El #SeAcabó estalla en la música española: decenas de mujeres denuncian casos de acoso y agresión sexual

Una cuenta recién abierta en Instagram acumula ya dos docenas de testimonios en la industria discográfica. ABC ha hablado con dos artistas más que revelan sus casos «para animar a otras a hacer lo mismo»

Las mujeres de la música toman la palabra con un nuevo MeToo en el horizonte

Nacho Serrano

Las industrias culturales anglosajonas han sido fuertemente sacudidas por un terremoto MeToo que ha cambiado leyes, usos y costumbres con una contundencia inimaginable hace tan sólo unos años. Pero en España ese fenómeno tan sólo se ha producido tímidamente en el mundo del cine, ... tras la denuncia de la agresión sexual sufrida por la actriz Jedet en la fiesta tras la última gala de los premios Feroz. En el de la música no se había oído nada más allá de algún caso aislado (recordemos, por ejemplo, que de las denuncias contra Plácido Domingo todas menos una se produjeron en el extranjero), a pesar de que artistas como Zahara han animado a hablar de sus experiencias a las compañeras que han sufrido este tipo de delitos.

Ella misma confesó haber sufrido una agresión sexual fuera de la industria musical, y reveló que dentro de ella también ha vivido situaciones de acoso. Hace años, en las oficinas de Universal, cuando aún era una principiante en este negocio, un tipo de la compañía la llevó a una habitación que estaba llena de dildos con la marca Rammstein, un excéntrico objeto de promoción del nuevo disco de los alemanes. «Yo quería tirarle las pollas a la cabeza», dijo en una entrevista con Jenesaispop en la que recordó la incómoda escena: «Pensé, «¡gilipollas, qué haces, que tengo veintipocos años! ¿Llega una tía, a una oficina cerrada y te pones a enseñarle pollas?». Quería arrojárselas. Pero lo que dije fue: «jeje»».

Ese bloqueo, ese no saber a ciencia cierta si lo que le están haciendo está mal o es sólo un inocente momento subidito de tono, es un patrón muy común en todas las mujeres que se han enfrentado a situaciones como esta. Y también lo es el hecho de no contarlo. Pero algo empieza a moverse en la industria musical de este país. Justo unos días después de que la cantante Alba Reche dijera en ABC que «algún día habrá un MeToo en la música española», y que «en las discográficas se saben muchas cosas que se han blanqueado», se ha creado en Instagram un perfil llamado 'Abusos en la música' donde se invita a compartir su experiencia a todas aquellas personas «que hayan sufrido una agresión, abusos de poder o acoso machista en el ámbito de la música». La cuenta lleva abierta apenas un par de días y ya hay dos docenas de testimonios, a cual más desgarrador, unidos bajos el hashtag popularizado por las futbolistas de la selección, #SeAcabó.

«C. T. es un cantante muy famoso», arranca uno de ellos. «Cuando trabajamos juntos en una sesión de fotos, después nos liamos en el baño de un bar. No nos acostamos pero fue muy egoísta y solo quiso correrse en mi boca y después me dejó ahí (…) A los años nos encontramos, le pregunté cómo estaba y me empezó a chillar: que no le conocía de nada ni sabía nada de él, que era una estúpida». Otro testimonio, en este caso de una fan, también alude a un tal C. T.: «Fui a un concierto suyo con la pareja que tenía en ese momento. Le pedimos una foto, yo me puse a un extremo y mi pareja al otro, quedando C. T. en el medio. Mientras nos hacían la foto, él bajó su mano por mi cintura de manera lasciva hasta que llegó a mi culo, el cual me apretó mientras sacaban las fotos. Me sentí como una mierda (…) No podía decir nada porque todos adoraban a C. T. e iban a apoyarle por ser quien es. Me dio muchísima rabia e impotencia».

Otra chica denuncia que cuando tenía 19 años, «un productor llamado J. C., que trabaja con el grupo G & M» la engañó para convencerla de que se quedase a dormir en su casa tras una jornada de grabación, y en plena noche se metió en su cama para «restregarse y tocar» su cuerpo sin consentimiento alguno. «Cuando no pude más hice amago de que estaba despertándome en ese momento para que parase. Me fui al baño sin que sospechara que me había dado cuenta de todo, y empecé a vomitar».

Dos jóvenes denuncian que fueron violadas por un tal «DJ N» y un «famoso batería de rock de siglas T. T.», y otra chica habla de un cantautor madrileño llamado «J. R.» que la invitó a su casa para componer y cantar, y con el que acabó teniendo sexo «sin poder recordar nada» de lo ocurrido. También hay una trabajadora de una discográfica que recuerda haber acabado llorando después de que su jefe la recibiera con un azote en el culo al volver de vacaciones, y una periodista que entrevistó a «un conocido cantante de boleros», que denuncia que al terminar su trabajo fue abordada por éste «de forma muy desagradable y explícita» en un ascensor. «Me dijo que me fuera con él a su habitación a tomar cocaína. le dije que no tomaba drogas y se mofó de mí. Salí del hotel apresurada, y una vez fuera me eché a llorar por la tensión».

Algunos de los testimonios recogidos en la cuenta de Instagram 'Abusos en la música' abc

Todas las mujeres que han contado su experiencia en la cuenta de Instagram hablan desde el anonimato y hablan de sus agresores sin nombrarlos, sólo empleando siglas, seguramente por miedo a no poder demostrar lo ocurrido con pruebas en un juicio. Pero ABC ha podido conocer un caso de acoso sexual sufrido por una artista de la escena musical actual que, aun sin dar el nombre del agresor, sí se ha atrevido a dar el suyo propio «para animar a otras a hacer lo mismo» y «para que otras agredidas sepan que no están solas».

Se trata de la violinista Judith Mateo, que trabaja en el mundo de la música desde hace más de dos décadas, y a la que le ocurrió una cosa parecida a la de Zahara pero bastante más grave. Y también fue con un directivo de una gran multinacional, ahora retirado desde hace bastante tiempo. «Nos reunimos para comer él, yo y otra persona que me acompañaba, supuestamente para hablar de un posible fichaje por la compañía», relata Mateo. «Durante la comida empezó a tirarme los trastos sin ningún disimulo, y tanto yo como la persona que iba conmigo, que ya conocía a este hombre desde hacía mucho tiempo, nos quedamos alucinados. Se estaba pasando con sus 'piropos' y la escena se estaba poniendo muy incómoda para mí. Lo que no sabía era que la cosa iba a ponerse bastante peor: de pronto, nos contó que una artista conocidísima le había hecho una felación en su despacho, él sentado en su silla y ella debajo de la mesa como en las películas porno. Yo estaba que no me lo podía creer, miré a mi acompañante y también estaba con los ojos como platos. Pensé que era un exagerado, que se estaba montando una película para dárselas de machito conmigo. Y aunque me dio mucho asco, no le di más importancia».

Lo realmente grave ocurrió días después, cuando volvieron a quedar para comer. Esta vez ellos dos solos. «La reunión era para seguir hablando de mi posible incorporación a Universal. El tío me decía que tenía al mejor productor para mí, que me iba a allanar el camino del éxito, bla, bla, bla… Hasta ahí todo más o menos normal. Durante la comida, esta vez no se propasó de ninguna manera. Así que al terminar nos despedimos educadamente, y él se fue por un lado de la calle y yo por el otro. Pero a los dos minutos o así, recibí un mensaje suyo en mi móvil que me dejó helada. «Mándame una foto de tus tetas, que esta noche quiero hacerme una buena paja pensando en ti. No me lo podía creer. Me entraron ganas de vomitar, y decidí borrar su mensaje y su contacto. No quise saber nada más de él. ¿Si respondí de alguna forma? No, ni siquiera respondí al mensaje. Decidí no volver a verle en mi vida, y él creo que captó mi intención al ver que ya no volvía a comunicarme con él».

La violinista Judith Mateo abc

ABC también ha podido recabar la historia de una cantante conocida por su paso por un talent-show que demuestra que más allá de las denuncias públicas, siempre hay que denunciar estos hechos ante la Justicia. Esta artista sufrió una agresión sexual fuera de la industria, pero después también sufrió acoso por parte de un manager. «Estoy segura de que somos muchas las chicas a las que les han pasado cosas parecidas, pero nadie se atreve a contarlo por lo que pueda pasar», asegura la artista, que debe guardar anonimato por cuestiones legales. «Cuando nos preguntáis si creemos que hay machismo en esta industria, a muchas no sale el humo por las orejas porque no podemos contar ciertas cosas. Hay un miedo gigantesco a que afecte a tu carrera artística, y eso es muy comprensible. ¿Qué pasa cuando una chica abre la boca con este tipo de asuntos? Lo primero, que se duda de ella y de su verdad. Si no tienes pruebas, que casi nunca puedes tenerlas, te empiezan a preguntar qué llevabas puesto ese día, qué le dijiste… qué hiciste para provocarlo, en definitiva. Cuando un hombre es un agresor sexual, hay que tener a un buen número de mujeres que se atrevan a denunciarle. Sólo entonces la gente empieza a pensar, «pues a lo mejor hay algo de cierto»».

 

Esta artista estuvo en Sony más de siete años y no tuvo ningún problema con los trabajadores del sello, pero su representante la acosó con «encerronas constantes» y ella, después de una fase en la que no sabía «qué hacer» y se sentía «arrinconada y avergonzada», acudió a sus abogados. «No hubo juicio porque llegamos a un acuerdo. Ahora, esa persona no puede contactarme. Pero me costó tomar la decisión porque cuando alguien te agrede o te acosa, muchas veces se tiene una sensación de culpabilidad que te bloquea. Me preguntaba, ¿he podido provocar esto yo? ¿he podido hacer algo para que este hombre se comporte como un trastornado? Y llegué a la conclusión de que por mucho que yo hubiera hecho, que en realidad era nada, no hay ninguna justificación para ese tipo de comportamiento. Esta gente te chantajea, y casi siempre, cuando empieza a hacer eso ya no se detiene. Pero hay que denunciar, por una misma y para que no le hagan daño a nadie más».

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