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ABC Cultural

Luis Mateo Díez: «Yo era un pecador impecable»

El escritor habla con la prensa veinticuatro horas antes de la ceremonia del premio Cervantes

Luis Mateo Díez: «No hay mayor decepción que la vejez, pero hay que llegar para darse cuenta»

Luis Mateo Díez, en la Biblioteca Nacional EFE
Bruno Pardo Porto

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Luis Mateo Díez entra por unas puertas altas de madera antigua como los árboles. Viste una chaqueta gris, una camisa a cuadros, se agarra las manos, aguanta las fotos, dice: «Aunque no lo aparente soy un octogenario. Ya son ochenta y dos castañas». Ríe, celebra ... entrar en uno de los lugares «más hermosos del país, del mundo» (estamos en la Sala del Patronato de la Biblioteca Nacional), avisa a los periodistas de que contestará lo que buenamente le dé la gana a lo que ellos buenamente pregunten: privilegios de la edad. Y no miente. La cosa empieza por el riesgo de la hagiografía y sigue por los pecados mortales, un arsenal de piramientos de un hombre que ha llevado la imaginación al límite, y que allí, al otro lado de la niebla, se encontró con una realidad que casi es la nuestra. Y desde allí se autorretrata.

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