Óscar Jaenada, a la UCI con una bebé

Fue un susto descomunal. Todo había ido aparentemente bien, tanto durante el embarazo como en el parto. Pero, al parecer, una parte de la placenta se coló por donde no debía, fue a parar al pulmón de la bebé y ahí se torció la cosa: «Tuvieron que reanimarla. Aquella semana fue complicada», dice, aunque bajo la última palabra se intuye alguna otra bastante más contundente. El caso es que los médicos lograron que saliera adelante, y ahora ya «es toda una señorita».

Dándole un par de vueltas, Jaenada recuerda otro viaje, esta vez a Buenos Aires, donde se encontraba el día de los atentados del 11M en Madrid. «Me llamó mi madre y me dijo: ETA acaba de matar a más de 300 personas en Madrid', recuerdo esa impresión». Pero no quedó ahí. «Luego recuerdo también llamar a mi madre, decir 'mamá, esto no tiene sentido: si son elecciones mañana o pasado mañana, ¿para qué va a hacer eso la ETA?'». Al cabo de un rato, «en la CNN en Argentina, decían ya que había sido Al Qaeda, y llamé otra vez a mi madre; ella me dijo que no, que el ministro del Interior salía diciendo que era ETA». Han pasado casi veinte años, y aún recuerda cómo se le puso la piel de gallina: «Allí, en Buenos Aires, diciendo 'Madre mía, en que en qué mundo vivimos, ¿no?'».

Han pasado casi veinte años, y por el camino Jaenada tiene una niña sana y una carrera cada día más consolidada como actor. Lo vimos llevarse un Goya en 2006 por meterse en la piel de Camarón, y estos días está en plena promoción de su último trabajo, 'Awareness'. Se trata de una película de ciencia ficción de factoría española, rodada en Burgos, dirigida por Daniel Benmayor y protagonizada por Carlos Scholz, María Pedraza y Pedro Alonso. En la cinta, un adolescente y su padre malviven a base de hacer timos aprovechando el superpoder del muchacho: proyectar visiones en la mente de otras personas.

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El guion fascinó a Jaenada nada más leerlo, aunque a pesar de sus treinta años de experiencia en la profesión tuvo que hacer un esfuerzo superior al habitual para asimilarlo: «Había cosas que se me escapaban, pero mi personaje me cautivó, porque tiene muchas caras, hay que jugar con muchas aristas». Aprovecho el resquicio para intentar entrar en la cabeza de un actor que lee un guion que luego tendrá que representar ante las cámaras. «Tú, inconscientemente, mientras lees, vas creando esa secuencia en tu mente», me cuenta Jaenada.

Como cualquiera de nosotros cuando lee un libro y construye en su cabeza los paisajes y los rostros, recogiendo los datos que da el escritor y llenando más de un hueco y más de dos con la experiencia de cada uno. Pero, ¿acaba coincidiendo la película que se monta el actor con la que tenía pensada el director y con la que acabamos viendo en el cine? «Normalmente sí que tiene muchísimo que ver con la que tú te hiciste cuando leíste el guion», asegura, para añadir: «Supongo que un crítico de arte, cuando llega a una sala de exposiciones y ve un Picasso, no ve lo mismo que tú ves, ¿sabes? Pues a mí me pasa con los guiones».

Jaenada se formó como actor de manera autodidacta, huyendo de la academia. Su abuela tenía un cine, y para él la gran pantalla era parte de su vida de niño. «Igual que el deporte aparta la juventud de muchas cosas, lo mismo lo hace la cultura», dice. «Los cines, con los teatros, son lugares limpios mentalmente». Más que la calle. «Sí, el cine es un refugio donde donde ejercitar la mente, sin duda».