Raphael: «Mick Jagger y yo tenemos el mismo espíritu»
El cantante jienense recala este jueves en el alternativo Sonorama Ribera con su gira «De amor y desamor». «La palabra retiro no existe»
carlos abascal peiró
Si la modernidad fue ir y lo demás volver, Rafael Martos (Linares, 1943) renueva la boutade del icono postmoderno. Es decir, regresa todo el tiempo. Y ya son más de cinco décadas de plateas llenas para –«estoy muy ilusionado», confiesa a ABC– anudar el ... pulso musical de las últimas Españas con su irrupción el próximo 14 de agosto en el Sonorama Ribera. Golpe de efecto y parada clave del indie nacional, lo de Aranda de Duero será trampolín de una gira, «De amor y desamor», que despegó anteayer en Cambrils, Tarragona, para a partir de diciembre –Madrid en la distancia– viajar a Sudamérica. De aquel Eurovisión a los spots navideños, a sus 71 años Raphael domina con soltura, a su aire, la turbina pop de un salto generacional que se abre y se cierra sobre sí mismo. De nuevo y todas las veces. «Está chupao».
«¿Retos? Me quedan muchos. La gira, cada concierto, para mí todo es un reto esté donde esté. Una cosa es llegar a cierto nivel en esta profesión, pero mantenerlo no es nada fácil». De momento, el Sonorama aguarda. Y qué es lo indie en una época donde todo, salvo Raphael, se agota rápido, se piensa breve. «Siempre he sido un artista independiente, patrono de mí mismo, y creo que de eso se trata ser indie», confirma un cantante que, sesenta discos después y por medio del álbum que lanzará este 12 de agosto, completa una puesta al día de sus grandes canciones. «Mis joyas de la corona», naturalmente, pero también «aquellos temas que merecían estar en primera línea y no a la sombra de los éxitos».
Se trata de adaptar su carrera a otros públicos, otros ámbitos, la misma voz. «Lo principal es que sigue ahí, llena de matices que ha adquirido con el tiempo y eso –adelanta– me permite probar cosas nuevas. Quiero que la gente menor de 50 años conozca mis «Nací artista y así tengo que morir. Cuando vea que no puedo dar el 100% de lo que suelo dar, me iré de vacaciones»canciones grabadas hoy y ahora; nunca desvirtuadas y desde luego mejoradas»; el caso es que, retome o no el estudio, su público, aquel de ayer pero también el de hoy, aún despide el viernes con «Mi gran noche», o el himno de una generación cuyo futuro se escribe en pasado. «Pero es que como esa tengo yo tantas», apostilla. Y los tiempos, al parecer, no están cambiando. «Siempre estuve ahí. Me lo he currado mucho, como se dice ahora. Los hijos lo heredan de sus padres, me oyen en casa; la música se transmite entre generaciones. También hay un público que se adhiere de una manera espontánea». Que pasa y está pasando. «Pero no me digas cómo porque no tengo ni idea». Tal vez porque el de Linares –héroe verista, un Johnny Cash sin révolver– sabe en cada concierto que esta España, un país de hipérboles, todavía se parece a Raphael. «Soy un artista que esté donde esté –ya sea un local, un palacio de deportes o el Madison Square Garden– siempre sale a darlo todo». Digan lo que digan.
«La salud bien, gracias»
¿Enésima juventud? Raphael ríe para subrayar que si él «está en forma, todo viene rodado». «Estoy muy bien, con mucha fuerza», reitera para reivindicar aquel ímpetu -la finta y el dedo índice, el mentón ladeado, la dramaturgia- o ese que hoy, por qué no, pregonan los Stones. «Los Rolling son fantásticos, Mick Jagger es una pasada. Yo creo que más o menos los dos compartimos ese espíritu, como Tom Jones y tantos otros. Hay varios artistas que todavía se mantienen en esto gracias a ese espíritu. Batalladores, gente que le gusta lo que hace, que disfruta de su profesión y quiere estar en ella hasta que sus fuerzas se lo permitan».
Porque sigue sin intuir horizonte. «Hay mucho que hacer de aquí a varios años». ¿Por ejemplo? «No quiero destripar nada, haré cosas, de una en una», zanja para esquivar otro debate. «La palabra retiro no existe, yo nací artista y así tengo que morir. De todos modos, cuando vea que no puedo dar el 100% de lo que suelo dar, pues ese día me iré de vacaciones, por supuesto. Unas vacaciones largas, que no es lo mismo que un retiro, porque a lo mejor me da la vena y vuelvo», avisa. «Soy un enamorado de mi profesión. Nunca me ha gustado decir que voy a irme porque sé que voy a volver».
Y todavía sumando públicos. «Exactamente. Eso es interesantísimo. Es maravilloso ver en los auditorios que la mitad de la audiencia es de una época y la otra mitad de otra. Ese es el auténtico premio a tu carrera, el premio diario del público». O descubrirse a sí mismo a pesar de una modernidad que no supo o no pudo sobrevivirle. Porque Raphael –qué sabe nadie– regresa todo el tiempo. ¿Cómo? «Con pasión. Así es como yo funciono».
Raphael: «Mick Jagger y yo tenemos el mismo espíritu»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete