Carlos Mena pone voz al teatro de las pasiones de Juan Hidalgo

«Pretender hacer un texto íntegro no era algo muy adecuado para entender el valor musical de este autor, porque eran espectáculos muy largos, que muchos de ellos se desarrollaban en fiestas de la Corte, algo que era difícil de reproducir aquí», explica Pinamonti, director de la Zarzuela. «Era mejor presentar una selección de tonos divinos y humanos, que permiten dibujar un teatro de las pasiones, pues la música tiene la capacidad de exprimir las emociones. Nos interesaba mostrar la música de Juan Hidalgo como un abanico de los diferentes afectos».

«Claro que podíamos habernos dado un homenaje con tres jornadas de su música, con textos de Calderón de la Barca», subraya Carlos Mena, «pero como intérprete entiendo que este tipo de espectáculo tenían algo de endogámico con la política del momento, y en ellos se vanagloriaban también de su riqueza».

Sin embargo, el contratenor quiere subrayar la calidad de las partituras de Juan Hidalgo, «cuya estética musical es una joya en sí. Se extraían fragmentos presentados en la Corte. Eso es lo que nos llega como tonos humanos, que hemos cosido, adornándolos con otros compositores de la época». Compositores como Gaspar Sanz, Santiago de Murcia, Antonio Martín i Coll, Francisco Guerau, Domenico Mazzocchi y otros autores anónimos. «Hemos unido en un trazo musical todas estas obras», explica. Partituras en las que Mena está acompañado por la soprano Alicia Amo y el barítono José Antonio López.

Para Amo, que combina su carrera de violinista con la de cantante, esta es la primera vez que actúa en el Teatro de la Zarzuela, y en una obras de estas características que le ha permitido aprender, entre otras cosas, «cómo era la pronunciación del castellano de aquella época», para lo que ha contado con el asesoramiento de la filóloga Lola Pons. Reconoce también que estas representaciones permitirán disfrutar ahora «de una poemas que en muchas ocasiones han sido desvirtuados por malas ediciones». El registro temático que tendrá que abordar la soprano es bastante amplio, pues va «desde la mujer más pura, la Virgen María, a la más pícara, Eva». Una Eva bastante modernizada y que pondrá en aprietos al público que acuda a la Zarzuela.

El encargado de poner un marco escénico a este abanico musical, que va de lo religioso a lo fieramente humano, ha sido el director de escena Joan Antón Rechi para quien cada pieza, cada tono «representa un pequeño universo. Un viaje poético y onírico», de ahí que haya decido darle una lectura más abstracta y surrealista a un espectáculo que abre interrogantes sobre «la religión, el miedo a condenarse, a la soledad, a no encontrar sentido a nuestra vida...».

Sin desvelar muchos detalles, la pieza central de la escenografía es un retablo religioso «que poco a poco se va convirtiendo en algo muy humano». El vestuario, firmado por Mercè Paloma, también ira sufriendo una transformación durante el espectáculo.

En cuanto a la parte instrumental, estará a cargo de ocho músicos, pertenecientes a la Capilla de Santa María.