Isabel Rey: «Ahora, en la ópera, algunos repartos se hacen mirando fotos»

La soprano valenciana, una de nuestras voces más internacionales, celebra este miércoles sus 25 años de carrera con un concierto en el Teatro de la Zarzuela

Isabel Rey: «Ahora, en la ópera, algunos repartos se hacen mirando fotos» belén díaz

susana gaviña

Isabel Rey tiene muy frescos los recuerdos de su debut profesional, que tuvo lugar en el Coliseo Albia de Bilbao en 1987 , donde interpretó «La sonámbula» de Bellini, acompañada por A lfonso Echevarría . Aquellas funciones fueron el premio por haber ganado ... un concurso de canto, y el caché: 100.000 pesetas de las de entonces. «Recuerdo que me compré un abrigo horroroso y un conjunto de ante que me encantaba», bromea la soprano valenciana en la sala Jovellanos del Teatro de la Zarzuela de Madrid , donde ensaya el concierto que, con motivo de los 25 años de carrera, ofrecerá el 7 de noviembre.

«Me acuerdo de cada primer día -afirma-. En aquella ocasión vino el maestro Palomo a escucharme casa. Al principio no me decía nada y, cuando terminamos, me preguntó serio: "¿Tú esto lo vas a cantar así?". Sí, le contesté intrigada. "Pues te vas a llevar a todo el mundo en el bolsillo". Y sentí un gran alivio», confiesa. Un gran alivio porque desde que tiene memoria, Isabel Rey ha estudiado y trabajado para ser cantante, y no cualquier cantante: la mejor. «Mi madre dedicó toda su vida para que yo fuera esto. No recuerdo haber elegido, crecí con esto.

«Si me hubiera dedicado al jazz en mi casa se hubiera armado»

«Tu vas a ser soprano, como la Caballé », le decía su madre. Rey reconoce que tener que cumplir tan altas expectativas provocó momentos de presión, pero aún así no se arrepiente de la decisión «porque a mí me gustaba muchísimo cantar. Si no hubiera sido así, hubieramos tenido un gran problema. Toda mi vida estuvo condicionada y enfocada a eso. Es una gran suerte haber podido ganarme la vida de esta manera porque si me hubiera dedicado al jazz o a la música ligera en mi casa se arma», bromea.

Aquella primera noche de estreno la soprano no fue presa de los nervios «porque sabía que lo hacia bien. Podía hacer con mi voz lo que quisiera, todo me salía. Eso me daba una gran tranquilidad. Además, Alfonso Echevarría hizo de cicerón conmigo durante la función», señala.

Alexander Pereira y la Ópera de Zurich

Isabel Rey ha pisado a lo largo de sus 25 años de carrera los mejores escenarios del mundo -Viena, Múnich, Hamburgo, Berlín, Zúrich, Londres, Edimburgo, Madrid, Barcelona, Valencia, París, Los Ángeles, Washington, Estocolmo, Atenas, Nueva York,...-. Además del conservatorio y sus clases con Ana Luisa Chova, Tatiana Menotti, Alfredo Kraus, Montserrat Caballé, Renata Scotto e Ileana Cotrubas , la mejor escuela fue pertenecer a la compañía de la Ópera de Zurich , institución con la que ha estado vinculada 21 años. «Quien iba a ser su director, Alexander Pereira (entonces responsable de la Ópera de Viena y en la actualidad del Festival de Salzburgo), vino a audicionarme al Liceo de Barcelona gracias al hermano de Montserrat Caballé - con la que hice un curso -. Él me puso en contacto con Pereira que inmediatamente me ofreció un contrato».

«En la Ópera de Zurich aprendí a ser una cantante profesional»

La soprano no se lo pensó dos veces e hizo las maletas porque aquella oportunidad «única» le iba a permitir «debutar todos los roles del repertorio como soprano principal, muy bien pagada y trabajando con artistas de primer nivel». Este rodaje le permitió a Rey «estar al nivel de colegas muy grandes, aprender que si no estás a ese nivel se nota, y además a romper muchos clichés sobre la fragilidad de los cantantes. Uno sé puede levantar a las siete y media de la mañana y cantar a las nueve. Y al día siguiente de un estreno. No pasa nada. Las posibilidades que tenemos los cantantes son ilimitadas. A prendí a ser una profesional», asegura.

Uno de los secretos de la soprano que le ha permitido cumplir las bodas de plata con su profesión ha sido mantener una disciplina y unos principios. «He sido muy estricta porque había demasiados ejemplos en el pasado y en el presente, en aquellos momentos. El mayor Alfredo Kraus. Hacer lo contrario no funciona». Sobre el escenario de la Ópera de Zurich pudo comprobar también «cómo sonaba unas voces y otras en merced a lo que estudiaban y su repertorio. Y detrás -añade- tenía el consejo de mi marido, Ulises, que estudió canto aunque no se dedicó a ello profesionalmente». Llevan juntos 24 años.

-¿Es importante tener cerca a una persona que sea honesta a la hora de decirle a un cantante lo que suena bien y lo que no?

«No puedes hacer esta carrera sin alguien que te diga la verdad»

-Es imprescindible. No puedes hacer esta carrera sin alguien que te diga la verdad. También es cierto que la verdad se puede decir de muchas maneras, y él tiene la habilidad de decirla de una manera que no hiere. No puedes hacer esto solo. Estudias y vas luego al escenario y el director de escena te pide que hagas esto de una manera muy dramática, o muy fofita... Todo eso esta en el cuerpo y en la voz, pero ahora corres el riesgo, algo que está de moda, de inclinarte más hacia la vertiente de actriz que a la de cantante. Y cuanto más te desvías hacia la de actriz más te alejas de la de cantante. Hay un dicho que afirma que «el escenario hace al artista pero mata al cantante». Y es la pura verdad. Es algo en lo que insisto mucho en las clases magistrales que imparto. Es cierto que tienes que encarnar a muchos personajes, pero ante todo eres un cantante. La carrera de actor es otra completamente distinta. Y como tenemos esta invasión del cine en todos los niveles de la vida, y mucho más en la ópera, se intenta hacer de ella un arte que no es. La ópera es un espectáculo musical y... escénico, no al revés. Si te sales de este carril que te lleva a la longevidad vocal, y si encima vas jugando con el repertorio que no te toca, el riesgo es enorme.

-¿Cómo ve el futuro de la ópera? ¿Cree posible una vuelta atrás, a la tradición del canto?

-Ojalá, pero hoy se prima el físico. Sé de repartos que se hacen en base a fotografías, y de directores que eligen por la cara del cantante, sin importarle si es tenor o barítono. «Tiene tres meses para aprenderse el papel», afirman. Da risa, pero es un drama.

-Su repertorio abarca más de medio centenar de papeles, pero ¿a cuál de ellos le debe más, a Micaela («Carmen») o a Susanna («Las bodas de Fígaro»)?

-¡¡¡¡¡A Susanna !!!! Este personaje de Mozart me ha abierto muchísimas puertas y le he adorado desde el primer momento. Ahora estoy un poco en duelo porque en enero voy a debutar la Condesa, lo que marca el inicio de abandonar el de Susanna, aunque no del todo porque en función de qué voz tiene la Condesa puedes hacer uno u otro. Pero el hecho de ver, desde mi papel de Condesa, a otra mujer haciendo cosas que yo quiero hacer va a ser muy duro (se ríe), porque mi Susanna es muy activa, muy metomentodo. Debería ser «Las bodas de Susanna».

-¿Cuál es su mejor recuerdo en estos 25 años?

-Varios... Haber conocido y trabajado con Harnoncourt , que le ha dado alas a mi imaginación y con el que debuté en Viena, precisamente con Susanna. Y, el hecho de poder cantar en un escenario, quizá eso es lo mejor que me ha sucedido, y que puedo seguir haciendo. Alejarme del escenario sería mi mayor dolor.

-¿Y lo peor?

-La costilla rota en el Teatro Real cuando cantaba «Rigoletto» , algo que no me di cuenta hasta la primera función... Ha habido muchas cosas feas...

-¿En algún momento se ha planteado tirar la toalla?

-Una sola vez. Fue en un periodo de trabajo muy intenso y estaba muy cansada, y en esos momentos la cabeza no responde. Hubo un momento en el que estudiar y cantar fue muy difícil, pero se arregló con una pausa, afortunadamente.

-Ha comenzado un cambio de repertorio, incorporando personajes más líricos, lo que supone no tener la agenda tan llena de compromisos. ¿Hay que ser valiente para afrontar este nuevo reto?

-Sí. He tenido que decir que no a muchas de las cosas que tenía porque significaba seguir en un repertorio que quería dejar de hacer.

-Pero es su voz la que le demanda ese cambio...

«Yo le pedía a la naturaleza que mi voz evolucionara hacia lo lírico»

-Sí, además es fantástico. Yo nací como soprano ligera de coloratura, y estaba condenada a Mozart, Bellini, Donizetti y poco más. Y luego me encasillaron de mozartiana. Si me hubiera tenido que dedicar a cantar solo Mozart lo hubiera dejado porque yo soy fuego puro. Tenía voz mozartina pero alma pucciniana. Yo le pedía a la naturaleza que mi voz evolucionara para poder hacer personajes más líricos, con más enjundia... Se me daba muy bien la comedia, pero el drama también. Con los años se pierde flexibilidad en el canto y hay que suplirlo con trabajo. Tuve la suerte de contar con el consejo de mi marido y de Alejandro Zabala que me orientaron en la escucha de mi sonido. Y he descubierto que puedo hacer un repertorio más lírico, como Mimí, algo que nunca pensé que podría. Soñaba con Puccini y haré Madama Butterfly antes de retirarme, aunque no sea para mí (se ríe).

-¿Qué papeles tiene previsto incorporar a su repertorio?

-Mimí, voy a seguir haciendo Margarita de «Fausto», Blanche de «Diálogo de Carmelitas», Condesa, Fiordeligi... También he tenido una oferta para hacer Manon Lescaut pero aún está en el aire...

-¿Qué sueño le queda por cumplir?

-Quiero coserme mi propia ropa, me he comprado una máquina hace poco que es fantástica... (rompe a reír). Sé que no iba por ahí la pregunta (bromea). En cuanto al canto, me quedan muchos sueños por cumplir, como descubrir nuevas músicas y nuevos maestros, y seguir aprendiendo. Soy una viciosa del aprendizaje. Así se mantiene la cabeza funcionando.

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