La Biennale Musica de Venecia se vuelve digital
Brian Eno recibió el León de Oro a su trayectoria
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Morton Subotnick y Lillevan
La actual edición de la Biennale Musica de Venecia, con desarrollo en la segunda quincena de octubre, ha querido penetrar allí donde bulle la agitación artística, se transita por lo inaudito y se activa lo dispar. Es verdad que el espíritu aventurero está muy ... presente desde que la actual directora Lucia Ronchetti asumió el cargo en 2021, pero la intención por inmiscuirse en un fluido artístico que desde estrictos ámbitos académicos resulta heterodoxo es ahora mucho más profunda. Frente a la vanguardia de la escritura, 'Micro-music', que es el título de esta edición, señala hacia el sonido digital como lenguaje de investigación, sistema de producción y forma alternativa de difusión en el espacio, lo que supone la valorización de una particularidad musical cuyo muy amplio mercado se enfrenta a la decadencia física y social que manifiestan otros ámbitos normalizados. La edición 2023 se ha plegado ante el pionero de la música electrónica e inventor Morton Subotnick y se ha detenido ante John Zorn, saxofonista, hereje y amigo de lo extremo, para acabar concediendo el León de Oro a Brian Eno (Melton, Reino Unido, 1948), lo que supone una curiosa estrategia de expansión a partir de un estereotipo musical y militante de especial importancia en la cultura popular de las últimas décadas.
Admítanse las razones de Ronchetti al plantear una Biennale Musica que se niega a lo acomodaticio, que asume lo radical y que además se difunde por rincones inauditos de la ciudad en forma de instalaciones sonoras dispuestas a interrogar al paseante distraído, por ejemplo dentro del recinto la bienal de arquitectura instalada en Arsenal, este año presentada en forma de «laboratorio del futuro»; en iglesias poco transitadas, o por teatros y lugares históricos inéditos de la ciudad, tanto en la laguna como en tierra firme. El incremento del presupuesto de la actual edición de la Biennale Musica ha permitido construir un festival que alarga su calendario, que incorpora cuatro decenas de producciones y coproducciones, muchas de ellas encargos de la propia Biennale, y setenta nuevas obras presentadas con carácter de estreno. Seis secciones recolocan la programación con miradas a las 'microscopías' de sonido, al sonido difundido por órganos venecianos, los horizontes del sonido digital o los estudios de sonido. A punto de cerrar se hace balance y se contabilizan 19.000 espectadores, lo que duplica la cantidad de la pasada edición.
'Star-system'
El aspecto cuantitativo y el importante peso que la Biennale adquiere este año viene avalado por la confianza de las instituciones en un proyecto que a lo largo de casi siete décadas se fijó en el 'star system' de la vanguardia musical, del mismo modo que ahora se acerca a lo menos evidente como ejemplo de un mundo plural, en el que la transversalidad, lo difuso y lo concreto, lo acomodaticio pero también lo comprometido reclaman su espacio vital. Las publicaciones en torno a la Biennale son un referencia que ayuda a entender el fenómeno. Por ejemplo el libro de Carlo Fontana 'La mia Biennale. Cronaca della rassegna musicale veneziana 1983-1986', con algunas formidables fotos de Lorenzo Capellini, que demuestran el calado histórico del evento. En una posición inmediata está el libro-programa para la edición de este año, que con su 392 páginas y con numerosos estudios y análisis se convierte en una referencia a tener en cuenta a la hora de penetrar en el fenómeno de lo electrónico y su condición espectacular.
La palabra no es inocua pues sobre ella también pivota la Biennale Musica de este año y el debate que han generado algunas de las propuestas. Como prólogo a las tendencias en la interpretación de la electrónica en vivo están los conciertos pensados para el Teatro alle Tese, donde los espectadores de pie o sentados, accediendo o saliendo en cualquier momento escuchan actuaciones de música electrónica experimental en manos de diseñadores de sonido, DJ y productores activos. Las veladas del Club Micro-Music, informales y repletas de curiosos, personas entregadas a la causa de una música de indudable organicidad pueden simplificarse en 'La notte di Sonic Acts', organización con sede en Amsterdam, organizadora a su vez de un festival bienal que recorre espacios alternativos de la capital. Snufkin encabezó el programa imponiéndose por la capacidad de sorpresa, la audacia para la fusión y la riqueza del planteamiento, capaz de insuflar energía a quienes muy pocas horas antes habían decidido meditar en el lejano espacio de la basílica de San Pietro in Castello. La organista y compositora Kali Malone junto al violonchelista Lucy Railton y el guitarrista Stephen O'Malley son los autores de 'Trinity Form', encargo expresamente pensado para el lugar. Largas armonías, sutiles superposiciones sonoras y delicadísimos encuentros tímbricos de sustancia elemental que la compositora estadounidense incluye en su propio sistema de estructura minimalista y recorrido ambiental.
Dimensión social
Muy al contrario, Brigitta Mutendorf es una compositora alemana que se distingue por examinar la dimensión social de la música y, en particular, las relaciones entre la creatividad, la tecnología digital y los medios sociales. La madurez de 'Orbit-A War Series' debe tenerse en cuenta por su fuerza expresiva, apoyada en textos que explican la situación de las mujeres en tiempo de guerra, con la violación como arma destructiva, lo que significa mirar a esclavas sexuales de las tropas japonesas en la Segunda Guerra Mundial, la represión provocada en Irán tras la muerte de Jina Mahsa Amini, o a la actualidad de Polonia y Estados Unidos en relación al aborto. Técnicamente, el proyecto manifiesta su estricta contemporaneidad al manejar la Inteligencia Artificial (IA) como sistema de filtrado de las voces, en paralelo a la grabación directa, todo ello difundido de manera dinámica por la sala con apoyo de la iluminación diseñada por la española Begoña García Navas. 'Orbit-A War Series' es un oratorio espacial en 3D-Audio al que, por su fuerza y firmeza expresiva, bien puede situarse como uno de los puntos culminantes de la Biennale Musica de este año, y un éxito más para una autora reconocible por su sensualidad y fuerza expresiva.
Brian Eno
Porque el principio ideológico también es un argumento que explica el Leone d'oro a la carrera concedido a Brian Eno, compositor, productor, y pionero en géneros musicales como el 'ambient', el glam-rock, la música electrónica y experimental. En respuesta al galardón, Eno presentó en el Teatro de la Fenice la primera interpretación de 'Ship' como arreglo de la versión inicial de 2016, recrecida al incorporar un orquesta que 'no se comporta como una orquesta', en este caso la amplificada Filarmónica del Mar Báltico dirigida por un afectado y gestualmente ridículo Krystjan Järvi. El éxito de la propuesta, muy aplaudida por un público mayoritariamente incondicional, hay que relacionarlo con el reconocimiento a una carrera labrada con habilidad desde que Eno abandonara Roxy Music, y creciera con logros evidentes que ahora, y ante este 'Ship', parecen concluir en un populismo facilón, fortalecido por una puesta en escena tan escasa de imaginación como contundentemente tópica a partir de luces en movimiento, una potente neblina escénica y movimientos escénicos de apariencia sofisticada.
León de Oro
'Ship' manifiesta en sí mismo un evidente agotamiento, ya sea por las recurrencia de determinados flujos sonoros, por la elementalidad melódica o por la banal presencia sinfónica. Pero se jaleó el espectáculo y también el discurso que Eno dio en el acto de concesión del Leone d'oro, construido con amabilidad e inteligencia por quien argumenta con razones inmediatas el valor ecologismo, la defensa del débil y la prevención ante los peligros de la tecnología. Creedme, digo la verdad, señala un músico que se opone al método aun reconociendo el sentido formulista que alcanza su música, que advierte del peligro del algoritmo que controla las redes sociales mientras él mismo construye a su alrededor una estructura no menos determinista. 'Ship' y su proceso de elaboración 'generativa' es en sí mismo una instrucción informática que mezcla minimalismo y canción pop, con una puesta en escena que apela a lo mesiánico. De ahí que la presencia de Eno en la Biennale Musica de Venecia solo pueda interpretarse como una paradoja formidable. Es más: alejado del beneplácito de la industria en la que Eno desarrolla su carrera y que en su día consideró que 'The Ship' le devolvía a lo más alto de su trayectoria creativa; colocado ante el compromiso de defender ideas de verdadera calidad ética y estética; dispuesto, en definitiva, a convencer a los impenitentes en un espacio creativo distante de su ámbito natural, la presencia de Eno en la Biennale Musica solo cabe entenderse como gesto de autocomplacencia.
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