Fernando Alfaro: «Ser bueno es algo muy complicado y confuso»

- ¿Por qué siente Fernando Alfaro que «La vida es extraña y rara»?

- Porque no me deja de sorprender cada día que me levanto. No solo viendo las noticias o leyendo la prensa, sino en las cosas que me pasan. Pero es extraña y rara para bien... Y a veces para mal.

- ¿De dónde salen las referencias a «El ángel exterminador» de Buñuel? ¿A que se debe su omnipresencia en tu obra?

- Ha sido uno de los temas recurrentes en mi carrera. Vi la película cuando era pequeño, es muy impactante. Fue una idea que tuvimos en el estudio cuando estábamos terminando la canción «Extintor de infiernos» . En el sampler que hemos incluido dicen: «¿Cuanto tiempo llevamos aquí? No lo sé, he perdido la cuenta» . Es una sensación que a mí me gustaba para empezar, esa pérdida de la noción del tiempo. No sé si es cosa de la edad, pero el tiempo te afecta de una manera diferente, es como si no fuera lineal, como si fuera elástico... y la sensación que tenemos es esa, de pérdida de la seguridad que siempre buscamos, de estar expuestos a los accidentes, que a veces también pueden ser enamorarse, por ejemplo. Parece una canción de final, pero en realidad se está riendo del final y de repente todo lo que pasó después fue mucho más vital y eso es lo que pasa en el disco, que es vitalista en todos los sentidos. Es un disco de extremos.

- ¿De qué va exactamente «La vida es extraña y rara»?

- Me gusta el título porque engloba planos secuencia de lo que podría ser mi vida. Si realmente quieres contar algo que es real tienes que contar la verdad. Es una especie de colección de fotos de lo que me ha ido pasando y de lo que me podría haber pasado. Son trozos de vida, que por suerte es extraña y rara.

- ¿Qué le empuja a Fernando Alfaro a hacer canciones?

- Ni si quiera tenía muy claro que volvería a grabar un disco. He trabajado con disciplina, teniendo un grupo en activo y con esa presión que tienes para componer... y vale, ha funcionado. Pero ahora prefiero que las cosas sean distintas. Para mí la música que me hace disfrutar me tiene que hacer, como mínimo, sentir. Siempre he tenido la máxima de coger la guitarra cuando me lo pide el cuerpo imperiosamente. Así es como me salen las canciones.

- ¿Cómo ha influido la presencia de Raúl Fernández, Refree , en la producción del disco?

- En el sentido más puro y clásico de un productor en cuyas manos te pones, y en quien confías y al que le exiges que lleve las cosas hasta el final. Estoy muy contento. Creo que he acertado de pleno con él. Sabía, no solo que iba a entenderlo, sino que iba a llevar mucho más allá las canciones, que es de lo que se trataba. De hecho le dije: «Si no es el mejor disco o uno de los mejores que he hecho nunca, yo paso de hacerlo». Y así se convirtió en el motor del disco.

- No solo es un álbum muy vitalista, sino que en él está presente el sentido del humor de una manera muy palpable. ¿Ya no es tiempo de malditismos?

- Las maldiciones me dan miedo. No creo mucho en ellas... pero por si acaso. Siempre me ha gustado que los discos que grabo tengan profundidad, que vayas descubriendo cosas con distintas escuchas. Creo que normalmente lo he conseguido, pero a veces sacrificando un poco la escucha inmediata. En este disco queríamos que desde la primera escucha se captara lo que es el disco y el sentido del humor formó parte de esa misma estrategia desde el comienzo.

- ¿Quiénes son los «héroes podridos» de la sociedad?

- La idea de la canción se me ocurrió a raíz del caso del profesor Neira, de los mineros chilenos... A mí me pasa eso, no soy capaz de ponerme a criticar sin criticarme yo también y acabas reconociendo que todos tenemos esa heroicidad que hace a los humanos vomitar , como dice la letra de «Los héroes podridos». Yo mismo me pongo en el foco de la luz pública y es una pequeña reflexión sobre cómo construimos héroes... pero luego el ser bueno es algo tan complicado y confuso...