Un paseo por la infancia del Premio Cervantes
La Casona, el cine viejo o la librería de Nemesia son algunos lugares de Villablino que Luis Mateo Díez ha reflejado en sus obras. La ruta creada por estos enclaves cobra actualmente un especial interés en un pueblo «orgulloso» de su paisano
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Valladolid
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Iniciar sesión«Cada vez que regreso al Valle, regreso en el espacio y en el tiempo, a los territorios de mi infancia y al niño que fui, con el que tiene un gran débito el hombre que soy, el escritor que soy», dejaba escrito el ... 5 de abril de 2008 en la Casa de Cultura de Villablino quien el próximo martes recibirá el Premio Cervantes.
Lo hacía tres años antes de que comenzara a 'germinar' en su localidad natal la ruta 'Un paseo literario por los rincones de Luis Mateo', un precioso proyecto que finalmente vio la luz en 2022. La iniciativa, cuyo objetivo es acercar la obra del académico a través de escenarios de su infancia que de forma más o menos explícita han quedado recogidos en ella, ha cobrado un especial interés desde que se conociera la concesión al escritor leonés del máximo galardón de las letras en español, sobre todo entre la población local, «muy orgullosa de su paisano», confirman desde la Oficina de Turismo de Villablino.
Emplazada en la céntrica Plaza de Sierra Pambley del municipio, la que es hoy parada casi obligada para quienes quieren conocer a fondo el Valle de Laciana albergó en su día el Ayuntamiento, cuya segunda planta estaba destinada a la vivienda del secretario. Fue en ella donde en 1942 nació Luis Mateo, el cuarto de los cinco hijos de Florentino Agustín Díez y Milagros Rodríguez.
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Este enclave es precisamente una de las primeras 'paradas' elegidas para la ruta literaria por su artífice, el profesor José Manuel Villar. ¿El motivo? No sólo tiene que ver con que el autor lacianiego pasara allí los primeros doce años de su vida, sino también porque en esta casona de piedra se sitúa el Desván, con mayúsculas, «donde Luis Mateo jugaba con sus hermanos y amigos».
El Desván
«Hasta que descubrieron que el Desván era un refugio pasó algún tiempo. La idea del refugio se acomodaba muy bien al secreto, y fueron los secretos desvelados en el misterio y el sigilo los que contribuyeron a que esa idea se afianzara, de modo que el refugio era un escondite y un lugar clandestino que ofrecía innumerables hallazgos», relata el escritor en 'Días del Desván' (1997).
Antes de la iniciativa de Villablino, su impulsor había trabajado ya en otra ruta literaria basada en la obra de Luis Mateo 'La fuente de la edad', una iniciativa que animó al Ayuntamiento lacianego a encargarle este nuevo proyecto, en colaboración con la Asociación de Amigos de Sierra Pambley.
Cuenta el profesor que aunque en la selección de los emplazamientos el autor le «dejó hacer», su colaboración fue «total» a la hora de poner voz a algunos de los textos que se pueden escuchar a través de los códigos QR ubicados en cada 'estación'. También en el espacio virtual 'porlosrinconesdeluismateo.com', extraordinariamente documentado por Lidia de la Villa, presidenta de la citada asociación.
En la lectura de los mismos colaboraron también alumnos y profesores de los dos institutos de Villablino, pues una de las singularidades de esta iniciativa es que consiguió aunar a mucha gente de la zona en torno un autor y una literatura que consideran su «patrimonio», presume Villar.
Entre las trece 'estaciones' que suman el recorrido, cita como uno de los ejemplos de «la decadencia» en la que está inmersa el Valle la dedicada a la librería de Nemesia, quien fuera madre de uno de los compañeros de vivencias infantiles de Luis Mateo.
El «declive» del valle
Y es que hoy este enclave nada tiene que ver con aquel que vio nacer al académico: «Era mucho más pequeño. La mayor parte de las casas de hoy no existían, y el Ayuntamiento y la iglesia no se ubicaban donde están. Había entonces una gran vega entre San Miguel de Laciana y Villablino que era una zona de cultivo». Fue el auge de la minería, en la década de los sesenta, la principal causa de su transformación: «Socialmente cambió mucho. El pueblo creció y recibió mucha inmigración de otras regiones de España, fundamentalmente de Andalucía, pero también de Portugal y Cabo Verde, lo que dio lugar a una mezcla hermosísima de gente», explica Villar.
«Desde que se cerraron las minas no ha dejado de estar en declive. Se ha perdido mucha población y, de hecho, esperamos que iniciativas como esta del paseo literario sirvan para atraer turismo y nos dé un poco de aire a la zona», sostiene al respecto Lidia de la Villa. Por ello, al impulsor de este 'camino' le gustaría que se «prestigiaran» algunos de estos lugares, como la propia casa donde nació el escritor: «¡Qué menos que hacer un museo!».
En mejor estado que el 'kiosko' de Nemesia se conservan las escuelas graduadas. Allí se sitúan otras dos paradas de este singular paseo. Levantadas en la ladera del monte e inauguradas un año antes del estallido de la Guerra Civil, fue en una de sus aulas donde Luis Mateo se asomó por primera vez a los clásicos al escuchar las lecturas que les hacía 'don Servo'.
Así lo recrea también 'Días del Desván', «todo un homenaje a la persona del maestro, en el que nos muestra cómo la oralidad, a través de esas lecturas y de las historias que escuchaba en los filandones, fue el germen de su vocación de escritor», en palabras de los impulsores. «La voz del maestro tenía en la lectura un tono más sosegado, como si se demorara en las frases para facilitar su comprensión y alargar aquellas historias que unían en el invierno, entre el clamor monótono de la lluvia y el rumor de la estufa...», recoge el escritor en la mencionada obra.
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Es en 'Colillas', también de 'Días del Desván', donde el académico se refiere a otro de esos lugares que más cariñosamente recuerdan los vecinos de Villablino. Se trata del cine, aún en pie, aunque hoy convertido en almacén. «Era nuestro 'Cinema Paradiso'», rememora Villar sobre esta 'parada': «Los hallazgos más preciados eran siempre los fotogramas sueltos que el operador tiraba en el suelo de la cabina y las colillas de cigarrillos rubios, sobre todo aquellas que los fumadores habían arrojado apenas sin consumir, probablemente urgidos por el comienzo de la proyección», escribe Luis Mateo sobre un lugar donde, según explica Villar, «los mayores se evadían de sus problemas y los niños soñábamos».
«El itinerario detalla muchos de los lugares de Villablino, sobre todo relacionados con mi infancia (...) A veces he remitido directamente a estos sitios en los que estuve y en otras ocasiones, como es lógico en la literatura, lo he hecho de una forma imaginativa reinventando estos lugares», sostiene el escritor en el vídeo que se puede ver en el espacio virtual. Según ha detallado en más de una ocasión, «el Valle» significa para él «lo mítico, lo legendario y, además, se corresponde muy bien con el propio patrimonio de su cultura popular».
Casa de Sierra Pambley
La Casona, el parque de los cedros, la iglesia de San Miguel, la cuadra de Conrado o la casa del hojalatero son otras de las 'estaciones' del recorrido. Si para Villar las más especiales tienen que ver con algunos recuerdos emotivos, Lidia de la Villa destaca entre ellas la Casa de Sierra Pambley, a la que el autor se refiere en el libro de viaje 'Laciana: suelo y sueño' (2000).
Fue allí donde se reunieron Paco Sierra, Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cosío y Gumersindo de Azcárate para acordar la fundación de la primera Escuela de Enseñanza Mercantil y Agrícola, siguiendo los principios de la Institución Libre de Enseñanza: «En ella se enseñó a la gente del pueblo a sacar partido a su ganadería y crear productos que luego tuvieron expansión por España e incluso en el extranjero», apostilla Villar.
Por su ubicación en el municipio, decidieron que este fuera el punto de partida del recorrido. El broche lo pone la vieja estación, entonces símbolo de progreso e industria y hoy a la espera de que el proyecto de tren turístico 'Ponfeblino' la rescate del olvido. Presente en la última obra mencionada, el impulsor de la iniciativa estudia 'alimentar' esta parada con más textos del Premio Cervantes, al menos virtualmente.
No obstante, tanto él como Lidia apuestan por que quienes estén interesados en la literatura de este escritor hagan el recorrido al menos una vez 'in situ'. De hecho, el profesor se ofrece cada año, en el marco de las fiestas de San Roque, a realizar una visita guiada, una actividad con la que el municipio trata de honrar a su paisano más ilustre.
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