ABC PARA UNE

El hombre más rico de Francia hizo fortuna especulando con deuda española

'Aguado, o la embriaguez de la fortuna. Un genio de los negocios' aborda la fascinante historia de «un hombre en un mundo donde las cosas estaban cambiando«

Álvaro París

05/04/2023
Actualizado a las 08:49h.

En la Francia del siglo XIX el nombre de Alejandro Aguado personificaba la riqueza al mismo nivel que el de Rothschild. Su fortuna evocaba el enriquecimiento rápido impulsado por los juegos en bolsa, los negocios opacos y la especulación bancaria. Considerado en su época ... como el hombre más rico de Francia, Aguado había nacido en una familia humilde de Navarra, crecido entre la oligarquía sevillana y perdido casi todo tras elegir el bando equivocado en una guerra. Abandonó España en 1813 como un afrancesado derrotado, pero supo aprovechar sus contactos para hacerse millonario en París gracias a la quiebra de la Hacienda española.

La riqueza de los Aguado comenzó a amasarse gracias al comercio americano, aprovechando los resortes del Imperio colonial español. Pero tras el colapso provocado por la invasión de Napoleón, Aguado tuvo que reinventarse como un hombre nuevo en Francia. Hizo fortuna a través de la emisión fraudulenta de deuda española en la bolsa de París, embolsándose intereses desorbitados a cambio de financiar a un absolutismo agonizante. Al finalizar el Trienio liberal (1820-1823), cuando Fernando VII se negó a reconocer la deuda pública de los gobiernos constitucionales, las bolsas europeas suspendieron la negociación de bonos españoles y la monarquía tuvo que recurrir a hombres oscuros como Aguado, que prometían a la Hacienda lo imposible. España se asfixiaba en una espiral de deuda inasumible y nuestro protagonista supo aprovecharse de la situación para convertirse en uno de los principales banqueros de Francia.

Compró castillos, controló a la prensa y se convirtió en un mecenas de las artes, protegiendo a Rossini, dominando la Ópera de París y reuniendo una célebre colección de pintura. Su vertiginoso ascenso social se asentaba en comisiones especulativas y maniobras denunciadas como corruptas, pero supo insertarse en la alta sociedad parisina, encarnando esa riqueza que cambia la suerte de los hombres con la misma velocidad que otras novedades del periodo, como el ferrocarril. La vida de Aguado refleja la transición entre dos mundos: el Antiguo Régimen que se resistía a desaparecer y la sociedad liberal que arrasaba jerarquías y ofrecía oportunidades de enriquecimiento rápido para quienes supiesen navegar las corrientes del cambio.

Aguado fue un hombre excepcional, cuya trayectoria novelesca evoca la capacidad de los grandes hombres para trascender los límites de la sociedad en la que nacen. La historia como disciplina, sin embargo, consiste precisamente en situar al individuo en su contexto, explicando lo excepcional a partir de las normas sociales, los hábitos y las relaciones de poder. Esto es lo que consiguió Jean-Philippe Luis, catedrático de Historia Contemporánea en la 'Université Clermont-Auvergne' y uno de los grandes especialistas del siglo XIX español hasta su repentina desaparición el pasado año. Su biografía de Aguado –publicada en francés en 2009 y traducida ahora en Prensas de la Universidad de Zaragoza– demuestra que realidad, analizada a través de los lentes del historiador, puede ser más vibrante que la novela histórica. Porque las peripecias de Aguado y su fulgurante ascenso social, tienen menos interés como anécdota que cómo síntoma.

Imagen - Jean-Philippe Luis — Jean-Philippe Luis

Jean-Philippe Luis desentraña en este libro la historia de un hombre en un mundo donde las cosas estaban cambiando. Donde el protagonismo individual ganaba peso sin que el entorno familiar dejara de ser muy influyente, donde las nuevas convenciones sociales todavía no habían borrado definitivamente las antiguas. Mientras la sociedad cambiaba a su alrededor, arrastrando certidumbres y coherencias, Aguado fue capaz de moverse entre el mundo que desaparecía y el que no acababa de nacer, desafiando nuestra costumbre de dividir la historia en periodos coherentes y cerrados. No sólo vivió la transformación de la sociedad europea entre 1780 y 1840, sino que encarnó el cambio.

A la espera de que alguien se decida a llevar la vida de Aguado a la gran pantalla, podemos disfrutar de una biografía que pone de manifiesto que el rigor para explicar las vidas excepcionales supera el atractivo del relato ficcionado. Un libro extraordinario sobre un hombre extraordinario, escrito por un historiador que nos dejó demasiado pronto a solas con su obra.