El 'inexplicable' éxito de Camela: el fin del falso dilema en la música pop

Que la crítica musical haya sido tan cegata con ellos durante décadas mientras sus cintas se despachaban por millones, es otro indicador de que lo suyo ha discurrido por el circuito más puro, auténtico y real, el menos contaminado, el del boca a boca y el del desprecio a los dictados de los despachos de las grandes compañías discográficas y a las farfullas de los sabiondos de las revistas esnobistas. Y se diría que el fenómeno Camela está esculpido en piedra en lugar de en gelatina como el de otros artistas, porque Dioni y Ángeles cada vez están más fuertes. Así lo demuestran los números de sus ventas de discos (cerca de diez millones de copias despachadas), los llenazos de sus conciertos y sus giras (siempre con entradas a precios populares), su creciente reservorio de hits, y también el huracán de alegría fraternal que desataron al subir al escenario junto a las campeonas del mundo de fútbol este lunes en Madrid Río.

«Lo que me parece inexplicable es que lo que llaman el gran público y los medios de comunicación hayan tardado tanto tiempo en darse cuenta del inmenso talento pop de Camela», denuncia el primer (y durante mucho tiempo único) crítico musical especializado que ha defendido y proclamado a los cuatro vientos las virtudes de la dupla de San Cristóbal de los Ángeles, Víctor Lenore. «En ambientes modernos, rockeros y malasañeros, siempre se ha adorado a grupos que aunque no lo parezcan, en realidad son muy similares a Camela. Por ejemplo Los Ramones. Las chicas de la selección celebraban sus victorias con la canción 'Dame tu cariño', y si la comparas con 'I wanna be your boyfriend', ¡tienen letras que son muy parecidas! Tienen el mismo sentimiento, que es estar enamorado de alguien y sentir la incertidumbre de esas expectativas de que todo salga bien, y de cómo cambiaría tu vida si así fuese. ¡La podría cantar Camela!».

Noticia Relacionada

Camela, el grupo de música que vertebra España

Nacho Serrano

El dúo será la gran estrella de la verbena de San Isidro con un concierto en La Pradera este lunes 15 de mayo

Nada ha parado a Camela en todos estos años, y mira que se ha intentado. De muchas y variadas formas. No sólo desde los textos despectivos de plumillas ávidos de descargo facilón, ni desde los jurados de los premios. Por poner un ejemplo sangrante, en la desaparecida tienda Madrid Rock tenían una lista donde se enumeraban los álbumes más vendidos, y aunque Camela fuese el número uno por datos objetivos, se cometía la execrable injusticia de vetarlos porque consideraban que no lucían bien junto a los artistas más cool del momento. «No les parecía molón poner a 'los gitanos del teclado y la cabra', por mucho que sus canciones fuesen música con mayúsculas, que han aguantado el paso de las décadas, y que de hecho cada vez son más frescas», recuerda Lenore.

Otra cosa a destacar en las tesis explicativas del enorme éxito de Camela es, según el periodista que ahora dirige la sección cultural de Voz Pópuli, su firme ética de trabajo. «A ellos les da mucha rabia cuando les llaman de mil y un rincones de España y no pueden ir a todos. Como dice Dioni, ellos quieren tocar 'en cada pedanía' de nuestro país. Son unos trabajadores incansables, dan cientos de conciertos al año, y están tan a gusto en España que apenas han trabajado el mercado del directo latinoamericano, que seguramente los haría más grandes todavía. En cualquier caso, cuando eres tan grande como Camela, lo inexplicable no existe. Lo inexplicable es que tanta gente no haya dado reconocimiento a un éxito tan grande que se ha construido de abajo a arriba, y desde uno de nuestros mejores estilos, que es la rumba catalana. Se ha tenido a sus fans como público de baja estofa, pero se ha demostrado que los gustos musicales de esa gente son con los que acabamos conviviendo todos».

Si las autoridades pertinentes eligieron a Camela para actuar en las celebraciones del título (junto a Juan Magán, otro icono del pop-pop, o Vicco, cuya 'Nochentera' ha eclipsado hasta la oscuridad total a su rival ganadora de Benidorm Fest por aclamación popular), fue en buena parte porque las propias jugadoras han canturreado sus canciones cuando tenían que dar rienda suelta a su euforia con total consenso. Y las canturrean porque, aquí está el quid del asunto, se acuerdan de ellas. Sus estribillos perduran. Unen. Y así es como se vertebra España a través de la cultura.