Dorian: «Nunca habríamos hecho música más fácil para vivir de ella»
Marc Gili y Belly Hernández recuerdan sus comienzos hace diez años y cómo el éxito les sorprendió para convertirse en referentes del «indie»
ISRAEL VIANA
Hace una década, Marc Gili pegaba carteles por la calle para una inmobiliaria «que odiaba», Belly Hernández traducía libros del inglés al español y Bart Sanz instalaba sistemas de seguridad en el Corte Inglés. Se conocieron en Nitsa , el club que centralizó, a finales ... de los 90 y principios del 2000, la explosión de la música «indie» y electrónica en Barcelona. Por allí también se dejaban caer miembros de Sidonie o Love of Lesbian . «Íbamos siempre y nos conocíamos todos, así que era inevitable que nos encontráramos en ese ambiente un poco “underground”», recuerda Marc.
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No tardaron mucho en ponerse de acuerdo para montar una banda en la que tendría cabida, de manera natural, los sonidos de la new wave de los años 80 y la música electrónica y pop de aquellos años. Era lo que escuchaban y lo que eran. Pronto se unió Jordi Gorro, su primer batería y planchista en Citröen. Se pusieron nombre, Dorian , y se metieron al local de ensayo con una idea muy clara: aquello no iba a ser solo un hobby. «Nuestros trabajos y el futuro pintaban muy mal, y la música era un camino complicadísimo. Sin embargo, Dorian nunca tuvo un plan b, o la música o la música, así que nos lo tomamos muy en serio desde el principio. Queríamos vivir de ello, pero nunca habríamos hecho música más fácil para conseguirlo. Lo teníamos muy claro: o el mundo se adaptaba a nosotros, o nos extinguíamos, porque no íbamos a plegarnos a las leyes del mercado», asegura el cantante y guitarrista.
Tuvieron «suerte», porque, diez años después, se han convertido en uno de los referentes de la música « indie » en España y Latinoamérica. Lo celebran publicando « uno de los discos más importantes» de su trayectoria: « Diez años y un día ». Un álbum que estaba en sus cabezas desde 2009, y en el que, además de algún tema inédito, han incluido versiones de sus canciones más emblemáticas, arregladas con un sexteto de cuerda, viento, percusión y todo tipo de instrumentos.
Este jueves lo presentan en la sala Joy Eslava de Madrid, en un directo en el que han tirado la casa por la ventana, pues vas a juntar sobre el escenario a nada menos que diez músicos (los cinco Dorian, un terceto de cuerda, otro guitarrista y un percusionista extra), con el objetivo de reproducir los temas tal y como las han grabado: «Nosotros intentamos reinvertir en el grupo mucho del dinero que ganamos. Hacer una gira como esta es un poco ruinoso, pero nos queríamos dar el gustazo. El dinero va y viene, así que ya retornará», explica Belly, responsable de todos los arreglos del álbum, donde están incluidos éxitos como « La tormenta de arena », « El temblor », « Paraísos artificiales » o « Solar ».
Éxito por sorpresa
Todo cambió para ellos en 2007, cuando publicaron su segundo disco, «El futuro no es de nadie». «Estábamos tocando en Galicia y, como por arte de magia, comenzamos a llenar salas pequeñas y medianas, donde nos pedían “merchandising” y autógrafos. Yo pensaba: “Ostras, esto se está convirtiendo en algo serio y empieza a pedalear solo”», cuenta Belly, que recuerda como, durante los tres primeros años de vida de la banda, «todo costaba muchísimo». Hasta entonces actuaban para veinte personas.
El responsable de todo aquello fue « Cualquier otra parte », un tema que, nada más salir a la calle, se convirtió en todo un himno generacional en España. «Empezaron a pincharla en muchos bares y radios de manera espontánea, sin dinero ni cosas raras de por medio. Se convirtió en una bola muy grande, que, de la noche a la mañana, nos permitió acceder a salas en las que apenas habíamos metido antes 15 o 20 personas. Y, enseguida, agotamos las entradas en todas las salas de España donde actuábamos, con aforo de 800 personas. Fue todo cosa de dos meses y medio. Recuerdo el momento en el que dejé mi trabajo, porque ya podía pagar las facturas con Dorian. Fue un otoño muy bonito», cuenta el cantante y guitarrista.
Ahora hacen balance y son conscientes del «vértigo» que sintieron tras el éxito. Una cosa era hacer canciones y publicarlas sin más, y otra «ver que hay gente esperándolas y unos seguidores a los que puedes defraudar», confiesa Belly. Pero con « La ciudad subterránea » (2009) se sacaron de la chistera su disco más redondo, que incluía la canción «La tormenta de arena», un «bombazo» en quince países, que se convirtió en el tema más conocido de Dorian fuera de España, por encima de «Cualquier otra parte». «A partir de ahí nos relajamos y dijimos: “Hemos hecho todas estas canciones con el corazón, así que sigamos haciéndolas así, porque lo que vaya a decidir el público es totalmente imprevisible. Por lo tanto, disfrutemos”. Creo que no hay nada más peligroso para un director de cine , un escritor o un músico, que hacer una obra pensando en el público o en repetir una fórmula que funcionó, porque acabas convirtiéndote en una autoparodia», asegura Marc.
Necesario descanso
Siguiendo esa misma filosofía, tienen claro que «Diez años y un día» es el disco que más han disfrutado haciendo, a pesar de los quebraderos de cabeza que les dio por los plazos de entrega. Ahora toca gira y, después, descanso. «Nosotros nos autoeditamos y llevamos gran parte del peso de todo lo que hacemos, no solo la música. Y me encanta todo lo que hago, pero, a veces, nos sentimos sobrepasados, por eso nos molaría tomar un pequeño respiro cuando terminemos esta gira», confiesa Belly.
¿Y podéis permitíroslo? «Hombre, no puedes andar gastando como un loco, pero como ahora vivimos en el campo, no gastamos mucho. Somos gente muy sencilla y nuestros gastos tienen que ver con comprar libros y discos. No nos interesan los grandes lujos ni las grandes marcas, ni tener un coche vistoso, así que podemos llevar un tren de vida austero y descansar una larga temporada sin arruinarnos», subraya.
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