Muere Josefina Aldecoa, voz que se elevó sobre un tiempo de silencio

La escritora y pedagoga falleció ayer a los 86 años en Mazcuerras (Cantabria)

M. DE LA FUENTE

Quizá Ignacio, su marido, acababa de concluir otro de sus cuentos. O tal vez estaba fuera, en el Gijón, con Carmen, Rafael, Luis, Alfonso. Ella, Josefina, llegaba del colegio Estilo, ese sueño quijotesco allá por 1959 de llevar otra vez a la práctica las lecciones ... de la Institución Libre de Enseñanza, en cuya dirección se le iba media vida. Pero mientras Aldecoa, Ignacio, escribía, Aldecoa, Josefina, ya iba dándole vueltas en la cabeza a lo que iba a ser su primer libro, los relatos de «A ninguna parte» (1961). Atrás quedaban sus estudios de Filosofía, sus primeros cariños con la literatura en la revista «Espadaña» siendo casi una adolescente, su matrimonio con Ignacio, aquel narrador de prosa dura como el tajo en un andamio, al que había conocido en el café.

Muerto Ignacio en 1969, la que había nacido Josefina Rodríguez en La Robla (León) en 1926, pasó a llamarse Josefina Aldecoa. Aldecoa murió ayer en la villa cántabra de Mazcuerras por una enfermedad degenerativa. Será enterrada hoy en Santander.

Desaparecido Ignacio, Josefina Aldecoa se entregó en cuerpo y alma a la pedagogía, hasta 1983, en que publicó «Los niños de la guerra». En 1990 comenzó un trilogía trufada por su propia autobiografía en títulos como «Historia de una maestra», «Mujeres de negro», y «La fuerza del destino». Obras que resumían una época y un tiempo («de silencio» lo llamó Martín Santos, otro amigo), un tiempo en el que ni España ni la literatura estaban para bromas. No eran horas de florituras, sino de llamar a las cosas por su nombre, como hizo la generación de Josefina, la del 50. Su última novela, «Hermanas», se editó en el año 2008.

«Josefina buscaba compartir una visión de lucha y de búsqueda de la identidad», comentaba ayer su amiga, la escritora y académica Soledad Puértolas. Una prosa que es, en palabras de Gustavo Martín Garzo, «de compromiso social, de denuncia de la falta de libertad, que preserva la memoria de esa generación de la posguerra». En el mismo sentido se expresó el poeta Antonio Colinas: «Se nos va un tiempo y una generación». El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero resaltó la labor pedagógica de Aldecoa: «Defendió la educación como un instrumento esencial para la justicia y la igualdad».

Condolencias del Rey

Su Majestad el Rey Don Carlos expresaba ayer sus conondolencias a la familia y subrayaba «la entrega de Josefina Aldecoa a la educación y la literatura». Lo mismo que los Príncipes de Asturias, que también quisieron estar cerca de la familia con un mensaje de pésame.

Cada maestrillo tiene su librillo. El de Josefina Aldecoa fue elevar una discreta, pero sincera voz, sobre aquel tiempo de silencio.

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