Miguel Falomir: «¿Descolonizar? No sé a qué se refería el ministro»
El director del Prado y Pepe Serra, director del MNAC, elogian en el Círculo de Liceo la colaboración entre ambos museos
Urtasun anuncia que descolonizará los museos nacionales
Barcel
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Iniciar sesiónEl Prado de Madrid y el MNAC de Barcelona pueden ser museos distintos, pero no distantes. Así lo certifican sus directores, Miguel Falomir y Pepe Serra en el Círculo del Liceo. «Cada año o año y medio organizamos una exposición conjunta que es ... el producto de nuestra relación constante», afirma Falomir. El Prado, añade Serra, «es nuestro hermano mayor, nos ayuda mucho». El Prado tiene lo que el MNAC y viceversa: la conexión posibilita iniciativas como las de Bermejo o Carracci.
Ambos directores, como ya sucedió entre Serra y Zugaza, antecesor de Falomir, son un ejemplo de cómo la cooperación entre instituciones culturales puede servir de ejemplo a otras instancias del Estado empeñadas en la confrontación. «En Cataluña no tenemos un Prado o un Reina Sofía, pero si podemos colaborar con nuestros fondos, colaboramos», apunta Serra que también coincide con Falomir y Serra en la gestión del museo. «El director imprime su impronta, pero con humildad; hay obras que no te gustan pero aparecen en los libros de Historia del Arte y que no contemplarías si fuese tu colección particular. Un museo da cabida, no solo a sensibilidades distintas, sino contradictorias». En el MNAC, revela Serra, «nadie sabe lo que me gusta, he de hacer que las cosas pasen, repensar el museo». Y acercar fondos milenarios a públicos contemporáneos, como el románico de Taüll pudo fascinar a Picasso, Duchamp o Tàpies: «Remitía a pasiones universales, la generación de Netflix quiere que le cuentes historias, el relato».
La memoria histórica exige la restitución de obras a sus legítimos propietarios y la cultura «woke» esgrime la «descolonización», según anunció el ministro de Cultura Ernest Urtasun. Restitución. La legitimidad del museo radica en acreditar los fondos que custodia: «Tenemos doscientas obras que depositó el servicio franquista después de la guerra y no sabemos de quién son», acota Serra. «En el Prado contabilizamos unas ochenta obras confiscadas durante la guerra civil, todas documentadas en la página web. La Ley de Memoria Histórica contempla la restitución, pero no se ha desarrollado para que el museo pueda devolver nada» lamenta Falomir.
La lectura política y estética de cada momento histórico explica por qué en el siglo XIX el Greco se desechaba en el Prado. O que la pintura gótica se considerara «arqueología».
El problema advierte Falomir, «es la arrogancia presentista que conduce a decisiones irreversibles». El discurso de Urtasun adolece de ese presentismo ideológico. «¿Descolonizar? No sé a que se refería el ministro», concluye el director del Prado.
Decisiones políticas como la reubicación catalana de Manuel Borja-Villel. El exdirector del Reina Sofía representa a la consejería de Cultura de la Generalitat presente en el patronato del MNAC: «El paracaidismo es una mala práctica», ironiza Serra.
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