Eros Ramazzotti abandonó el escenario del WiZink por el trato de la seguridad a sus fans

El italiano recala en Madrid con la gira de 'Battito Infinito World Tour' con llenazo, éxito y polémica

Eros Ramazzotti: «Mi único límite con la música es el trap»

Andrés Castaño

Madrid

«Seguridad, os vais o me voy yo», amenazó. Para luego espetar rotundamente al servicio de seguridad del WiZink: «Yo me voy, la gente está aquí para divertirse. No se trata así a la gente. No hay que tocarla ni empujarla», y salió ... del escenario tras interpretar 'Stella gemela'. Antes se había lucido con solos de guitarra cual estrella de rock. Anoche Eros Ramazzotti abandonó por momentos el escenario del WiZink por el trato dispensado por el servicio de seguridad a sus fans que se congregaron en masa en las primeras filas, en un concierto sentado. Ocurría cuando llevaba ocho canciones de su concierto madrileño. Su tour mánager le convencería entre bambalinas de que volviera a salir. Este arrebato defensivo a sus fans, a punto estuvo de ir a mayores. Los fans salieron en manada con 'Più che puoi' a las primeras filas dificultando la visibilidad al público sentado en la pista.

Eran la 21:15 cuando salen los 10 músicos que acompañan al italiano Eros Ramazzotti en un WiZink hasta la bandera. El italiano aparece ataviado con una chupa de cuero, camiseta negra estampada, pantalones y botas militares, cadenas y múltiples tatuajes visibles (¿quién no lleva un tatuaje hoy en día?), como si fuera una estrella punk rock, pero ni de lejos. Arrancan con 'Battito Infinito', la canción de más de 8 minutos con la que cierra su último disco publicado en septiembre del año pasado, y excusa de la presente gira mundial. Se trata de una balada que añade un punto sinfónico al clásico pop rock que aupó en el pasado al éxito a Ramazzotti.

El italiano desgranó sus clásicos populares ('Quanto amore sei', 'Se bastasse una canzione', 'Fuoco nel fuoco', 'Terra Promessa', 'Cose de la vitta' entre otras), para alegría del respetable junto a canciones recientes como 'Soy' ('Sono' en italiano), el 'cameo' de su último disco junto a Alejandro Sanz, que apareció en vídeo en las pantallas grandes del fondo del escenario. Destila sin problemas su fórmula AOR (Adult Oriented Rock), combinada con esa canción ligera, esas baladas románticas que tanto encandilan a su legión de seguidores.

Ramazzotti combina a la perfección en su cancionero el italiano y español, en esa odisea de conquista del mercado hispano que practicaron con éxito unos cuántos artistas italianos en los años 80 y 90. La escenografía resulta sobria, pero unas rejas intermedias incomodan (como si fuera un filtro cutre de Instagram) para ver unas visuales que tiran mucho de naturaleza, elementos como agua, fuego o el punto romántico de flores y otros elementos pomposos, incluyendo un césped en 3D bastante 'chusquero'.

Eros se paseó por el escenario cerca de las vallas como un pequeño dios bendiciendo a sus acólitos, de una religión musical infalible amplificada a prueba de radiar hasta la extenuación sus canciones. En Eros cabe de todo. Estira la épica hasta la extenuación. Se marca un unplugged con un punto acústico flamenquito, cajón mediante. Y luego explota el poder del saxo como si fuera un Kenny G del siglo XXI, o explorase el free jazz. Y también ataca una versión del 'No Woman No Cry» de Bob Marley. Todo es atreverse aún cayendo en la obviedad. Se despide a lo grande con 'Più bella cosa' y con un 'Te quiero Madrid' mientras las cámaras enfocan su última camiseta estampada con un 'No War, Yes Music'. ¿La música comercial nos salvará de la debacle?

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