Miguel Campello: «A veces es complicado andar con tu propia persona subiéndote a un escenario»

Pero está claro que no es fácil haber pertenecido a un conjunto que alcanzó el cielo de tocar, por ejemplo, en el Palacio de Deportes, «y con gente. Llegamos muchísimo más lejos de lo que nos imaginábamos -reflexiona-. Pasó todo tan rápido que un día decidimos difrutar de lo que había sucedido. Es como unas vacaciones. Y gracias a ellas he llegado a disfrutarlo, y he podido poner en práctica las cosas que aprendí».

No hace falta preguntarle sobre este espinoso asunto para que él mismo dediqué muchos minutos a justificar algo que parece que le persigue allá por donde pasa. «Lole y Manuel era un grupo, y me gustaba, pero también me gusta Lola y me gusta Manuel. La gente debería ser más abierta, no quedarse con una cosa solo, como si pruebas la paella de de arroz con marisco y no puedes probar la de conejo».

Y continúa: «A veces es necesario darse un tiempo para que se oxigene la historia, porque si no va a ser "vamos a tocar porque vamos a tocar, por la pasta". Si es para eso, me pongo a hacer otra cosa, algo que no tenga que poner mi cara para ganar dinero. A veces es complicado tener que andar con tu propia persona subiéndote a un escenario, el coco a veces no lo tienes bien. En el caso de elbicho decidimos frenar algo que era como una locomotora, que nosotros mismos no sabíamos muy bien hacia dónde iba».

De es forma, cuesta volver al motivo de la entrevista, que es la publicación de «Pájaro que vuela libre», en e que por cierto se da el «lujazo» de contar con Carmen Linares y Luz Casal.

-¿Donde termina Manuel Campello y empieza Chatarrero?

-Chatarrero se ha convertido en mi tercer apellido. A veces me cuesta llevar mi nombre solo, porque he vivido con él toda la vida, y Miguel Campello me suena a como te llamaban en el cole. Luego, en elbicho me quité mi nombre. Yo vengo del teatro de calle, de la acrobacia, y cuando tenías un espectáculo no tenías nombre. Éramos elbicho. Mi tercer apellido, que era el de mi abuelo Antonio, es Garzón, y era un poco raro, no por nada, sino por todo. Es como llamarte Gallardón, como que marca mucho, y a lo mejor la gente se confunde. Y justamente mi abuelo era chatarrero en su juventud, y me puse ese nombre porque siempre he pensado que lo más importante son nuestros antepasados, porque gracias a ellos estamos aquí. Hay un momento en que no te das cuenta y desaparecen todos tus abuelos, y era al único al que le pude dedicar en vida un trabajo. Él iba a verme a los conciertos, y quizás fue una de las personas que más me apoyó.

-¿También es como una chatarrería de sonidos, en lo que puedes encontrar de todo?

-Hay una parte del disco que se graba en mi casa, y es una suerte, porque uno de los problemas que tenemos hoy es que, debido a la falta de presupuesto, ahora las cosas se tienen que hacer más rápido. Llamas a un productor y te dice que en una semana hay que hacerlo, porque si no no es rentable. Se hace cosas que en el fondo no están cuidadas. Aquí, por ejemplo, practicamos los espacios de silencio, en ves de irnos más arriba, bájate un poco ahora. Y eso lo hace Tino di Geraldo. En realidad lo construye él, con mi manera de escribir y su manera de producir, y luego con la manera de mezclar que tiene Guille (Guillermo Quero). Se nota que el disco es algo que está muy escuchado, a veces pienso que dem asia do. Algunas canciones tienen hasta tres versiones.

-¿Qué diferencias hay en el chatarrero uno y dos?

-Se podrían meter en un disco doble, pegarse con superglue, y serían algo muy cercano. Porque antes de estar mezclando el primero, ya estaba enseñando canciones del segundo. Es una necesidad. Por eso no voy a parar mi proyecto, por mucho rollo que me digan de que vuelva elbicho. elbicho volverá cuando tenga que volver.