuestra industria, para nuestra cultura, y de la influencia que vas a tener fuera y dentro de este país durante mucho tiempo», y ristró en varias ocasiones los adjetivos que él asocia a la actriz: «Tu bondad, tu generosidad, tu compromiso y tu trabajo hablan por sí solos». El gallego, que pronunció el discurso más brillante, se refirió a «todas las Penélopes», la «compañera, esposa, vecina, madre...», dijo, «y todas esas Penélopes sois poderosas, firmes, entusiastas, empáticas, comprometidas, revolucionarias, graciosas... Y todas ellas sois la misma y la única. Y a todas las conozco», celebró, rozando la emoción en más de un momento.

Llegó el turno de Iceta, que arrancó diciendo que «todo lo que había que decir se había dicho» y prometió que no añadiría mucho más..., aunque luego fue el que más tiempo habló, más incluso que la premiada, del que se declaró uno más «entre su legión de seguidores». «Penélope obra un milagro en cada película, sin perder la inocencia arrebatadora su talento atraviesa la pantalla para abrazar al espectador», destacó Iceta, visiblemente encantado de codearse con alguno de los nombres que más lustre dan al cine español.

Por fin le tocó el turno a la homenajeada, que redujo «la lista inagotable de agradecimientos» que podía hacer a tres nombres: Bigas Luna y Fernando Trueba, porque le «abrieron las puertas de un mundo» que sigue transitando, y a Pedro Almodóvar, al que dice deber mucho: «Te lleva a tal nivel de exigencia que en esa búsqueda siempre he descubierto algo nuevo sobre mí misma».

En el recuerdo a sus orígenes en la humilde casa de Alcobendas, donde soñaba con contar historias, terminó por fijar este acto como algo parecido a un cierre de círculo: «La aventura de este largo, largo viaje a Ítaca ha sido más emocionante de lo que podía soñar desde el salón de la casa de mis padres».

También se acordó de su marido, Javier Bardem, y de sus dos hijos, «lo más maravilloso de este mundo», con la lágrima ya desbordando sus enormes ojos.

Después anunció que los 30.000 euros del premio Nacional los donaría a la Plataforma de afectados por la hipoteca, al proyecto de la fundación Cris contra el cáncer en el Hospital de la Paz y al fondo que creó Pilar Bardem para dar amparo a los intérpretes que pasan dificultades.

Todo para celebrar su premio por una vida en el cine, que convirtió en una reivindicación al ministro: «No dejen nunca de proteger y cuidar nuestro cine, porque es una seña de nuestra identidad y una parte de lo que nos hace reconocernos y entendernos. Y vayan a las salas, por favor».