Pereza, la unión hace la fuerza

Ambos se emplearon a fondo, no dejaron retales que cortar y ofrecieron un gran espectáculo compuesto por una sencilla puesta en escena que supo meterse al joven auditorio en el bolsillo pero que tuvo tintes de adiós, de despedida quasi definitiva, de estamos aquí por última vez. Como si el tiempo y quizá algunas rencillas personales no pasaran por ellos, se deslizaron por un repertorio repleto de grandes clásicos que colmó las expectativas desde el primer minuto, aunque con un sonido un tanto mejorable. Bien compenetrados, encajando a la perfección el uno al otro, aunque con menos energía al principio que en otras ocasiones.

Salieron ambos a la vez, uno al lado del otro, con esa pose de Rolling Stones, saludando en medio de la expectación y el griterío adolescente, como retomando por un instante el momento en que lo dejaron. Ahí estaban los dos de nuevo para dar las gracias, la constante durante las dos horas de actuación. Porque el dúo madrileño no se cansó de agradecer a los fans y el «esfuerzo» por adquirir una entrada -que costaba 30 euros- «en estos tiempos que corren», como señaló el propio Leiva.

Comenzó el público a corear el primero de los temas, «Leones», nada más salir el dúo madrileño, preludio de un zig zag guitarrero compuesto por «Animales», «Manager» o «Quiero hacerlo esta noche contigo». Clásicos como un «Como lo tienes tú» menos acelerado que de costumbre desataron el delirio los efectistas, para alzarse con «Yo nací para estar en un conjunto» y la infalible «Estrella polar» con los que continuó la fiesta.

Tras «Voy a comerte», Rubén articuló unos versos de José de Espronceda para introducir «Pirata», tema con se inauguró una batalla de interpretaciones, de toma y daca, de cada uno por su lado, una canción para ti y otra para mí, en la que parecía volver la magia. Y para los especuladores, cantando al unísono sobre el mismo micrófono algunos versos de este tema que arranca con la frase «Soy a quien tú necesitas». Como si tuvieran que reconciliarse de algo y tuvieran que hacerlo de manera pública. Al igual que en «Windsor», primer homenaje de la noche a Madrid, con la que que parecía que incluso tenían que hacer las paces con eso de que «me quieres a veces».

Intimista y emocionante «Amelie» coreada intensamente por el público resultó un paréntisis antes de la nueva descarga de adrenalina con «Superhermanas» y la aplaudida «Beatles», estupendamente bien introducida por pequeño recorrido por «Nowhere man» de la banda inglesa.

«Llévame al baile» y «Violento amor», del último disco creado hasta la fecha por Pereza, fueron los siguientes temas de esta puntual reunión a los que se le unió su primer gran éxito, «Pienso en aquella tarde», de ritmo ralentizado e improvisando sobre la marcha el célebre «Stand by me», que consiguió explotar la faceta más comercial del duo madrileño, maestros en el arte de crear esas letras sencillas de conflictos y amores varios.

Con el viento a favor y todavía con tiempo por delante Pereza homenajeó a la capital con dos de sus temas que llevan su nombre antes de pasear con una «Margot», que sonó demasiado reverberada. Recorrido rápido por su disco «Aproximaciones» para seguir con «Todo», que hicieron suya los miles de asistentes. Tras «Grupis» comenzaron las presentaciones mutuas, el regalo de los halagos, que finiquitaron de forma brillante con «Señor kioskero» y «Superjunkeis» antes de poner punto a su reunión, y, quién sabe si seguido o final.