Sergi Pàmies: «No comulgo con la progresía del postureo»
'A les dues seran les tres' congrega una decena de narraciones acerca del paso del tiempo y episodios vividos desde la ironía
Sergi Pàmies: «En los años noventa se podía hacer todo»

Sergi Pàmies, fotografiado en Barcelona
Sergi Pàmies (París, 1960) se define como un sesentón irónico-escéptico que intenta disfrutar de las cosas que se acaban como el oficio de escribir, la percepción de la realidad y la libertad: «Al púlpito gruñón prefiero el 'carpe diem' de la Tercera Edad, ... en lugar de hacerme mala sangre celebro lo que se acaba sin perder la curiosidad», afirma.
El título de su última entrega narrativa, 'A les dues seran les tres' (Quaderns Crema), está inspirado en un episodio vivido. El narrador ha comido en una pizzería de Castelldefels y al volver a Barcelona el sopor de la digestión le adormece: el automóvil se desvía del carril y el bocinazo de una furgoneta al evitar la colisión lo despierta de golpe: «Esos tres segundos en que ha cerrado los ojos esconden una suma de historias, visiones y premoniciones que conviene descifrar», observa. De esas idas y venidas entre la memoria y la ficción, el pasado y el presente se nutre la narrativa breve de un escritor muy parecido al protagonista de sus cuentos: «Diabético, hipertenso, agnóstico, soltero, obeso».
Una decena de apartados temáticos desvelan las razones por la que Pàmies pasó de la poesía a la prosa; aniversarios fallidos de días «históricos»; congresos literarios; descomposición del amor; el abandono de la guitarra que tocaba por devoción a Atahualpa Yupanqui; la adopción del escritor por el periodismo; la relación con la madre que aprendió inglés escuchando a Sinatra y la comunicación con los hijos (gemelos) después de una separación.
Material autobiográfico al servicio de la ficción. En 'T'estimo', Pàmies hace coincidir la noche de la flecha olímpica con el inicio del amor de una pareja. La flecha, como el amor tantas veces, «oficializa la transición del complejo de inferioridad a una leyenda de ciudad basada más en presunciones que en la realidad». La degradación de Barcelona, opina el escritor, «ha sido una decisión política, no un accidente. Una continuada actitud basada en una falsa idea de la tolerancia».
Aunque se declara «veterano» en no entender al ayuntamiento de su ciudad, se confiesa su decepción ante las opciones progresistas a las que había votado: «Que hayan degradado Barcelona me sabe mal. Sus obras los retratan. No comulgo con la progresía del postureo». En esta sociedad de la piel fina y la corrección política, Pàmies se declara un escritor analógico que mantiene la piel dura: «Cambiar de piel lo hacen las serpientes».