Bob Dylan: el bardo es un 'cobardo' virtual
El cantautor prohíbe el uso del móvil durante sus conciertos en esta gira que, desde este miércoles, pasa por España. Los aparatos se guardarán en unas fundas precintadas
Tulsa descifra el proceso creativo de Bob Dylan
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Iniciar sesiónBob Dylan movió cielo y tierra, mayormente el pulgar hacia abajo, para impedir que su concierto en Madrid fuera cronificado (cierto que no es una enfermedad). Tras burlar su 'no' a la acreditación de prensa, la última suya fue la de prohibir que el ... público usara el móvil, experiencia inmersiva en la vida real y sus cantos, esta noche en el inicio de su gira en la capital y que le llevará por ciudades como Huesca, Logroño y Alicante. Provincias. También es el mejor, no lo olvidemos. 'El cantautor fantasmagórico en la España Vaciada Tour 2026'. Ojalá. Son 82 años. Muy difícil.
El autor de 'Like a Rolling Stone' no ha dejado tampoco que fueran fotógrafos, obviamente, un Rolling Stone invertido, satánico de verdad, las dos caras de una moneda espiritual. Cuando actuaron hace poco Jagger, Richards y Cía. 'postearon' simpáticas fotos en su Instagram y convocaron en Barajas a la prensa a recibir al avión del lametón. Sin embargo, Dylan no luce el más 'tiktoker', el bardo es un 'cobardo' y no quiere existir en la irrealidad de nuestras redes. Recordemos que el Nobel de Literatura con menos libros publicados ni fue a Estocolmo, mandó a Patti Smith. Una obsesión por la evanescencia, lo cual no ha sido óbice para que servidor pidiera entrevistarle estos días (agradezco al promotor que no sufriera un infarto de la risa).
Justamente, el líder de la España vacía, Sergio del Molino, ha escrito en Facebook un texto ironizando sobre la naturaleza masoca de los dylanitas. «El propio Dylan revisará a los asistentes en la puerta del concierto y romperá todos los móviles que encuentre. Tampoco se tolerarán los aplausos ni reacción alguna del público que importune al artista. Para ello, los asistentes serán maniatados y amordazados. Los gastos derivados de la seguridad se cargarán a las entradas, que pasarán a costar 2.000 euros. Las entradas se agotaron a los 10 minutos». Y tiene razón. Y no. Muchos le odian aún amándole, no han ido a verle y les ha dolido. Él no dice nada.
Y no dice nada porque puede. He leído reseñas especulando qué quería decir Dylan cuando señaló sobre el escenario a su guitarrista. ¡No habla ni a sus músicos! Y al respetable, menos. Una vez le vi camuflado entre su banda, todos vestidos igual, me costó medio concierto ubicarle. Proinvisibilidad. Y monje de voto de silencio, un lujo que no es de este mundo, y la sensación de que el de Duluth está llamando desde hace décadas y cada vez más fuerte a las puertas de una hondura propia que mira solo ya a Dios. Y Dios, como hace Dylan con el resto, nunca responde. Mejor.
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