La casa-museo de Norman Mailer
Sus hijos se plantean vender su apartamento de Brooklyn, en el que el escritor acumulaba objetos de todo tipo
La casa-museo de Norman Mailer
La casa de Pablo Neruda en Isla Negra pasa por ser uno de los lugares más inverosímiles del planeta, repleta y rellena de los más variados objetos y recuerdos que el descomunal poeta chileno fue recolectando en sus viajes por todo el mundo, con la ... ventaja a su favor de que era diplomático y se le tenían que poner a tiro joyas que no están al alcance del común de los mortales. Pero la casa de Norman Mailer en el barrio neoyorquino de Brooklyn no le va a la zaga. Ni Mailer ni su esposa están ya entre nosotros para contarlo, pero sus nueve hijos están recibiendo ofertas de hasta 2.5 millones de dólares (17 millones de euros) por la vivienda. Y la vivienda no tiene desperdicio, tal y como relata en su edición digital «The New York Times»
Para abrir boca, una fotografía de las piernas de Marilyn Monroe (una de las obsesiones del escritor) o una divertidísima insignia que recuerda su disparatada candidatura a la Alcaldía de Nueva York en 1969: «Usted dormiría mejor si Norman Mailer fuera Alcalde». También hay una fotografía de Mailer boxeando con José Torres, un campeón de los semipesados que le enseñó al novelista los secretos del pugilato.
Norman Mailer murió en 2007 y su esposa en el pasado mes de noviembre, y ahora es su hijo Michael quien está encargado de la casa, en la que en muchos rincones es difícil distinguir entre un viejo salón victoriano y el castillo de proa de un barco . El pisito de Mailer no tiene malas vistas, la Estatua de la Libertad y la Bahía de Manhattan, y Michael y sus ocho hermanos todavía no tienen muy claro qué hacer con el abundante mobiliario y la cantidad de recuerdos, libros y rarezas que la casa alberga, aunque parece que no les importaría destinarlas a un museo sobre el autor de «Un sueño americano». Criado sobre el asfalto de las calles neoyorquinas, Mailer era sin embargo un apasionado del mar y de la navegación, y convirtió su hogar en una especie de parque temático marinero, una suerte de navío surcando las aguas de Manhattan. Cocinar, parece que no cocinaba mucho, aunque su hijo cuenta que su especialidad eran los champiñones rellenos . Siempre y cuando las siete horas que dedicaba a escribir le dejaran algo de tiempo.
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