La mujer que se ocultó en un manuscrito medieval de hace 1.300 años

«Solo hay un número limitado de manuscritos medievales tempranos sobrevivientes que contienen evidencia interna clara de que una mujer los creó, poseyó o usó», señala en The Guardian Jessica Hodgkinson, estudiante de doctorado en la Universidad de Leicester que hizo el descubrimiento mientras investigaba para su tesis sobre mujeres y manuscritos medievales tempranos.

El nombre de Eadburg y otras anotaciones se encontraron en los márgenes de una copia de los Hechos de los Apóstoles escrita en latín en Inglaterra entre el 700 d. 750 d.C. El volumen, que se conserva en la Biblioteca Bodleian de Oxford, apenas mide 229 x 176 milímetros (es poco mayor que una hoja de papel A5).

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Los investigadores emplearon por primera vez una tecnología de última generación para observar en 3D la superficie del antiguo manuscrito. Con esta técnica, capaz de revelar marcas imperceptibles a primera vista y con ayuda de los expertos de Factum Arte, registraron todas las anotaciones del escrito. El nombre de Eadburg había sido escrito repetidas veces con un lápiz de punta seca, sin tinta. ¿Por qué?

«Tal vez tenía que ver con los recursos a los que esa persona tenía acceso. O tal vez tuvo que ver con querer dejar una marca que pusiera el nombre de esa mujer en este libro, sin hacerlo realmente obvio», dijo Hodgkinson. «Podría haber habido cierta reverencia por el texto, lo que significaba que la persona que escribió su nombre estaba tratando de no restar valor a las Escrituras ni competir con la palabra de Dios«.

En opinión de esta experta, el manuscrito copiaba «un texto enormemente significativo y muy poderoso: la palabra de Dios, transmitida a través de los apóstoles. Y creo que esa podría ser al menos parte de la razón por la que alguien eligió escribir el nombre de Eadburg en él, para que ella estuviera cerca de eso«.

Escribir su nombre en el libro afirmaba además de forma silenciosa su poder y alto estatus en un momento en que solo unas pocas mujeres de élite y altamente educadas podían escribir y leer tanto en inglés antiguo como en latín.

Es muy probable que fuera la propia Eadburg quien lo escribiera, ya que figura en cinco lugares en los márgenes del manuscrito y con formas abreviadas en otras 10 ocasiones. «Podría entender por qué alguien podría escribir el nombre de otra persona una vez. Pero no sé por qué escribirías el nombre de otra persona tantas veces así», dijo Hodgkinson.

En el libro también descubrieron una transcripción en inglés antiguo y figuras humanas dibujadas de forma esquemática, que aún no saben qué representan. La investigadora espera que más estudios revelen los significados de estas figuras y de la transcripción antigua, que hasta ahora ha resultado imposible de traducir.

Ella también confía en poder descubrir quién era Eadburg. Ciertas características del manuscrito sugieren que el libro se produjo en Kent, donde una mujer llamada Eadburg fue abadesa de una comunidad religiosa femenina a mediados del siglo VIII. Aunque existen otras ocho candidatas posibles.

«No sabemos mucho sobre Eadburg -señaló Hodgkinson a The Guardian-, pero ahora, gracias a esta increíble tecnología, hemos visto su nombre, sabemos que estuvo allí. Ella está aquí, en este libro, y habla a través de los siglos».