Charlie Parker: Y las calles de Nueva York se llenaron del grafiti «¡Bird vive!»
Hoy se conmemora el centenario del nacimiento en Kansas City del genial saxofonista, propulsor del revolucionario be bop
Charlie Parker
Con Charlie Parker todo es tan grandioso que se te saltan las lágrimas sin poder remediarlo. Su biografía está preñada de emoción. Su inseparable amigo Dizzy Gillespie , compañero en los tiempos heroicos, lo dejó bien claro: «Fue demasiado frágil para durar. ... Es terrible ser negro en esta sociedad. Si dejas que te afecten todas esas presiones, te irás a la deriva y te dejarás la piel». El desencuentro entre ambos llegaba tarde, porque la semilla había sido sembrada. Y la extraña planta que reverdecía en el jardín del jazz no era comparable a ninguna otra de las anteriores, ni por su floración inmediata ni por su trascendencia. A decir verdad, tampoco hay que aislar a Charlie Parker del resto de pioneros, y cuando decimos «pioneros» es en grado infinito. La película de Clint Eastwood es muy bella, qué duda cabe, pero la realidad en este caso supera la ficción. Un biopic de David Cronenberg , con su mirada de entomólogo, sería acaso capaz de registrar un thriller como fue la vida y la psiché de Bird.
Los buenos aficionados conocen el mar de anécdotas y leyendas que giran en torno a su esplendorosa existencia, solo 34 años y medio que, al decir del forense, tras el ataque cardíaco en casa de la baronesa Nica de Koenigswarter , se diría las de un hombre de 60. Pocas horas pasaron de su muerte para que el Metro y las paredes de los rascacielos de Nueva York amanecieran pintados de grafitis anónimos anunciando «¡Bird vive!» Y es que ni por asomo le podía venir mejor el apodo, «pájaro» , hasta bautizaron en su nombre el prominente local para el jazz de la concurrida calle 52, el Birdland .
Su manera de tocar el saxo sobre una línea melódica apenas sugerida es como una flecha que sabe cuál es su diana, aun cuando no sea posible vislumbrarla en el horizonte para mayor gloria de la improvisación. ¿Cuándo nace la improvisación? ¿Quién lo sabe? ¿ Lester Young ? Mucho aprendió de Lester, y ambos de Louis Armstrong. Sea como fuere, un solo de Charlie Parker es un lugar en el que sabes de dónde partes y no sabes dónde termina, «una aventura por las fronteras de lo inaudito, una sucesión de pruebas a cuya dificultad se arriesga libremente o de peligros heroicamente vencidos». En efecto, la intuición de Bird es vertiginosa, sobrehumana . No hay más que escucharlo a buen volumen por un patio interior. Genera tensión, desenfreno, incluso en el siglo XXI.
Dizzy Gillespie, Miles Davis...
La primera banda a quien asignamos lo del be bop es la del cantante Billy Eckstine , junto a Dizzy Gillespie, Miles Davis, Dexter Gordon y Charlie Parker. No olvidemos a la cantante Sarah Vaughan, que se uniría para las actuaciones en las salas de baile, aunque aquella apuesta duró poco. Pero fue Norman Granz quien con sus espectáculos «Jazz at The Philharmonic» , capaz de realizar giras intercontinentales, impulsó de manera vertiginosa el jazz moderno en todo el planeta. Fue inmensamente popular, lo convirtió en un hombre muy rico y pagó debidamente a los músicos, incluido Charlie Parker. Otra cosa es en lo que se lo gastara. Por ahí pasaron todos, de Gene Krupa a Charlie Rich, los trombonistas JJ Johnson y Bill Harris, el saxo tenor de Coleman Hawkins, Flip Phillips, Stan Getz o Don Byas, los alto saxos Benny Carter y Willie Smith, el joven pianista de Montreal Oscar Peterson, o Dizzy Gillespie y Charlie Parker.
Aquello fue un escándalo, y fue atacado duramente por los defensores de una tradición que ya no tenía razón de ser. Los «modernistas» habían ganado por goleada. Escuchen «Lover» , no me digan que no es ambrosía de aquí a Lima. Aunque lo más gracioso, tal vez, sea que nunca Bird se escabulló del blues, su fuente primera, haciendo revisiones en muchos casos de oscuros temas de los años veinte y treinta, véase «Cherokee», «Donna Lee» u «Ornithology» . Su influencia y recepción es incalculable, aunque solo sea por la velocidad de Bird, por su apertura a la politonalidad, por sus geniales paráfrasis. Ahora bien, ¿quién diablos es Charlie Parker? Pues un muchacho de Kansas City, criado con su madre y luego al azar desde los 14 años, que fue buscándose la vida. Perdió a su hija por una neumonía con tan solo 3 años. Ahí todo comenzó a torcerse.