Teatro Real, de la opulencia a la austeridad
Hoy se cumplen 15 años de la reapertura del coliseo madrileño. Algunos de sus protagonistas hablan con ABC de su paso por la institución y de cómo ven su futuro ante los recortes de presupuesto
Teatro Real, de la opulencia a la austeridad
Hoy se cumplen 15 años de la reapertura del Teatro Real. Un momento para pocas celebraciones tras conocer el último recorte en las subvenciones del Ministerio de Cultura, el 33% para su presupuesto de 2013. ABC ha querido hacer memoria sobre ... las luces y las sombras de esta institución, siempre envuelta en la polémica, a través de algunos de sus protagonistas.
Desde el 11 de octubre de 1997 ha llovido mucho, y muchos —quizá demasiados— han sido los gestores y directores artísticos que han pasado por sus despachos. Dejando a un lado a Elena Salgado y a Stéphane Lissner , cuya presencia fue vista y no vista (debido al cambio de Gobierno), Juan Cambreleng (1997-2001) fue el primer capitán del barco. Contó entonces con Luis Antonio García Navarro como director artístico y musical.
Cambreleng:«me tocó vivir una primera etapa intensa y bonita»
«Me tocó vivir una primera etapa intensa y bonita en la que no solo se trataba de poner en práctica una temporada artística y las que seguirían, sino que había que abrir un teatro, cuya capacidad y posibilidades se desconocían, y que desde fuera era puesto en duda», recuerda. Se siente especialmente orgulloso de no haber tenido que cancelar ningún espectáculo «a pesar de los riesgos e incertidumbres a que nos expusimos».
La llegada de Emilio Sagi (2001-2005) como nuevo director artístico tras el fallecimiento de García Navarro provocó la dimisión de Cambreleng, que fue sustituido por Inés Argüelles (2001-2004) , con un perfil mucho más discreto.
«Naturalidad y frescura , en un momento de crispación, probablemente causada por la juventud de la institución», es lo que Sagi considera que aportó en su etapa. Entre sus malos recuerdos, destaca la noche en la que el tenor de «El ocaso de los dioses» se quedó mudo «en plena función», y también «mi salida del teatro, que me la comunicaron con una escueta llamada telefónica ».
Con Argüelles y Jesús López Cobos (2003-2010) formó un triunvirato muy bien avenido, al menos hasta que un nuevo cambio de Gobierno volvió a remover los asientos. Fueron años de inestabilidad por motivos políticos, pero en los que se disfrutó de un presupuesto holgado que permitió montajes soberbios y muy costosos, para los que incluso se importaron telas de seda de Italia. Ahora, para «Boris Godunov», parte del vestuario es de segunda mano o procede de otras producciones.
Apertura a nuevos públicos
Antonio Moral (2005-2010) , que sustituyó a Sagi, fue el «tercer eslabón» de esta cadena de directores artísticos;mientras que Miguel Muñiz (2005-2012) , relevó a Inés Argüelles. López Cobos sobrevivió y continuó como director musical.
Moral: «En mi etapa se culminó el proceso de apertura a nuevos públicos»
«En mi etapa en el teatro se culminó esencialmente el proceso de apertura a nuevos públicos, especialmente el más joven, y la renovación del repertorio que inició Emilio Sagi», indica Moral. Una preocupación «y casi obsesión» que compartió Muñiz cuyo objetivo desde el principio fue «hacer accesible a un público más amplio y diversificado el acceso a la ópera » a través de las pantallas en la calle o los decuestos del último minuto.
El exdirector general se siente especialmente satisfecho de su contribución, «en el marco de responsabilidades que me correspondían», a la configuración del coro y la orquesta «otorgándoles la prioridad que hiciese posible la alta calidad que tiene».
Sagi: «Se puede sobrevivir a estos años de galera con coproducciones, reposiciones y contando con los artistas de la casa»
Moral resume sus recuerdos más gratos en tres:«La producción de Katia Kaban ova, que ha recibido ya trece galardones internacionales; el bis de Leo Nucci, en Rigoletto ; y la presentación de Plácido Domingo, como Simon Boccanegra ». Amargos, tan solo uno, «pero duró demasiado tiempo: fue mi último año en el teatro», en el que convivió con su sucesor, Gerard Mortier , que no ha podido participar en este reportaje «por encontrarse de viaje».
En cuanto al futuro del coliseo madrileño, socabado por los recortes, la bajada de abonos de la temporada anterior y proyectos de alto riesgo ahora en el aire, como la visita de la Filarmónica de Berlín, debido al revés de las aportaciones de dinero público, Cambreleng se muestra más preocupado por otros aspectos, como una programación artística «válida e interesante, aunque da la impresión de que no atiende demasiado a los gustos del público habitual», así como por los problemas laborales.
Muñiz: «Dejar la ópera sólo en manos privadas puede orientarla hacia la cultura del espectáculo»
Sagi, por su parte, cree que se podría sobrevivir a estos años de «galera» con «coproducciones, reponiendo aquellas obras que sean interesantes y con una labor de cohesión entre los artistas que son parte de la casa».
Para Moral se trata de «un momento muy delicado en el que hay que h acer muy bien las cuentas, profesionalizar más que nunca la gestión y huir de la tentación de los caprichos personales . Lo realmente importante es la institución y no las personas que la sirven actualmente o que la hemos servido en el pasado».
Por último, Muñiz , en cuya etapa creció de una manera sobresaliente el mecenazgo, superando el 50% las aportaciones privadas dentro del presupuesto del teatro (porcenaje que ahora, los actuales gestores esperan elevar hasta el 70% ), considera, sin embargo, que «dejar la ópera sólo en manos privadas puede orientarla a lo que Mario Vargas Llosa denunciaba como cultura del espectáculo y de entretenimiento. Aunque a la vista de los recortes y cargas que el Gobierno está imponiendo a la cultura, asegura el inconcebible peligro de hundimiento de un modelo», concluye.
Ver comentarios