Simone de Beauvoir y Violette Leduc: sulfurosos amores no correspondidos
La subasta de su correspondencia desentierra la versión más púdica de una historia de amor y pasión femeninas
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Iniciar sesiónLa subasta pública de las cartas de Simone de Beauvoir (1908-1986) a Violette Leduc (1907-1972) no ha tenido el éxito comercial esperado, pero ha desenterrado una de las versiones, la más púdica, de una historia de amor y pasión , ... femeninas, a geometría muy variable. Beauvoir murió en el olor de santidad feminista , cuando el mito que ella forjó laboriosamente, a mayor gloria personal, comenzó a ser víctima de revelaciones poco entusiasmantes sobre su comportamiento con las chicas jóvenes que fueron sus alumnas durante y después de la ocupación alemana (1940-1945).
El mito involuntario de Leduc no ha dejado de crecer, por el contrario, tras la publicación íntegra de algunos de sus escritos más escandalosos y la difusión de una película, «Violette» (2013), dirigida por Martin Provost. Entre 1946 y 1973, las relaciones lésbicas contadas con «naturalismo muy crudo» y la turbulencia onírica y erótica de los fantasmas literarios de la escritora le causaron muchos problemas, con un par de éxitos literarios finalmente fallidos.
Carlo Jansiti publicó, en 2007, la «Correspondencia (1945-1972)» personal de Leduc, en la que se incluían algunas cartas dirigidas a Simone de Beauvoir, conservadas milagrosamente. Trece años más tarde, Sotheby’s ha subastado, online, 297 cartas de Simone de Beauvoir a Leduc , que las había conservado piadosamente. Solo se conoce una parte mínima de las respuestas de Leduc a Beauvoir, que no siempre guardaba las cartas de su apasionada amiga.
Las cartas de Beauvoir siguen sin suscitar mucho interés. En 2014, Christie’s puso a la venta la correspondencia de la escritora con su madre y su hermana estimándolas a un precio de 280.000 y 80.000 euros. Nadie quiso comprar esas misivas, retiradas de la venta sin pena ni gloria. Sotheby’s estimó que las cartas de Beauvoir a Leduc podrían venderse entre 60.000 y 80.000. Han terminado vendiéndose por 56.700 euros. Esa correspondencia hubiera sido más interesante si las cartas de Beauvoir hubiesen podido estar acompañadas, siempre, de las respuestas de Leduc. Tarea finalmente imposible, que también habla, en escorzo, de una relación amorosa no correspondida.
Descubrimiento
Lesbiana, hija no reconocida por un padre gran burgués de provincias, Leduc estuvo enamorada platónicamente de varios homosexuales (comenzando por Maurice Sachs, gran escritor muy «sulfuroso») y de un rosario de señoras y señoritas con las que casi nunca fue feliz. Descubrió la incipiente obra literaria de Beauvoir en 1944, leyendo «La invitada», en la que no le fue difícil descubrir una «componente lesbiana».
Feliz con ese descubrimiento, Leduc comenzó a «perseguir» a Beauvoir, quién, por aquellos años, compartía amoríos pasajeros con Jean-Paul Sartre, «pasándose» el uno al otro a las jovencitas de menos de veinte años que eran sus alumnas en un instituto parisino, durante una ocupación poco resistente para la pareja famosa. Andando el tiempo, una de las alumnas de Sartre y Beauvoir, Bianca Lamblin, publicó sus memorias íntimas, contando por lo menudo sus relaciones carnales con ambos profesores, en distintos lechos de paso.
Violette Leduc fue una de las víctimas del vagabundeo amoroso de Simone de Beauvoir. Poco agraciada, físicamente, Leduc se pasó años y años suspirando por Beauvoir, que nunca le concedió sus favores. Albert Camus publicó la primera novela de Leduc, iniciándose, entonces, una amistad entre mujeres que nunca fue «más allá».
Autora marginal
En sus cartas a Leduc, Beauvoir evoca ocasionalmente sus aventuras amorosas masculinas, con Nelson Algren y Claude Lanzmann, gran cineasta y secretario de redacción de la revista de Sartre, «Les Temps Modernes», con quien descubrió las corridas de toros, en Albacete. Beauvoir rechaza cariñosamente las apasionadas declaraciones de Leduc, reconociendo su talento literario, pero reprochándole amistosamente algunos de sus «excesos».
Autora de una docena de libros escandalosos, contando con una minuciosidad turbadora las relaciones carnales entre señoras y señoritas, Violette Leduc sigue creciendo como vertiginosa autora marginal. Simone de Beauvoir no guardó la gran mayoría de sus cartas: piezas que faltan en el rompecabezas de una relación que una de las partes rechazaba por «demasiado sulfurosa».
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