entrevista
Revólver: «Tenemos la peor añada de políticos de nuestra historia»
Carlos Goñi acaba de publicar su nuevo disco, «Babilonia», en la que no elude la situación social y política del momento
pablo m. pita
Carlos Goñi representa, con su proyecto Revólver, a ese tipo de cantautores que tienen como lenguaje el rock, aunque hayan hecho incursiones con la guitarra acústica. Tras un disco en directo, «EnJoy» , regresó al estudio para grabar «Babilonia», un álbum impregnado de actualidad y ... con el que da continuidad al anterior trabajo: continúa con el formato de trío y la búsqueda de un sonido mucho más directo.
-Se le ve enfadado con el entorno.
-Tengo problemas con el poder. Mi madre me decía: «Eres muy poco inteligente», y yo respondía que sí, pero qué le voy a hacer, soy así.
-¿El poder corrompe?
-Sí, porque somos humanos, y la cercanía de una fuente de riqueza que te puede solucionar la vida me imagino que es extraordinariamente tentadora. Entiendo, como condición humana, que alguien se deje llevar por la codicia y diga «me lo llevo». Ya, pero la ley dice que no lo puedes hacer, así que automáticamente eres un delincuente, y como tal tienes que ser tratado. Así es como lo veo.
-¿Y así hemos acabado en una «Babilonia»?
-Sí. Babilonia era la puta de Oriente, y no había ningún problema en entrar, coger las riquezas, quedarse con todo lo que se ponía a tu disposición... Y un día, viendo la noticias por televisión, me vino a la cabeza el título, no tanto por el gobierno, no, sino más bien por los poderes fácticos que hay detrás, que son en realidad los que marcan el devenir de los países y de las economías, de las sociedades más pequeñas y más corruptibles, que no corruptas.
-¿Qué se puede hacer? ¿Arrasar con Babilonia y construirla de nuevo?
-Creo que la democracia en este país es muy pequeñita, muy muy muy pequeñita, y extraordinariamente débil. No hay tradición ciudadana. Una de las malas herencias franquistas es que un sector ideológico de la sociedad se adueñó de algo que nos pertenecía a todos, que era la bandera, y a partir de ese momento hay diez millones que opinan una cosa y diez que opinan otra. Siempre ha sido así, pero eso nos priva de un concepto de ciudadanía único, que creo que es necesario para sacar un país adelante, dejando nacionalismos aparte -al final lo grandioso de este país, para mí, son la singularidades de cada sitio y su riqueza cultural de diferentes ámbitos-. No sé qué habría que hacer, pero aunque no creo que todos los políticios sean corruptos, sí que tenemos la peor añada de nuestra historia. Justo en el momento menos indicado, con una crisis tremenda en diversos ámbitos: nacionalista, económica...
-¿Y qué opina de la irrupción de nuevos movimientos políticos?
-El movimiento asambleario, venga de quien venga, creo que no funciona. Entre otras cosas porque donde antes funcionaba la asamblea, los tipos que pertenecían a ella eran gente muy potente, se supone que iban los sabios. Y en las asambleas de ahora no están los sabios. Creo que es tremendamente sencillo manipular a la masa, en cualquier sentido, da igual uno que otros, yo no tengo problemas con ninguna ideología, excepto las excluyentes. Con esas sí tengo problemas, además personales. Por lo único que me parece buena la irrupción de Podemos es para que todo aquel que estaba pensando que en la silla ponía su nombre, se dé cuenta de que no, y creo que eso es una cosa buenísima. Pero también me alegro de que suba Ciudadanos o UPyD. Creo que una de las cosas que podrían ser importantes para salvar este país es que gobernase aquel que tiene mayor número de votos, y no tuviese más remedio que pactar con todo el mundo para llevar adelante cualquier propuesta de ley. Un gobierno de concentración o algo por el estilo. Porque obligaría a todo el mundo a ponerse de acuerdo.
-¿Cuál es el papel del músico en todo esto?
-Yo soy un cómico que va por los pueblos. La música no cambia nada, lo único que puede hacer es que la vida te resulte algo más llevadera. Es cultura, pero nuestro papel es el de un señor que cuenta sus cosas, su vida o cómo ve la vida él, e intenta que los demás lo pasen mejor. Dar un poco de felicidad, remover las ideas y que den vueltas en la cabeza, que para eso es redonda. Esa es la labor, no otra.
-Hablando de ir por los pueblos tocando, este álbum de por sí suena muy directo.
-Llevo años dándole veltas a que el directo de Revólver siempre ha convencido, durante sus 25 años de existencia. Pero en disco no tanto. Estaba ya obsesionado, qué hago mal que no consigo transmitir toda la pasión. Porque soy pasional en extremo, pero sin embargo en estudio me quedo a medio camino. ¿Por qué? Lo tenía escrito por las paredes del estudio, que la máxima de este álbum era trasladar esa cosa que somos capaces de hacer encima del escenario pero que hasta ahora seguramente, por una dirección equivocada en las producciones, no había sido capaz. Y el resultado ha debido de ser bueno. Nunca había visto tanto apoyo por parte de la crítica como con «Babilonia».
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