Mujeres samuráis y villanos de cuento, Benjamin Lacombe explora otros mundos
El célebre ilustrador firma con el escritor Sébastien Perez dos obras con una nueva mirada al pasado
¿Y si la sirenita no fuera una mujer? La sorprendente interpretación en clave de identidad de género
Ilustración de Benjamin Lacombe en 'Historias de mujeres samuráis'
Benjamin Lacombe, uno de los escasos ilustradores capaces de vender millones de libros, y el escritor Sébastien Perez han dado vida a más de veinte obras juntos. A esas alturas ya se puede hablar de universo propio, que han expandido a través de ... múltiples historias con un denominador común: «Lo que creo que define de verdad el trabajo entre Sébastien Perez y yo es precisamente la parte creativa. No recreamos algo existente, imaginamos un mundo nuevo», afirma Lacombe a ABC.
Con dos de ellos regresan ahora los franceses a España de la mano de Edelvives. Mientras en 'Historias de mujeres samuráis' rescatan siete voces de valerosas guerreras niponas, en 'La infancia de los malvados, villanos y maléficos' reúnen veinte relatos que exploran los primeros años de las némesis de los protagonistas de los mitos y cuentos de siempre.
Benjamin Lacombe
Las dos obras están protagonizadas por personajes muy fuertes, que toman las riendas de su destino. «Me parece francamente interesante cuando vivimos en una época en la que se cuestionan los derechos fundamentales; estamos a las puertas de una nueva guerra; hay un auge de la represión en la Europa continental contra los homosexuales, y se prohíbe a las mujeres por causas religiosas que vistan como quieran. A través de la literatura, aquí resaltamos las aspiraciones de libertad de esos personajes, que no permiten que nadie altere su voluntad de vivir su vida como quieran», reivindica el ilustrador.
Por ello, a pesar de proceder de siglos atrás, en el caso de 'Historias de mujeres samuráis', o habitar nuestro imaginario colectivo desde siempre, en 'La infancia de los malvados', los protagonistas rebotan con fuerza en nuestros problemas de hoy. «No he elegido estas temáticas al azar –corrobora Lacombe–. En la colección de Clásicos Ilustrados me encantó 'Bambi'. Durante los años 30, en el auge del antisemitismo, Felix Salten utilizó ese bosque para hablar metafóricamente de sus inquietudes. Los autores, a través de nuestra obra, hablamos de nuestros problemas y sentimientos; está en un contexto, en la vida que nos circunda».
Vacío literario
Con 'Historias de mujeres samuráis', Lacombe y Perez persiguen dejar constancia de «la fragilidad de los derechos conquistados con gran esfuerzo por las mujeres», de acuerdo con el autor. Desde que conoció a Tomoe Gozen, una de las primeras 'onna-musha' que se piensa que luchó en las Guerras Genpei, el autor supo que quería hacer este libro. No obstante, para su sorpresa, se topó con que apenas se conserva literatura sobre estas guerreras. «Hemos estado trabajando durante años con el historiador francés Matthias Hayek, especializado en Japón, que a su vez solicitó ayuda a un historiador originario del país. Durante tres años y medio no conseguimos nada. Fue una decepción ver que la voz de estas mujeres había estado silenciada, porque los restos arqueológicos muestran que un 30 % de los cuerpos de los campos de batalla pertenecían a mujeres», señala.
Maldad panorámica
Allí donde encontraron suficiente material para vertebrar una historia hay una protagonista del libro. Después, vino un arduo trabajo literario para crear un hilo narrativo con todas ellas. Perez lo cosió con un estilo diferente para cada una. «Lo que hemos intentado con las imágenes es crear una narrativa visual que no solo alimente esos textos, si no que aporte una nueva visión a una nueva lectura», explica Lacombe. Por eso, en sus bellas y delicadas ilustraciones se aleja de la sexualización y el exotismo de los videojuegos y mangas. Todas portan los colores de la guerra. «El negro (la noche), el rojo (la sangre y el interior) y el metal (por las armaduras). También el violeta; esas mujeres se hacen hombres, pero son difíciles de definir, están entre el azul y el rosa».
Maléfica en sus primeros años vista por Lacombe
En 'La infancia de los malvados', el objetivo era desmontar la dualidad del bien y del mal en la que, a su juicio, está anclada nuestra sociedad. «Son términos relativos, a veces depende de un punto de vista, a veces está vinculado a una época», detalla. Para ello, se remontaron a la infancia porque ahí se construye lo más relevante de la personalidad.
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¿Si hace algo malo un niño lo convierte en malvado? ¿O puede ser pasajero? Reflexionaron a partir de esas preguntas e hicieron «un auténtico casting entre los grandes malvados de los cuentos, con el que nos lo hemos pasado pipa». Hay elegidos entre todas las culturas, porque con frecuencia lo que es malo para una no lo es para otra. «Hemos querido es abordar la maldad en toda su expresión. Ha sido muy interesante hacer una visión panorámica de la mezquindad.