Cui Jian, padre del rock chino y rebelde con distintas causas, actúa en España
No es que haya nacido para correr, aunque en Occidente a Cui Jian le presenten como el «Springsteen chino». Pero cuando en 1989 una de sus canciones «Nothing to my name» («No tengo nada, pero quiero cogerte de las manos y llevarte conmigo. Ahora que ... caen tus lágrimas quiero darte mis sueños y darte mi libertad, aunque no tenga nada») se hizo demasiado popular entre los concentrados en Tiananmen, más que correr le hicieron salir por piernas hacia «provincias». Lleva más de veinticinco años de carrera, cocinando un brebaje musical radicalmente personal y totalmente intransferible , que aúna tradición china y ritmos occidentales, y es la voz de la rebeldía frente a la cultura institucional y comercial del coloso asiático.
Ahora, por primera vez actúa en España (Madrid, día 19; Barcelona, día 23. Información: www.casaasia.es ). Su larga marcha (precisamente «Rock and Roll de la Nueva Larga Marcha» es el título de su primer disco, el más vendido en la historia de China ) comenzó a mediados de los setenta, cuando siendo un adolescente cultivado y buen conocedor de la musica clásica (era trompetista) empezó a saborear casettes que le grababan amigos, con música traída de Hong Kong y Taiwan: «Todo era grabado, era imposible encontrar un disco entonces».
Telonero de los Stones
Cui Jian, pronto
le cogió el gustillo a Paul Simon, The Police, AC/DC, los Clash y los Stones
El rocker pekinés (también cineasta, acaba de presentar en Venecia «Chengdu, I love You», codirigida por Fruit Chan) no parece el tipo más dicharachero del planeta (el sonido de la palabra Tiananmen no le hace mover ni una ceja, ni para bien ni para mal), sin duda porque se reserva para las letras («La bandera roja sigue ondeando, pero no hay un rumbo fijo. La revolución continúa, los viejos aún tienen mucho poder. Pero ya no somos peones en una partida de ajedrez siguiendo líneas dibujadas por otros») un aliento poético que según él es lo que le ha valido ser comparado con el «Boss»: «Bruce es un poeta, sus versos son hermosísimos, y a los chinos les gusta compararme con él, porque para muchos mis letras son casi más importantes que mis melodías». Jian ha rapeado en mandarín , pulsa las teclas del jazz, del pop, del tecno, del hip-hop, fue portada del «Rolling Stone» chino (en su primer y último número) pero no se olvida de sus raíces, sus milenarias raíces. «La lengua también es un instrumento musical. Cuando yo oigo hablar español pienso en el flamenco, y el sonido del chino está unido completamente a los instrumentos tradicionales, a la cultura antigua».
Mientras llega el día del nuevo salto adelante de su país («Amo a la gente de aquí, amo esta tierra, pero nada tiene que ver con el patriotismo que me enseñaron»), Cui Jian sueña con una China que no sólo continúe su apertura económica sino que «también se abra política y culturalmente», y frente a una sociedad que según él basa todo su desarrollo en los aspectos materiales, el rock parece seguir siendo el rebelde con alguna causa , porque, como concluye el artista, «aunque el rock ya se cuela por muchos canales, a los medios oficiales sigue sin gustarles».
(Madrid, día 19. Sala Heineken. 21.45 h. Recogida de invitaciones (dos por persona) en Infoasia (Cª de San Jerónimo, 15). Barcelona, día 23. Festival Asia 2009. Plaza Real. Más información: www.casaasia.es ).
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