Chick Corea
Seis décadas en permanente desafío
Corea fue un fenómeno de masas, en la misma medida que una estrella del pop
Muere el legendario pianista y compositor Chick Corea
Luis Martín
Su piano era inconfundible. Cuando se escuchaban sus escapadas de la estructura prevista en los lances melódicos y los mordientes de su teclado en ‘Spain’, era fácil imaginar frente al instrumento el rostro sonriente de Armando Anthony ‘Chick’ Corea, un jazzista sin contemplaciones , ... un improvisador sin freno y un artista que, en cada entrega ante el público, necesitaba asociarse con todos y recibir y responder a su complicidad. Era la misma cooperación que él afirmaba descubrir en el calor del murmullo y en la tensión del silencio.
El próximo verano hará seis años que más de cuatro mil personas aplaudieron al músico en el único concierto que ofreció en España con la gira que le traía junto al también pianista Herbie Hancock. La cita se produjo en el polideportivo de Mendizorrotza, en Vitoria, y ya entonces volvió a llamar mi atención que el público no fuese, en su totalidad, el habitual que, en ocasiones anteriores, había llenado este recinto. Corea, como su amigo Hancock, como también Keith Jarrett, trascendían el jazz. Era un fenómeno de masas, en la misma medida que pueda serlo cualquier estrella del pop.
En el principio fue la Return to Forever. Siempre fue así. El grupo que formó en los comienzos de los años 70 del siglo pasado, con Joe Farrell, Stanley Clarke, Flora Purim y Airto Moreira, marcó, probablemente, el inicio de la leyenda. Aquella primera versión de la Return to Forever fue otra más de las escisiones a las que dio lugar la experiencia de fusión con el rock que Miles Davis había llevado a cabo en las postrimerías de la década anterior. Con la Return to Forever -como con la Lifetime de Tony Williams, la Mahavishnu de John McLaughlin, o aquel Weather Report de Joe Zawinul- el jazzrock, apenas acabado de nacer, alcanzó sus más altas cumbres, sin que nada pudiera igualarlas con posterioridad. Ni siquiera las sucesivas reconstituciones de esta banda, bastante aburridas por cierto y no -como el músico pretendía- una continuación de aquellas aventuras vividas en el filo del rock.
Retorno a la tradición
Mucho más interesante fue el retorno permanente a la tradición, que, cada cierto tiempo, mostró su carrera. Ahí sí que Corea se presentaba ante nuestros oídos como una enciclopedia viva de la música de jazz y como el hombre a un piano pegado, que realmente era. Al margen de sus presentaciones junto al vibrafonista Gary Burton, le recuerdo en 2012 y 2019, compareciendo en el Auditorio Nacional de Música con el sonido y la potencia equivalentes a la entrega que se disfrutaba en los dos volúmenes del disco ‘Trilogy’, que vino a promocionar con su trío, completado por Christian McBride en el contrabajo, y Brian Blade en la batería. En el repertorio escuchado en ambas ocasiones, volvió a hacerse diáfano que una presentación de Chick Corea no era precisamente un acontecimiento episódico.
Y, después, como en el famoso principio de las mareas, de nuevo el regreso a otro de los proyectos que, entre nosotros, más incondicionales le proporcionaron. Y, también, en igual medida, más detractores. Hablo de la nueva versión de su banda Touchtone, conocida ahora como The Spanish Heart Band. En esencia, un preparado sonoro de aires hispanos, latinos y flamencos, sin demasiado orden ni concierto, puesto en pie por una generación de músicos que, como Jorge Pardo o Carlos Beanvent , creció con los ventrículos de su corazón comprometidos con dos idiomas: el jazz y el flamenco.
En el mes de septiembre del pasado 2020, Chick Coea volvió a la tradición acústica, mezclando estándares del jazz con clásicos del barroco y el romanticismo. El resultado de este curioso experimento está documentado en el disco ‘Chick Corea plays’ , grabado en directo el 4 de septiembre en el auditorio de Clearwater (Pinellas, Florida). En este disco doble se vuelve a disfrutar, como en las dos entregas de ‘Trilogy’, de una sesión de la memoria, un temario que hace recuperar la esencia del mejor jazz, asistiendo, en directo, a la relectura hecha por uno de sus principales protagonistas.
El que ha muerto a la edad de 79 años, es un músico que llevaba seis décadas viviendo en permanente desafío.
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