C. Tangana, Peter Doherty, Karen Carpenter y Syd Barrett: un cartel de ensueño para un festival de película

El In-Edit celebra su XXI edición con documentales de Martin Scorsese y Anton Corbjin y cintas dedicadas a Cindy Lauper, Little Richard, J Dilla y La Singla

Peter Doherty, la odisea yonqui de un tarambana al que tiraban literatura rusa al escenario

C. Tangana, durante una actuación en Zaragoza EFE

David Morán

Barcelona

Ahora parece lo más normal del mundo y hasta Movistar+ tiene un canal que emite en sesión continua documentales del ramo, pero tampoco hace tanto, veinte añitos de nada, que el In-Edit andaba predicando a voces en el desierto y recordando ... a quien quisiera escuchar que las grandes historias están hechas para la pantalla grande. Ahí, sin duda, es donde mejor lucen las lágrimas plateadas de Karen Carpenter, los demonios que le aullaban en las entrañas a Little Richard y la nueva silueta de exyonqui estilizado de Peter Doherty. 

Formato panorámico y luces de estreno para una cita que, consagrada ya como meca del cine documental musical, sigue a lo suyo y aprovecha que acaba de superar la dos décadas de vida para echar el resto con un cartel de ensueño. Puro 'fantasy football' en versión pop que, aseguran desde la organización, «nos recuerda que la música es seguramente la expresión humana que mejor nos explica a nosotros mismos».

Y nada explica mejor a Antón Álvarez Alfaro, el hombre que maneja los hilos de C. Tangana, que la innovadora y peliculera gira de presentación de 'El Madrileño', hito de copla y estadio que tiene su eco en 'Esa ambición desmedida', documental que se estrenará en San Sebastián el 28 de octubre e inaugurará el In-Edit el 26 de octubre. «Para C. Tangana, la música es el vehículo de su ambición y una manera de celebrar la cultura popular», resume Toni L. Querol, coordinador del departamento artístico del festival barcelonés.

Con ese 'big stories for the big screen' como hilo conductor y una clausura también de altura gracias a la proyección de 'Little Richard: I am Everything', retrato el gran arquitecto del rock and roll a cargo de Lisa Cortes, el In-Edit aterriza en el Mooby Aribau (y, para amantes de lo virtual, también en Caixaforum+) con una alineación de película. Lluvia de estrellas en la que Manolo Kabezabolo le roba plano al Nick Cave asilvestrado y brutal de los Birthday Party y en la que grandes directores como Martin Scorsese retoman viejas obsesiones para hurgar en la mugre y furia primigenia de los New York Dolls a partir de una actuación de su cantante David Johansen.

En total, más de sesenta películas con protagonistas de excepción como Marc Bolan, Syd Barret, Cindy Lauper, Pavement, J Dilla, La Singla o Eric Jiménez, batería de Los Planetas, plusmarquista de la sinopsis llamativa («con diez años ingresó en la Falange porque quería tocar el tambor; sus mayores influencias musicales han sido la Semana Santa y su primera hostia, la que le dieron al nacer. Se casó con dieciséis años. Poco más tarde empezó a consumir drogas para evadirse») y único ser vivo capaz de protagonizar un documental titulado 'La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric'.

The Zombies, clásicos de los sesenta y creadores de esa Catedral Pop que fue 'Odessey & Oracle', pondrán la historia; Red Kross y Pavement darán voz al indie estadounidense de los ochenta y los noventa; y Anton Corbijn tirará de archivo y discoteca para recrear la historia de Hipgnosis, estudio creativo responsable de algunas de las carátulas más locas e icónicas de los años setenta.

 ¿Más? La historia del grime, la odisea musical y vital del batería afroamericano Max Roach, el 'gypsy punk' de Gogol Bordello, los escombros de la sala Garatge, todas las vidas de Willy DeVille, el ocaso de Karen Carpenter... Incluso pasará por Barcelona, guitarra en ristre, el británico Peter Doherty, oveja negra del rock y antiguo cabecilla de los Libertines y Babyshambles que aprovechará la proyección de 'Peter Doherty: Stranger In My Own Skin' para tocarse unas canciones. Un complemento ideal a una cinta que ahonda en «la atracción por el caos y la autodestrucción» del británico y su «lucha por emerger de las profundidades de la adicción».

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