Pablo López: «Con Pablo Alborán me une lo mismo que me separa: la música»

-Tu música aúna ritmos propios del rock británico, pero conservas una lírica muy española. ¿Quién es, en realidad, Pablo López?

-Un «pianoman» que canta en castellano y que cuenta historias a ras de suelo. Un hombre pegado a un piano que cuenta historias. Sí, sería eso.

-¿Qué significa para ti el piano?

-Es mi herramienta de trabajo, el que me da de comer. Somos un dúo. Es un instrumento que te exige pero también te regala muchísimo. Ha sido mi obsesión desde que tengo uso de razón. Lo del videoclip no es coña, es verdad.

-Te refieres, sin duda, a «Donde». ¿Hasta qué punto es una declaración de amor a tu inseparable compañero?

-Es una verdadera declaración de amor. Ha sido mi compañero y también mi enemigo porque he tenido que estudiarlo muchísimo y trabajar muchas horas con él. Es una relación de amor y odio.

-Por cierto, ¿por qué Pablo López se descalza en algunos temas al sentarse al piano?

-Hay ciertas canciones que necesito sentirlas de verdad. No es nada romántico. Es un instrumento muy vivo. Me encanta sentir la vibración del piano, esa parte percusiva en los pies al mismo tiempo que canto. Rítmicamente es muy nutritivo. Te sientes una parte del piano.

-Bebes de músicos como Elton John, Billy Joel, The Beatles… ¿De qué manera te han influido?

-Tengo una manera muy guiri de tocar el piano: uso mucho la mano izquierda. Además, tengo mucho vicio de tocar solo. Ellos son instrumentista y artistas que han usado el piano sin complejos, sin pequeñeces… y lo han hecho en todo su abanico armónico. En España, quizás, no se hace tanto y me encanta.

-Aunque debutas como cantante, lo cierto es que Pablo López no es nuevo en estas lides. Además de músico eres compositor. ¿Te duele desprenderte de los temas que luego cantan artistas como Malú o David Bustamante?

-No me cuesta desprenderme de esos temas. Para nada. Es un proceso muy natural. Entiendo que eso que estoy pariendo, en algún momento, pasará de ser mío a la voz de otro y la gente lo conocerá en esa voz. No me genera problemas de ego; al contrario, es una labor cumplida. Si esa canción llega al artista, es que has hecho bien tu trabajo; si, además, la hace suya, lo has hecho muy bien. Para mí componer es una vía de escape.

-Ahora que has cumplido uno de tus sueños con el lanzamiento de este trabajo, ¿cómo valoras lo que ha sido tu carrera tras diez años de conservatorio, de haber tocado en hoteles o en el metro de Londres…?

-Es todo un equilibrio, una balanza. La parte mala —si es que la tiene— es que la responsabilidad es máxima, el juicio es máximo; pero la libertad de hacer las cosas a mí manera, de poder expresar sin ningún tipo de censura todo lo que ha pasado por mi cabeza… Es una época muy dulce. Es el sueño de todo músico, de todo compositor. Estoy teniendo una suerte tremenda. ¡Y acabo de empezar!

-Tu primer single, «Ví», tiene un tono casi apocalíptico. ¿Sería arriesgado decir que refleja una catarsis en tu carrera, que has volcado en ese tema todo lo que has vivido hasta el momento para iniciar una nueva etapa?

-Efectivamente. La escribí después de 5-6 meses muy duros psicológicamente. Fue el tiempo que tardé en firmar el contrato con Universal. No era únicamente estar con una gran discográfica, era trabajar con un gran equipo que ya conocía. Tenía muchas ganas y estaba ansioso por firmar. Desde el momento en que yo hago un concierto para ellos y me dicen que voy a fichar, hasta que realmente ficho, hubo varios problemas. Fue una época de gran tensión en la que escribí prácticamente todo el álbum. Firmé el contrato el 26 de julio y el 27, llegué a mi casa de Fuengirola y la escribí en dos horas. Necesitaba un parón, poner un punto de inflexión. Es una canción autobiográfica que habla de todo ese proceso.

-Además de ese tema tan personal, tan íntimo… hay otro que es mucho más social. Se trata de «Mi casa». ¿Cómo surgió este tema?

No era una canción que tenía pensado meter en el disco. La veía fuera de tiesto. Es uno de los pocos temas que he escrito como puro desahogo. Estaba en el estudio con el piano que grabamos todos, la canté de un tirón, en una única toma. Quedó llena de vida, impregnada de todo lo que quiero decir… de manera que, pensamos que podría servirle a otra gente. Es tremendo cómo está empatizando con la sociedad. Es una historia muy dura, muy real.

-¿Es una historia real?

-Es el drama del desahucio visto desde el otro lado del espejo. Es la historia de una mujer que es directora de un banco, que tiene alma y sentimientos, y está desahuciando a clientes de toda su vida. Ella es un peón en aquel puñetero banco. Esto le causa depresión y tuvo que dejar el trabajo: le rogaban que no le quitasen la casa, le tiraban las llaves… Ella no podía hacer nada. Quiero reflejar esa parte del proceso.

-Uno de tus sueños confeso es cantar con Adele. ¿Te atreverías con un disco en inglés?

-Viví en Londres y tengo muy buen contacto con el idioma, con la idiosincrasia de este país y también con su música. Me encantaría que el tiempo me diese la oportunidad de escribir para gente de fuera. Sería un buen camino. Pero no me veo cantando en Londres.

-¿Cómo te imaginas que sería ese momento si el sueño se hiciese realidad?

- Adele es una tía impresionante. Pega una patada en el suelo y sale brillantina. Me conformaría con acompañarla al piano, fíjate lo que te digo. Me encantaría interpretar con ella «Set fire to the rain». Haríamos una versión muy chula con una orquesta en el Royal Albert Hall, un piano de cola… Lo tengo todo clarísimo.

-En general, tienden a compararte con Pablo Alborán. Pero… ¿qué te une y qué te separa con él?

-Quizás nos une una obsesión profunda por la música. Algo que lo congratula muchísimo. Nos separa… lo mismo que nos une: la música. La entendemos de otra manera: armónica y líricamente. Estamos muy lejos el uno del otro. Es una putada porque es una comparación por el nombre y la procedencia: Pablo y de Málaga. Es una tontería. Cualquier artista que se compare con él sale muy mal parado. Pero es bonito, significa que estamos haciendo ruido.

-Si hoy se acabase el mundo, ¿qué te llevarías?

-Me llevaría, sin duda, la sensación de que mis canciones han dejado de ser mías para ser del público. Una de las cosas más bonitas que me ha pasado ha sido ver como las sentían, como incluso las cantaba y hasta las contaba.