El Liceo estrena una sorprendente ópera de Raquel García-Tomás

Estos últimos días, el ritmo en los ensayos del Liceo es intenso. Viendo a Raquel García-Tomás trabajando mano a mano con el director musical, Ernest Martínez-Izquierdo, uno no puede evitar pensar en cómo debieron ser los últimos preparativos antes del estreno de 'Tosca' o de 'La flauta mágica': quítame un oboe de aquí, ponme un poco más de flauta por allá, que los contrabajos den esa nota un poco más fuerte… Y, en paralelo, se ultiman también los detalles de la puesta en escena, vídeos, la música electrónica que recorre con sutileza toda la partitura… En fin, una locura en la que García-Tomás se mueve como pez en el agua, tras muchos años de trabajo sobre una historia real emocionante y que encaja a la perfección en los debates sobre género tan habituales hoy: la de Herculine Barbin.

Herculine nació en 1838 en Saint-Jean-d'Angély, una localidad francesa que hoy cuenta con poco más de 7.000 habitantes. Vino al mundo con una fisonomía que entonces se consideraba algo así como un error de la naturaleza: presentaba, a la vez, rasgos sexuales masculinos y femeninos. Era un hermafrodita o, en términos de nuestros días, una persona intersexual. Con el bebé recién llegado al mundo, se hizo lo que se solía hacer en tales ocasiones: el médico decidió si era niño o niña, y santas pascuas.

Noticia Relacionada

García-Tomàs: una sublime parodia de Bach

La compositora estrena una obra basada en fragmentos del genio de Leipzig

Así es como Herculine acaba siendo maestra en un internado, donde se enamora y tiene una relación secreta con otra profesora. La naturaleza seguía su curso y, a falta de los tratamientos que habría necesitado, los terribles dolores que sufría la llevaron a manos de un médico que le dio el diagnóstico que cambiaría su vida: en realidad, era un hombre. En el momento en que entendió que su amor por aquella mujer era lo que se consideraba «normal» se dio cuenta también de que jamás podría volver al internado femenino, y mucho menos revelar en aquél pequeño pueblo que era un hombre que había vivido hasta entonces en un lugar prohibido.

El filósofo Michel Foucault señaló, sobre Herculine Barbin, que en realidad el problema no era suyo, sino de la sociedad decimonónica, que exigía definir uno u otro género al nacer: «Durante mucho tiempo, no hubo tales exigencias. Lo prueba la historia del status que la medicina y la justicia otorgaron a los hermafroditas. Se ha tardado mucho en postular que un hermafrodita debía tener un sexo, uno sólo, uno verdadero. Durante siglos, se ha admitido, sencillamente, que tenía dos», escribió.

Ante una vida tan tortuosa, Raquel García Tomás ha tenido que echar mano de una amplia inventiva: «He usado sin complejos todo lo que estaba a mi alcance a favor de explicar la historia, expresar las emociones y establecer un diálogo con el público«. Así, »se flirtea con la estética sonora del siglo XIX, pero con un lenguaje contemporáneo, y hay momentos que nos recuerdan al canto gregoriano«. Liszt y Hildegard von Bingen aparecen entre los recovecos de la vida de Alexina.

La protagonista está encarnada por la mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis, fascinada por la partitura de García-Tomás: «Ella pone sólo lo que hace falta, no va a llenar la partitura para demostrar que sabe, y el resultado es de una enorme sencillez, líneas puras, que nos remiten a algunos compositores barrocos«.

Con 'Alexina B.', García-Tomás se convierte en la segunda compositora que estrena una ópera en el Liceo en sus 175 años de existencia. El ritmo de venta de entradas para las tres únicas funciones programadas podría ir mejor, pero también podría ir peor, tratándose de una ópera contemporánea. El aval del Premio Nacional y del rotundo éxito de su colaboración anterior con Pazos, la hilarante 'Je suis narcisiste' deberían servir para sacar de la modorra al público barcelonés, noqueado tras la anodina experiencia reciente de 'Macbeth' de Verdi y de la mala acogida de la 'Tosca' de Puccini.