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ABC Cultural

«Voy a parar un poco, quiero conservar lo que tengo: mi familia y mi carrera»

La noche de su reaparición en la Scala de Milán, tras su operación de cáncer, ABC compartió velada y confesiones con Plácido Domingo, que desgranó algunos de sus miedos y de sus futuros proyectos

SUSANA GAVIÑA

Viajar a Milán siempre es excitante. Meca de la moda y el diseño, lo es también de la ópera, gracias al Teatro alla Scala de Milán, templo de la lírica donde han cantado los mejores intérpretes (Callas, Tebaldi, Caruso, Capuccili) y dirigido las mejores batutas ( ... Toscanini, Abbado, Muti, Barenboim) de la Historia de la Música. Hasta allí viajó ABC para presenciar la reaparición de Plácido Domingo (Madrid, 1941) después de la operación a la que fue sometido de urgencia el 2 de marzo para extirparle un pólipo canceroso en el colon. El médico le prescribió al tenor seis semanas de reposo antes de volver al trabajo, y ése es el tiempo que Domingo ha tardado en volver a subirse a un escenario. Lo ha hecho para meterse en la piel de Simon Boccanegra (en julio lo hará en el Teatro Real de Madrid), su último reto: cantar en el registro de barítono. Tras hacerlo con éxito en Berlín y Nueva York, lo afrontó, con buena nota (quince minutos de aplausos), en la ciudad que vio morir a Verdi en 1901. Después de la función, ABC compartió mesa y mantel con el cantante en la Scala. Domingo viste para entonces un traje gris oscuro. Su aspecto es bueno, no parece haber pasado recientemente por el quirófano. «Adelgacé un poco, pero ya he recuperado el peso», comenta entre bromas el tenor, que en los últimos años ha mantenido un «tour de force» con la báscula. En la cena, por supuesto, también se encontraban su mujer, Marta Ornelas; el ssuperintendente de la Scala, Stéphane Lissner (aprovechamos para preguntarle si es verdad que estuvo a punto de fichar por el Teatro Real, y él se limita a sonreír...) y parte de su séquito. El italiano, el francés, el inglés fluyen en las conversaciones, así como los infinitos proyectos de Domingo. A la una y media de la madrugada concluye la cena y emprendemos la retirada junto al tenor. Caminamos hacia el camerino. «La Scala ya no es lo que era. Ha cambiado mucho desde la remodelación», afirma Marta, siempre junto a Domingo. Muchas flores esperan al tenor en el camerino. Marta selecciona algunas y la ayudamos a llevarlas hasta su hotel. No encontramos la salida. «Ha cambiado tanto la Scala», vuelve a repetir el matrimonio con cierta añoranza del teatro en el que debutó Domingo hace ya 40 años. Recorremos pasillos, escaleras... En la puerta de salida espera todavía al tenor una legión de admiradoras. Son casi las dos de la madrugada. Domingo se deja retratar y vuelve a firmar autógrafos, siempre con un gesto amable, sin alterarse. «Es lo menos que puede hacer», asevera rotunda Marta. La noche es fresca en Milán. Nos dirigimos hacia el hotel. Marta se despide amablemente mientras desde el ascensor le recomienda a su marido: «No tardes mucho». Y es que es ahora cuando Domingo, restándole horas a su descanso, se sienta en el bar del hotel, ya cerrado y casi en penumbra, para conceder a ABC esta entrevista. Primero una pregunta musical, lo personal vendrá después: ¿Por qué ha querido interpretar el personaje de Simon Boccanegra, en un registro distinto al suyo, y un papel que tantas veces cantó aquí, en la Scala, Capuccili? Yo vi esas funciones. Para mí siempre fue un sueño interpretar este personaje. Y dije de hecho que quería hacerlo al final de mi carrera, pero se adelantó un poco porque Daniel [Barenboim] insistió. Ya por lo pronto no ha sucedido al final de mi carrera... Un final que muchos llevan augurando, y no hay rueda de prensa o entrevista en que no se le haga la misma pregunta. ¿Cuándo se retirará? Esta noche, después del estreno, no ha sido una excepción, y Domingo ha vuelto a contestar: «Será la voz la que me retire». Lo cierto es que su carrera se va prolongando poco a poco... Qué vamos a hacer (se ríe) ¿Por qué ha decidido regresar tan pronto a los escenarios después de la operación? Gracias a Dios me he sentido muy bien durante la representación. Lo que sí voy a tratar de hacer es evitar algunas cosas que a veces, por esa pasión tan grande que tengo... Le va a matar la pasión... (le interrumpimos) Esperemos que no (se ríe). Yo sé cómo me siento. Si no, no lo hubiera hecho, porque lo que he pasado es una cosa muy seria. La verdad es que todo el mundo tiene en mente un Plácido Domingo imbatible y muy luchador. Capaz de cambiar de continente en apenas unas horas para cantar, dirigir, grabar un disco u organizar una nueva edición de Operalia. No es así... (interrumpe) Y de repente, escucha la palabra cáncer... Precisamente somos humanos. Yo sigo con el mismo entusiasmo. Los médicos me lo han dicho, que afortunadamente no tengo que seguir ningún tipo de tratamiento: «Puedes continuar con tu vida, y tú mismo sabrás lo que tienes que hacer de más o de menos...». Domingo, a medida que pasan los minutos, se va relajando. La noche del estreno ha terminado y ya no tiene que estar pendiente de todo lo que le rodea. Ahora sólo tiene que atender a esta conversación, a media luz y a medio volumen, el justo para romper el silencio de la noche. ¿Esta operación le ha hecho replantearse un poco su forma de vida? ¿Le va a poner algún tipo de límite? Sí, le pondré límites por una sencilla razón: voy a tratar de hacer un poco menos porque quiero mucho todo lo que tengo, la familia, la carrera... porque la vida, a pesar de lo dura que es a veces, merece la pena vivirla. Y si puedes, hay que estar sano. Hay que tener unos chequeos más o menos seguidos... Ahora voy a tratar de hacer un poco menos. Lo importante es dormir bien y estar saludable. Y cuando sales al escenario darlo todo. Lo cierto es que los cantantes se preocupan mucho de su instrumento, la voz, pero a veces se olvidan de todo lo demás... Sí, es cierto que me cuido la voz porque la necesito para cantar. Pero ahora, a mis años [cumplirá 70 el próximo mes de enero], con todo lo que he hecho, es una cuestión que Dios o el destino dirá. Tampoco es una tragedia. He cantado tanto... Por supuesto que quiero seguir cantando pero si, de aquí a un año o a dos meses, la naturaleza te dice hasta aquí, de rodillas estaré agradecido con todo lo que he hecho.

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