James Taylor: «Ingresar en un psiquiátrico borró las expectativas que mis padres tenían de mí. Me hizo libre»

El legendario cantautor de Boston pasa con su gira por Madrid (día 19), Barcelona (20) y Bilbao (22)

El cantautor James Taylor ABC

Nacho Serrano

Para un cantautor como James Taylor, grabar un disco de versiones de los grandes estándares de la música popular norteamericana ha sido pan comido. Tal ha sido su acierto al enfrentarse a clásicos como 'My blue heaven', 'Ol' Man river', 'Teach me tonight' o ' ... Moon river', que el año pasado la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos le concedió a su 'American Standards' el Grammy al Mejor Álbum de Pop Vocal Tradicional. En la gira que lo trae la semana que viene a España, no obstante, va a recorrer toda su trayectoria musical. Momento perfecto para charlar con él sobre su azarosa vida artística y personal.

Le esperamos con muchas ganas.

He estado en España varias veces, y seguir teniendo la oportunidad de tocar para vosotros, de viajar a Europa, la sola posibilidad de salir de mi país, es de las mejores cosas que tengo en la vida. Sigue siendo muy emocionante actuar en lugares tan lejanos de casa. Recuerdo la primera vez que estuve en Europa, en 1968. Fue justo después de viajar a Londres para firmar mi contrato con Apple Records. Un amigo y yo cogimos un avión y fuimos para allá sin pensarlo dos veces, teníamos muchas ganas de conocer vuestro país. ¿Sabes? En ese viaje, recorriendo España, escribí una de mis canciones más famosas, 'Carolina in my mind'. La compuse en la isla de Formentera. Tenía veinte años.

Precisamente en ese momento es donde acaba la historia sobre sus primeros años de vida que cuenta en el audio-libro que publicó en 2021, 'Break Shot'. ¿Cómo surgió la idea de grabarlo?

Todo lo que hice después de cumplir los veinte años está ya contado, escrito y publicado. Todo el mundo sabe qué hice a continuación, pero nadie sabía qué hice antes. Para mí no tiene ningún sentido contar lo que ya se sabe. Una compañía de audiolibros me contactó y me sugirió la idea de contar lo que no se sabe, y me pareció una buena idea. Me ha servido para organizar todo mi pasado en mi cabeza.

¿Y cómo fue ese viaje al pasado?

Imagino que todo el que escribe una autobiografía ha experimentado las sensaciones de viajar a un pasado casi olvidado. Cuando pones todo eso en perspectiva, es muy revelador. Todo el mundo dice que no hay que vivir en el pasado, pero la realidad es que es muy difícil no hacerlo, porque cuando somos jóvenes somos páginas en blanco que quedan marcadas por nuestras experiencias familiares. Por eso, en nuestras vidas estamos constantemente lidiando con nuestro pasado. Y a veces es muy recomendable volver a él para ordenarlo en nuestra mente, y así poder dejarlo atrás. Ese ha sido el principal beneficio que he sacado del audiolibro.

Video.

James Taylor ABC

Cuando tenía dieciséis años pasó casi un año en un psiquiátrico. ¿Cómo afectó esa experiencia a su forma de ver la vida?

Creo que en realidad, lo que me pasó no fue muy distinto a lo que le ocurre a la mayoría de los adolescentes. Pretendemos meterlos de golpe en la vida adulta, y eso es muy estresante para un chaval. Sufrir una crisis nerviosa e ingresar en un hospital psiquiátrico borró de un plumazo las expectativas que mis padres tenían de mí, de lo que podría conseguir en la vida. Y paradójicamente eso me hizo libre. Justo después de eso me fui a Nueva York para formar una banda, viajé a Europa, comencé una carrera musical… Para hacer todo eso tenía que liberarme de las expectativas familiares, y el psiquiátrico sirvió para eso, también porque cercenó mis posibilidades de estudiar y tener una vida normal. En Estados Unidos la educación es carísima, y como mi familia se gastó en el psiquiátrico todos los ahorros que tenían para la universidad, cuando salí de allí me había liberado de mi destino universitario. No tenía forma de estudiar, así que me lancé a la música.

Cuando una ventana se cierra, otra se abre.

La música ya me interesaba desde hacía un tiempo. Escribía canciones, tocaba con grupos, y poco a poco me fui dando cuenta de que eso era lo único que me daba paz y me hacía feliz. Así que sí, el psiquiátrico me cerró las puertas de la universidad pero me abrió las de la música.

¿Cuándo fue la primera vez que subió a un escenario y pensó, «a la gente realmente le gusta lo que hago»?

Creo que debió ser en 1966. Cuando empecé a hacer música, iba en la onda folk de Joan Baez, Bob Dylan, Peter, Paul & Mary, The Kingston Trio, Sonny & Cher, Brian McGee, Reverend Gary Davis, Odetta… era un momento en el que era posible actuar sólo con tener una guitarra y presentándote en un garito o en colegios mayores diciendo que sabías tocar y cantar. Sobre todo en los Coffee Houses de Nueva York, donde una vez a la semana había una noche de 'open-mic' en la que cualquiera podía subir al escenario. Esas veladas, en el mundillo folk se llamaban 'hootenanny', y allí fue donde la reacción de mi público me descubrió que podía dedicarme a esto. Al volver de firmar con Apple en Inglaterra noté que las cosas empezaban a irme bien en ese circuito. Tocaba mucho en el Bitter End y en el Gerde's Folk City de Nueva York, en el Main Point de Filadelfia, en El Salvador de Washington D.C., en el Unicorn o el Club 47 de Boston… había muchos clubes y universidades donde tocar. En esa época tocaba con el batería Steve Gadd, el bajista Jimmy Johnson y el guitarrista Mike Landau, todos ellos músicos bien conocidos en España.

«Pongo demandas a Warner y Columbia cada tres o cuatro años»

En los días bohemios del Greenwich Village, ¿la idea del éxito le parecía burguesa?

En realidad no. Quería tener éxito, firmar un buen contrato, tocar delante de mucha gente por todo el mundo… Lo que no quería, y rechazaba con toda mi alma, era la fama, la celebridad. Tenía mucho cuidado con eso, porque sirven para que la gente conozca tu música pero convierten tu vida en una farsa que te acaba distrayendo de lo realmente importante. Me gusta que la gente se me acerque por la calle porque tengo seguidores muy respetuosos y no me abruman, pero más allá de eso, prefiero huir de todo lo que significa la palabra celebridad.

Cuando empezó a ganar mucho dinero, ¿le costó mucho lidiar con el lado más agresivo del negocio?

No es que haya un lado agresivo. Es que el negocio es así. A los hombres de negocios no les interesa el arte, sólo los 'productos', la pasta. Por eso siempre intentan inflar artificialmente la fama de sus artistas. Hay gente ante la que tienes que plegarte si quieres que tu música sea conocida, pero en la mayoría de los casos resulta muy difícil porque es gente muy estúpida, ciega y sorda. No quieren que el artista se sienta bien y seguro, sólo que su producto se venda bien. ¿Y sabes? Esto no fue siempre así. En los comienzos de la industria de la música, antes de que se corporativizara completamente, había hombres de negocios que estaban ahí no por el dinero, sino porque amaban la música de verdad. Gente como Ahmet Ertegun en Atlantic Records, John Pailey en Columbia Records, Mo Austin y Joe Smith en Warner, David Geffen… la cultura les interesaba de verdad. Pero las corporaciones que se apropiaron de todas ellas las convirtieron en máquinas de hacer dinero. Y eso se lo puso muy difícil a los artistas. Siempre lo hemos tenido difícil, antes de que todo esto ocurriera. Antes de que la música fuera un producto comercial, tenías que agradar a ciertas personas antes de ver tu música en las tiendas. Incluso en tiempos remotos, cuando tu carrera dependía de cómo cantases en la iglesia o en la corte del rey. Pero todo eso era mucho más sincero, menos tóxico.

Seguro que sabe que Mo Austin murió hace unas semanas.

Sí, lo sé. Mo Austin y Joe Smith formaron en Warner una de las mejores parejas que ha habido en este negocio, y con ellos grabé algunos álbumes estupendos en Burbank (California) como 'Gorilla' (1975) o 'In the pocket' (1976). Fueron buenos tiempos. Había una comunidad musical fuerte, y Mo fue uno de los que la fortaleció.

Recuerdo que hace unos diez años demandó a Warner por dos millones de dólares, acusando a la compañía de no pagarle justamente por las ventas digitales. ¿Qué pasó con eso? ¿Ganó usted?

Pongo demandas a Warner y a Columbia cada tres o cuatro años. Los problemas con los royalties digitales ocurren constantemente. No te pagan justamente hasta que revisas los libros de contabilidad y te das cuenta de que algo pasa. Parece que quieren forzarte a hacerlo, como si quisieran que yo hiciera su trabajo para dilucidar cuánto te tienen que pagar. Es una actitud realmente despreciable por su parte. ¿En qué negocio se ha visto algo parecido? En el juicio que has mencionado gané, pero sólo obtuve un cincuenta por ciento de lo que me debían. Suerte que tengo el éxito suficiente para permitirme pagar buenos abogados y luchar con esta gente. Si no te los puedes permitir, ellos directamente no te pagan porque saben que no puedes hacer nada. Hay muchos, muchísimos artistas que están sufriendo esto. Podría hablar horas sobre este tema. Es una vergüenza. Las vidas de los artistas dependen de un trato justo. Es genial ser artista, de eso no hay duda. Pero si alguien está ganando dinero con su arte, el artista debería cobrar lo que le corresponde por derecho. Si la música fuera gratis para todo el mundo, estaría de acuerdo en no ver un dólar por mi música, pero si hay gente ganando dinero con ella, yo también merezco mi parte. Ahora el negocio ha vuelto a cambiar completamente, y creo que la revolución de la información digital va a seguir introduciendo cambios importantes. Estamos sólo en el principio de esta nueva era, y si los artistas no hacemos algo ahora vamos a vivir situaciones dramáticas en el futuro. No sólo los músicos. También los escritores, los cineastas, los periodistas… Tenemos que recuperar algo de control sobre nuestro trabajo.

Muchos compositores están vendiendo sus repertorios en acuerdos multimillonarios. ¿Consideraría hacer lo mismo si apareciera una buena oferta?

Si esa oferta apareciera, probablemente lo haría. El próximo mes de marzo cumplo 75 años, y tengo que empezar a pensar en lo que le voy a dejar a mis hijos. Tengo que organizarme y crear alguna especie de empresa que administre mi catálogo, y estudie ese tipo de ofertas. Desafortunadamente, al principio de mi carrera firmé algunos contratos muy desfavorables para mí y perdí toda posibilidad de poseer los derechos de esas canciones. Esos derechos están muy bien atados y es difícil cambiar esa situación. De todos modos, en mi caso particular no estoy seguro de que vender mi repertorio entero sea una buena idea. Creo que buscaré un punto intermedio.

«Si eres un adicto, el alcohol es de las peores opciones que puedes elegir»

Durante su crecimiento como artista, cayó en el pozo de la adicción a las drogas duras.

Hay drogas que si caes en ellas durante unos meses, puede tardar años en deshacerte de ellas. Muy pocas sustancias pueden tener una presencia sostenida en tu vida. Si necesitas automedicarte drogándote y bebiendo para poder lidiar con tu vida, es cuando tienes un problema. Hay algo que todos los adictos tienen en común cuando comienza su adicción: la droga es lo único que tiene respuestas para todo. Soluciona todos tus problemas. Pero cuando llevas años consumiéndola deja de tener esa función, y las secuelas de ese consumo son lo que acaban marcando tu vida. Destrozan tu salud, te llevan a la cárcel, arruina tus relaciones personales y familiares. Especialmente el alcohol, que es una droga terrible. Si eres un adicto, el alcohol es de las peores opciones que puedes elegir. En Estados Unidos se ha legalizado la marihuana en casi todas partes, y creo que es una droga muchísimo menos dañina. No convierte a la gente en monstruos que pegan a su familia ni en locos al volante. Llevo sobrio en todos los sentidos desde 1993, pero creo que el proceso de legalización de la marihuana es muy interesante y me gustaría ver a dónde lleva.

El mundo siempre ha estado hecho unos zorros, pero ahora parece que hay un clima especialmente inquietante, peligroso. ¿Cómo ve el futuro próximo?

La población humana no puede continuar creciendo sin agotar los recursos, y estamos llegando a un punto en el que esos recursos ya no pueden alimentar tanta actividad industrial. También tengo claro que tenemos que limitar los gases de efecto invernadero, y estos dos temas necesitan de una cooperación internacional colosal. ¿Y qué estamos viendo? Lo contrario a la cooperación: la guerra. Una sola persona, ¡una sola persona! Vladimir Putin, decide que quiere atacar a otro país y poseerlo. Y eso es lo contrario de lo que necesita el mundo ahora mismo. Tenemos que modificar la actividad humana, y sin una cooperación internacional vamos directos a la catástrofe. La civilización, para mí, significa cooperación entre desconocidos. Pero un hombre con armas nucleares es capaz de mandarlo todo a la mierda. No podemos permitirnos actitudes como la de Putin. No tenemos tiempo.

Habrá que sacar algo bueno de todo esto. ¿La situación actual le inspira de alguna manera?

Estoy escribiendo canciones, y en cuanto termine esta gira voy a seguir componiendo. Sí, creo que al menos me queda un álbum de material original más por publicar.

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