El misterio del Stradivarius maldito de Goebbels que acabó en Japón

Como todas las obras de arte que «aparecían» en Alemania, y el violín silueta de llama y madera de arce lo era, aquel bello instrumento con leve desgaste en el barniz podía provenir del robo y el saqueo de la Sonderstab Musik, la unidad nazi encargada del pillaje en la comunidad judía que comanda el musicólogo racista Herbert Gerigk.

Yoann Iacono (Burdeos, 1980) fue tras la pista de la violinista nipona y su violín. «Todo comenzó con una conversación con unos amigos músicos japoneses que me hablaron de Nejiko Suwa y la historia de su Stradivarius. Me sentí frustrado de no haber podido hablar con ella. Cuando murió en 2012 lamenté no haber podido llegar antes», explica el autor de 'El violín de Goebbels' (Duomo).

Nacida en 1920 Najita Suwa se reveló, con solo diez años, como una niña prodigio que estudió música con la violinista rusa Anna Bubnova-Ono, la tía deYoko Ono. Tras su debut el París el 19 de mayo de 1939, un año antes de la invasión alemana de Francia, Suwa dio conciertos por toda Europa y en 1943, el año en que recibió el violín, triunfaba como solista de la Filarmónica de Berlín donde hizo las delicias de Goebbels con su interpretación de Grieg.

Desde que recibió el violín, la sospecha de su negra procedencia pesó sobre Nejiko Suwa. La intérprete conservó aquella pieza que se dice realizó en 1722 a Antonius Stradivarius, aunque algunos musicólogos niegan tal autoría.

Diez años después de la muerte de Nejiko Suwa sigue sin saberse si aquel violín que protegió a costa de su buena fama es un Stradivarius. Hace tres meses una lectora de 'El violín de Goebbels' telefoneó a Iacono desde Suiza: «Me dijo que en una ocasión Nejiko confesó al embajador del Japón que su ilusión era poseer el violín del profesor con quien trabajó en París desde 1938: mi confidente era su nieta», apunta el autor francés.

Con la liberación de la capital francesa, la violinista huyó a Berlín: nunca se separaría de su violín. Evacuada con el personal diplomático nipón, en 1945 embarcó en Le Havre rumbo a Nueva York. En tierras americanas y hasta su repatriación al Japón, donde conoció al general McArthur, residió en un lujoso hotel donde se espiaba con micrófonos en las habitaciones a los huéspedes japoneses.

«Al abordar la rapiña cultural nazi se alude a las pinturas y objetos de arte, pero fueron muchos los intérpretes judíos que dejaron de tocar por la estigmatización antisemita o, sencillamente, porque les robaron su instrumento», subraya Iacono. Las sospechas sobre el origen «non sancto» del supuesto Stradivarius siguieron amargando a una Nejiko Suwa que evitaba evocar sus años con el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. En 1946 el jurista Kibihiko Tanaka situaba a la violinista ante el dilema de la melomanía o la decencia: «Séquese las lágrimas y tome la decisión de devolver el violín a su antiguo propietario por su propia voluntad».

Las «relaciones peligrosas» entre arte y política inspiran también la segunda novela que Iacono publicará en 2023 sobre acerca de un poeta ruso futurista y el poder soviético. 'El violín de Goebbels' tendrá una adaptación cinematográfica que se espera dirija Sofia Coppola.