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Los Planetas desatan 'La caja del diablo' de la nostalgia en el Tomavistas

El grupo granadino rememora el 30 aniversario de su disco debut, 'Super 8', en la primera jornada del festival madrileño

J durante su actuación en el Tomavistas EFE
Javier Villuendas

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A Los Planetas les ha salido un 2024 emocionante. Por un lado, gira 'remember' del 'Super 8', su primer y mítico disco de 1994, que tocan íntegramente, producido por Fino Oyonarte, por allí por el Tomavistas madrileño esta noche también, sin mención en el show al contrario que otros partícipes. Y, además, este viernes se estrenaba la película de Isaki Lacuesta, 'Segundo premio', inspirada en su grabación de 'Una semana en el motor de un autobús', su tercer álbum. En fin, se contraprogramaban pero J ajustó cuentas desde el escenario: «En las imitaciones de las películas no veréis esto nunca».

Lo dijo justo en 'Mi hermana pequeña', la primera canción que publicó el grupo psicopopero andaluz, a la que luego volveremos, porque fue la ultima que tocaron, y que provocó el bote de una hinchada que había ido al festival en su primer día a gozársela en general y en particular con ellos. Comenzaron con 'De viaje' y 'Qué puedo hacer', hits de su discografía y esta última un clásico proscrito no muy performada en directo. Qué impactante también en un ambiente jovial y veterano ver a esta misma masa corear al unísono «Si está bien, si es tan fácil, porque este vacío que siento». Coro dolorido que sin contradicción sonríe y baila estos desgarros.

En su proverbial parquedad indie, aunque hay quien les pide sean gente como de actuar en La Chocita del Loro, o algo así, y ellos más bien que si hacen alardes comunicativos J y Florent a veces no es fácil entenderles inclusive, se pudo con esfuerzo desentrañar que se hizo mención un par de veces a «Los Planetas verdaderos». A saber con cuántas segundas va el comentario de su líder, debido a la ausencia de Eric y Banin, ante unos espectadores de treintantos para arriba y mucho más allá con carritos de bebé a sumar a los morrales ridículos con palabras como 'fetén', en donde, sobre todo, destacó la salvajada de 'La caja del diablo', descarrile ruidista con letra turbadora que incorporó un popero 'papapapapa' de J que deslumbró en su despliegue de capas corrosivas y este inopinado toque festivo.

Un pop de un disco debut lleno de dolor y amor en sus letras sencillas y efectivas, primer gran hito discográfico de una escena en España de la que apenas quedan ejemplares, y a su nivel de ascendencia ni por asomo. Y sin dejarnos 'Jesús' o 'Brigitte', y elogiar los visuales, jugando con el logo del álbum, la lisergia estetizada y 'swinging Granada', volvemos a esa seminal 'Mi hermana pequeña', que no pertenece al disco, sino a la maqueta previa, como canción que contiene justamente todo el amor y odio del grupo, y ese aliño con pequeñas gotas casi de sabiduría oriental por su síntesis: «Cuando todo parece que marcha mal ten en cuenta que puede ser que sólo lo parezca». Gran concierto.

Justo antes, habían actuado otras leyendas del género alternativo norteamericano, Dinosaur Jr., ingenioso nombre, nunca dejemos de recordarlo, y que comenzaron demasiado pobres de sonido para ir remontando pronto con sus clásicos de aroma neilyounguiano y con J Mascis en su zen extático habitual acompañado de un Lou Barlow en un estado de forma espectacular para acometer joyas del arpegio como 'Out There, ' Little Fury Things' e incluso 'Just Like Heaven', de The Cure. Nivel compositivo probablemente sin parangón en este evento madrileño.

Destacar también el papel de Baiuca como continuadores de la fiesta, en su mezcla de electrónica y galleguismo, al contrario que Joe Goddard, que fue un 'after' muy distante, unos Editors como grupo 'más festivalero' de esta primera jornada del Tomavistas, y que no fallaron aunque nada memorable por ser una banda tan heredera de otras, y el retorno de Standstill, que suponen una mezcla de Vetusta Morla y León Benavante, con algún toque progresivo de Radiohead y folk de varietés a lo Eels, y que para algunos será estomagante y para otros, lo vimos que no sentimos, un recuperado disfrute.

Lástima no haber podido ver a Alcalá Norte cómo se las gastan en directo, pero el horario del eclipse planetario no les favoreció. Sí vimos a su cantante hacer la cola como todo el mundo para cogerse un taxi y además con un mochilón cuadrado de Glovo a su espalda. Trazas de ídolo. Otra vez será.

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