La Biblioteca Nacional, a ritmo de jazz

Se convirtió en una música transgresora, de origen popular, a veces criticada por sectores conservadores o musicalmente nacionalistas, y fue la que inundó los salones de baile, tanto de las clases bajas, como de las fiestas de la alta sociedad.

Un fenómeno como el jazz no podía pasar inadvertido para la Biblioteca Nacional , que alberga una gran colección de objetos dedicados a este género genial, también rompedor en España en su momento, y baste recordar la presencia entre nosotros de Josephine Baker .

De modo y manera que la BNE va a poner a marcarse unos pasos a toda su colección en una fantástica jam-session en forma de exposición que acaba de inaugurar, en colaboración con la embajada de Estados Unidos en España, bajo el título de «El ruido alegre. Jazz en la BNE» , cuyo comisario es Jorge García , Presidente de la Asociación Española de Documentación Musical . Valgan aquí unas deliciosas palabras de Michelle Obama para introducir la muestra: «Probablemente no hay mejor ejemplo de democracia que el de un conjunto de jazz : libertad individual pero responsabilidad hacia el grupo».

La exposición se centra mayormente en dos aspectos. Por un lado, la evolución del género en España y, por otro, cómo fue recibida en nuestro país la «invasión» jazzística norteamericana. La muestra se articula en torno a la gran variedad documental que posee la Biblioteca, que incluye partituras, carteles, libros, anuncios, periódicos, revistas, programas de mano, fotografías, discos, casetes y películas cinematográficas. Igualmente, como señalan los organizadores «la muestra tendrá su versión virtual en la que se podrán visualizar la selección de obras expuestas, con su descripción bibliográfica y textos relacionados. El objetivo de la visita virtual es hacer accesible la exposición a innumerables usuarios virtuales a través de Internet».

Por su parte, el comisario Jorge García destaca algunos aspectos realmente curiosos que desvela la exposición: «Solamente en el ámbito de la prensa veremos la recepción que dieron al jazz el humor gráfico, a través de los brillantes ilustradores de las primeras décadas del siglo; las vanguardias intelectuales , que acogieron el jazz como una manifestación más de la vida urbana moderna, y le dedicaron ensayos y poemas, y las crónicas de sociedad y sus correspondientes fotografías, preocupadas sobre todo por las modas y los nuevos hábitos culturales. Ilustradores, publicistas y cartelistas también verán enseguida un provechoso filón en la poderosa estética del jazz».

No olvidemos por último que uno de nuestros clásicos contemporáneos, Ramón Gómez de la Serna incluyó al jazz en sus «ismos» como «Jazzbandismo». Y como debe ser, el punto final llega con la música. La de uno de los más grandes, John Coltrane .