Raphael: «No me voy a retirar nunca; nun-ca»
El cantante de Linares, de 80 años, comienza el 28 de julio una gira por España en la que ofrecerá más de una veintena de conciertos en cinco meses
Raphael: «Algún día me tendré que ir, pero lo veo muy lejano»
Madrid
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Iniciar sesiónSe acerca la una y media del mediodía. Al salir del ascensor en la sede de la AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España), se oye tras una puerta el sonido de una banda que interpreta una melodía inconfundible y que invita, inevitablemente, ... a canturrear para adentro: «Es-cán-da-lo, es un es-cán-da-lo». Pocos minutos después, y ya en silencio, un puñado de músicos abre las puertas; ha terminado el ensayo y es el momento de entrar en la sala. Sobre una amplia tarima, y junto a un piano de cola, está Raphael. Camisa floreada, pantalón blanco, zapatillas deportivas... y una sonrisa desenvuelta. Se dispone a bajar los dos escalones de la plataforma y las dos personas que están a su lado se precipitan para ayudarle. «¡Mira, como Celia Gámez!», bromea el cantante. Llega el momento de posar para el fotógrafo, que le pide que se siente al piano. «¡Si yo no toco el piano... Ni la guitarra!» «En las fotos no se nota», le dice alguien. «Sí se nota. Mario Camus me dijo que rodara una escena haciendo que tocaba la guitarra, y yo le dije que los que la tocan notarían que los dedos no estaban bien puestos, o cualquier otra cosa». Pero, disciplinado, se sienta ante el piano y acaricia las teclas. «Debe de estar harto de entrevistas y de fotos, sea sincero... Es una paliza», le digo. «Conmigo la prensa ha sido siempre estupenda... Rayando lo fantástico. Y bueno, sí, puede ser una paliza. Pero hay cosas que también lo son y no sirven para nada».
La 'paliza', esta vez, tiene un porqué: el día 28 de julio, Raphael comienza la gira nacional de su espectáculo 'Victoria' –título de su último disco, en el que ha colaborado con Pablo López–. Jerez de la Frontera, Nerja, Rosas, San Juan de Alicante, Castellón, Torrelavega, Marbella, Valencia, Alcalá de Henares, Sevilla... Serán en total, y hasta el 22 de diciembre, veintidós conciertos.
Otra gira más...
Nunca es una gira más. Cada vez es más difícil... por ley natural. Pero tengo tanta afición, tanta, que no me resulta un sacrificio hacer esta vida que hago; me entusiasma.
¿Y no le da pereza?
Puede ser que alguna vez, si no estoy bien y estoy cansado de tanto viaje... Pero enseguida lo supero. Cuando uno tiene pasión por algo, y además es un trabajo para el que estás preparado, al que llegas a esta edad -tiene 80 años- con toda la fuerza y con mucha sabiduría, pues al revés, es mucho mejor. No tengo un trabajo en el que me esté jugando la vida... No puedo decirle en qué punto estoy, pero sí le puedo jurar es que yo no me voy a retirar nunca... Nun-ca. Admiro a los compañeros que tienen la valentía de irse. Yo no puedo. Ni tampoco puedo hacer una gira de despedida. ¡Qué horror! Me pasaría todos los días llorando de ciudad en ciudad. El día que tenga que irme voy a estar seguro de tener que hacerlo; haré una llamada telefónica que he de hacer, y ya está.
Pero de momento eso no está en sus planes viendo la gira que tiene por delante... ¿Ha contado todas las ciudades en las que ha actuado?
No, pero cuando me tenga que ir me dedicaré a recordarlo... He ido a todas partes, y no solo una vez. Por suerte, siempre he podido volver, y volver, y volver, y volver y volver...
¿Usted es de los que piensa que quien ha de jubilarle el público? Si es así no parece que esté por la labor...
Creo que me hubiera dado cuenta si no fuera así. El público me ha consentido muchísimo, de verdad; se ha portado siempre maravillosamente bien conmigo. Me siento en deuda, porque no es tan fácil querer o admirar a un artista tanto tiempo. Estoy cantando para cinco generaciones; les veo la cara en los conciertos, y es como si me dijeran: «A nada que hagas te vamos a comer»; y así desde el principio de mi carrera. Eso es muy bonito.
Antes de una gira como ésta, ¿se prepara físicamente de alguna manera especial?
No, porque ya estoy preparado. No hago nada para 'desprepararme'. Si cojo un resfriado tendré que sortearlo, claro. O cuando me trasplantaron el hígado tuve que parar forzosamente... Pero enseguida que pude volví al escenario; me hicieron el trasplante el 3 de abril y el 15 de septiembre debutaba en la Zarzuela.
Imagino que en ese momento su cabeza haría 'clic' y que a partir de entonces se come cada nuevo día a bocados.
No crea... Tuve un despertar tan maravilloso y todo fue tan bien, que no me quedó trauma. Pensaba en reiniciar mi carrera, pero no hizo falta. El público no había olvidado nada, estaba todo ahí... El público siempre me ha ayudado mucho.
¿Se siente más orgulloso de lo que la gente le admira o de lo que la gente le quiere?
De lo que me quiere... Y yo les quiero igual, son cosas que se pagan con la misma moneda.
¿Hasta qué punto influye en su estabilidad artística su estabilidad personal?
¡Tengo una familia tan unida!, con unos hijos que están a mi lado siempre y me ayudan en todo, y una mujer, Natalia, que está ahí perenne y maravillosa; toreando muchos toros. La familia me ha ayudado muchísimo, lo mismo que los buenos amigos.
«¡Si yo no toco el piano... Ni la guitarra!» «En las fotos no se nota», le dice alguien. «Sí se nota. Mario Camus me dijo que rodara una escena haciendo que tocaba la guitarra, y yo le dije que los que la tocan notarían que los dedos no estaban bien puestos, o cualquier otra cosa».
En este mundo tan efímero, y la música es el mejor ejemplo, ¿le sorprende su continuidad?
Es que no me he parado a pensar esas cosas... Tengo la seguridad, siempre, al comenzar una gira, de que todo va a ir bien. ¿Por qué va a ir mal, si yo voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que así sea -e igual toda la gente que trabaja conmigo-, y sé que el público está ahí. Hay que confiar en que todo va a ir bien, en que los empresarios van a hacer su trabajo y ganarán mucho dinero, y en que la prensa siga conmigo como toda la vida.
Las cosas han cambiado mucho de sus primeras giras a nuestros días...
Son mucho más cómodas, eso desde luego. Pero lo que no ha cambiado es el momento en que te arrancan de tu casa y sales de viaje. Pero claro, estás en mejores hoteles, los aviones van mejor... Bueno, los que van bien -ríe-, que algunos se menean demasiado...
¿Sigue haciendo los conciertos largos?
Procuro que duren dos horas y media... Pero es lo que pretendo, el público tiene la última palabra. De todos modos, saben cuando necesitas terminar... Y lo entienden, aunque se queden aplaudiendo. Les gusta mucho aplaudir; han ido a eso.
Y le pedirá siempre que cante las mismas canciones... ¿Cómo selecciona el repertorio, con tantos éxitos como tiene?
Afortunadamente he tenido éxitos en todas las décadas, y divido mis conciertos en tres partes; mis grandes éxitos, las canciones nuevas y las canciones muy recientes, que están todavía peleándose con las demás. E incluyo también canciones hispanoamericanas porque me chiflan; me gustan mucho, y especialmente los tangos. Son conciertos muy variados, y cuando la gente ya cree que no voy a cantar 'Yo soy aquel', entonces lo canto.
Cuando le tomo manía a una canción, la quito. Pero al mes o mes y medio la extraño, y la vuelvo a poner. Las canciones me traen muchos recuerdos
¿Ha llegado a aborrecer algunas de sus canciones?
¡Muchas veces! Pero las curo enseguida. Cuando le tomo manía a una canción, la quito. Pero al mes o mes y medio la extraño, y la vuelvo a poner. Las canciones me traen muchos recuerdos. Ahora me ha dado por poner 'Frente al espejo' y la gente brama; era una canción que tenía guardada desde hace muchos años, la recuperé en Madrid en diciembre y ha sido una revolución.
¿Ha contado las canciones que ha grabado?
He grabado 84 discos nuevos, sin contar recopilaciones; es una barbaridad, no hay artista que lo haya hecho. Ninguno, porque es más de un disco al año, claro.
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Julio Bravo
Usted es un artista muy inquieto...
Me aterra que la gente piense que me he vuelto cómodo. Por eso sigo estrenando canciones y me la sigo jugando. No tengo ningún tabú ni ningún prejuicio, y cuando me gusta una canción, la haya cantado quien la haya cantado, la canto yo también. Yo voy a hacer mi 'vaina'... Y ninguno se ha enfadado. Al revés; Pablo López está encantado de que escogiera dos de sus principales canciones e hiciera mi versión.
¿Vampirizar (en el buen sentido) a los jóvenes le rejuvenece?
No lo he pensado, pero seguro que sí, claro. Yo siempre estoy rodeado de gente joven. Pero en mis conciertos hay público de todas las edades. ¡Es que son cinco generaciones! No he sido consciente de ello hasta hace poco tiempo. Cuando hice 'Sinphónico' (2015) y 'Resinphónico' (2018) empecé a hacer plazas de toros. La primera fue Huelva. Nunca había mirado cuánta gente ha venido al concierto, pero al hacer algo tan nuevo sí tuve la curiosidad y me llevé en primer lugar la gran sorpresa de que los hombres iban de traje y las mujeres de largo porque era 'Resinphónico'... Fue como empezar de nuevo, en estos años mi carrera ha reverdecido de una forma tremenda. Lo mismo que con los tangos. Yo creía que no sabía cantarlos, pero mi pianista, que es argentino, me dijo un día ensayando en casa: «¿Y vos por qué no cantás tangos?» Le dije que nunca lo había hecho, y puso en Google: Rafael Tangos, y salió una grabación mía cantando un tango con 18 o 19 años. Fue en Buenos Aires, el último día de mi primera gira allá; Manuel Alejandro, para que yo pudiera despedirme con música argentina, tocó 'Nostalgias'. Así que mi pianista me dijo: «Grabate un disco. Vamos a Buenos Aires, yo te preparo la orquesta, toda de argentinos, que te admiran muchísimo. Lo hicimos, y los tangos me dieron diez años de éxitos, sobre todo en América.
«No tengo ningún tabú ni ningún prejuicio, y cuando me gusta una canción, la haya cantado quien la haya cantado, la canto yo también»
Recientemente se ha emitido un documental sobre su vida y su carrera, ¿le ha hecho pensar...?
... En que hay que hacer -interrumpe- otra cosa más... Éste fue una maravilla; está muy bien hecho, pero hay que hacerlo entero y de verdad; no hay que hacer partes, sino entero: desde que nazco hasta el 'the end'.
¿Es usted de escribir y apuntar las cosas que le pasan?
Yo tengo dos libros de memorias publicados. De todos modos, yo no quiero escribir el documental, lo tienen que hacer otros. Para eso tengo a Jacobo, mi hijo, que si Dios quiere es quien va a dirigir; no a mí, porque ahí no tengo papel, lo tiene que hacer un chico de la edad que yo tenía cuando empecé.
Hoy en día, con la inteligencia artificial, quizás se podría hacer.
Yo no tengo claro eso de la inteligencia artificial. El otro día, alguien de mi oficina me trajo algo aparentemente grabado por mí; pero yo sabía que no era yo, conozco mi forma de respirar y no era yo.
Da un poco de miedo todo esto, ¿verdad?
¿Miedo? ¡Terror! Por eso hay que ser muy diferente a todos cada día para que no te puedan agarrar por ningún lado. Y muy personal.
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