Flamenco Festival de Nueva York: la Gran Manzana vuelve a ponerse muy jonda
Carmen Cortés, Rafaela Carrasco y Olga Pericet abren la muestra en el City Center de la ciudad de los rascacielos
Flamenco Festival de Nueva York: la Gran Manzana vuelve a ponerse muy jonda
Tras el paréntesis del pasado año, obligado por los ajustes presupuestarios, el Flamenco Festival vuelve a su cita anual con Estados Unidos. El City Center , uno de los escenarios con mayor solera de Nueva York , receptor de los grandes espectáculos internacionales ... de danza, es la columna vertebral de un certamen que viaja también a otras tres ciudades (Washington, Boston y Miami), y que se desarrolla igualmente en otros puntos de la ciudad de los rascacielos.
Alrededor de ciento setenta artistas y personal técnico componen esta embajada cultural española que cada día tiene mayor arraigo dentro de la ciudad; hace unos años, en el patio de butacas se oía hablar mayoritariamente español; ahora es el inglés el idioma que predomina dentro del público que ha agotado ya, antes de arrancar el certamen, el aforo (2.260 personas) del City Center.
Arriba el telón
Ha levantado el telón una gala protagonizada por Carmen Cortés , Rafaela Carrasco y Olga Pericet , una más que interesante muestra de los caminos que sigue hoy en día el baile. Son sin duda tres excepcionales artistas, y cada una posee una manera muy particular de acercarse al flamenco; algo que ha podido verse en la gala, aplaudida (en más de una ocasión aullada) por el escandaloso público neoyorquino que, acostumbrado a vivir en una ciudad excesiva en todo, también lo es a la hora de mostrar su entusiasmo en el patio de butacas.
Aunque motivos tuvieron los espectadores para sentirse satisfechos, porque el menú que se sirvió en esta inauguración del festival que dirige Miguel Marín fue variado, sabroso y nada indigesto: desde la receta tradicional de Carmen Cortés, una de las grandes señoras de nuestro baile, hasta la nueva cocina de Rafaela Carrasco y, sobre todo, Olga Pericet, de sabores atrevidos y novedosos.
La soleá de Carmen Cortés siempre es una gran experiencia
A Carmen Cortés el paso del tiempo, lo confesaba minutos antes de salir a escena, le ha otorgado a su baile templanza y reposo; sigue, sin embargo, con esos colores cobrizos y esas pinceladas bravías que hacen de su soleá una gran experiencia.
Por su parte, Rafaela Carrasco hizo gala de su elegancia y su sensualidad, además de brindar una tan arriesgada como hermosa farruca de acentos zíngaros, acompañada únicamente por un violonchelo (excelente José Luis López).
Olga Pericet dice que no se siente incómoda si le tachan de heterodoxa, y viendo el vestuario (sobre todo el sombrero) con que apareció en su coreografía «Abandolao» se explica el adjetivo; hay en su baile, sin embargo, armonía, dulzura, musicalidad, con una técnica siempre al servicio del baile.
La guarnición del menú estuvo a la altura de los platos principales, con mención especial (además del citado violonchelo) para la voz de Gema Caballero , cuyas versiones de Lorca (con Pablo R. Maldonado al piano) fueron magnéticas.
También a gran altura estuvieron los cuatro bailarines acompañantes, aunque sus intervenciones tuvieran, no es culpa suya, un único color, el de los continuos alardes técnicos y taconeos frenéticos que levantan al público y son efectistas, pero poco más.
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