Mary Austin, el gran amor de Freddie Mercury

La increíble colección, que está valorada actualmente en seis millones de libras esterlinas (unos 6,7 millones de euros), aunque los expertos de Sotheby's, casa de subastas donde se exhibirán los objetos, todavía están en proceso de evaluación de todo el contenido.

Austin fue novia de Mercury durante seis años, hasta que el cantante salió del armario. De hecho, él le dijo que creía que era bisexual, pero Austin le respondió: «No creo que seas bisexual. Creo que eres gay». Y aunque el músico pasó sus últimos años con su pareja Jim Hutton, siguió siendo íntimo de su exnovia, a quien calificaba como el «amor de mi vida» y su «alma gemela», e incluso había querido casarse con ella.

La personalidad introvertida y seria de esta joven que trabajaba en una tienda de ropa cuando empezó el noviazgo, contrastaba con la forma de ser extrovertida del artista. «Me llevó tiempo enamorarme de este hombre, pero una vez que sucedió, nunca pude alejarme de él. Su dolor se convirtió en mi dolor, su alegría se convirtió en mi alegría», declaró en algún momento Austin, que era, en palabras del cantante, su «lugar seguro» y la persona en la que más confiaba.

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La actriz Cleo Rocos, amiga de la pareja, definía su relación como «un encuentro de almas», lo que coincidía con lo que el propio Mercury también aseveró: «Solo puedo nombrar a una persona querida con la que realmente puedo abrirme y sentirme completamente feliz. Puede que tenga todos los problemas del mundo, pero tengo a Mary y eso me ayuda».

Su vínculo era único, y de herencia le dejó, además de todo su patrimonio, la mitad de las ganancias futuras de Queen. En estas tres décadas, Austin casi no ha dado entrevistas y ha mantenido un perfil bajo, acorde con la personalidad de la que ya hacía gala a los 19 años, cuando ella y Mercury, de 24, se conocieron.

Hija de un tapicero de papel y de una empleada doméstica, ambos sordos, vivía al sur de Londres. Una vez rota su relación romántica con el cantante, tuvo dos hijos con un empresario llamado Piers Cameron, y el padrino de Richard, su primogénito, era Mercury.

Jamie, el pequeño, nació tras la muerte del artista. Austin estuvo al lado de Mercury hasta sus últimos días, cuando falleció a los 45 años como consecuencia de una neumonía bronquial provocada por el SIDA, y es la única que sabe dónde están sus cenizas, tal y como le pidió el artista.

A sus 72 años, Austin sigue viviendo en la mansión que le heredó su gran amor y amigo, aunque ha reconocido que sale muy poco a la calle.