Miqui Otero «En las decisiones ínfimas es donde nos definimos»
El escritor barcelonés publica «La cápsula del tiempo», novela con 37 finales posibles que recupera y actualiza para el público adulto el formato «Elige tu propia aventura»
Miqui Otero «En las decisiones ínfimas es donde nos definimos»
Un libro, un mapa para no perderse -o, quien sabe si para acabar enredándose del todo-, 37 finales posibles y una personaje que circula por las calles de Barcelona empujado por el ajetreo pesadillesco de la Noche de Reyes de 2013. Solo que ... el personaje no es alguien cualquiera. Ni mucho menos. El personaje, el protagonista de “La cápsula del tiempo” (Blackie Books) eres tu. O yo. O cualquiera que agarre el libro y empiece a rebotar por las páginas, del metro a las tascas y de los salones del Ritz a los insalubres sótanos del Carmel, como una bola de pinball abandonada a su suerte en plena Gran Via.
“En una novela de formación deformada”, bromea Miqui Otero (Barcelona, 1980) escritor y periodista barcelonés que tras estrenarse con la inciática y discómana “Hilo musical”, cambia de registro para armar una novela-laberinto en la que, igual que en las series de literatura juvenil “Elige tu propia aventura”, el protagonista no es otro que el lector. Solo que aquí no se trata de ser un agente secreto contra los nazis o un cazador de fantasmas, como ocurría en aquellas historias de hiperficción explorativa de rimbombantes títulos como “El trono de Zeus”, “Guerra contra el amo del mal” o “El expreso de los vampiros”, sino de salir más o menos airoso –o por lo menos no muy magullado- de este duelo con la crisis y el azar.
Riendas para un presente sin futuro
“No soy lector de literatura posmoderna ni mucho menos experimental, palabra que me aterra, pero creía que esta estructura ayudaba a presentar aún mejor a un protagonista perdido en la ciudad y con la crisis como tormenta inesperada. Ahora que se nos dice que no tenemos margen de decisión en el presente ni futuro, me apetecía mucho plantear esta pérdida”, explica Otero, quien al comienzo del libro nos arroja a una ciudad azotada por una sensacional tormenta con una idea en la cabeza: ir a desenterrar con amigos de la infancia una cápsula del tiempo escondida cerca de un parque acuático abandonado en Sitges.
Y aunque ese es el punto de partida, la cosa se complica en cuanto el lector empieza a saltar de página en página, guiado por unas decisiones aparentemente peregrinas: darle una moneda al acordeonista rumano o al guitarrista peruano, tomarse una última copa o salir pitando del bar, saltar a las vías a recoger un teléfono móvil o permanecer sentado …
Decisiones insignificantes que, sin embargo, cobran aquí una dimensión capital. “El azar y la casualidad es el motor de cualquier cosa que te pase en la vida, pero también lo es tu carácter. Tendemos a pensar que nos definimos en las grandes ocasiones, decidiendo si te casas o no o como afrontas la muerte de un padre, y, aunque es cierto, en realidad son decisiones que son una convención social. En cambio, en las decisiones ínfimas, cuando piensas que nadie te está mirando, es donde realmente te defines”, explica el autor.
Pifias históricas
«La gente que maneja las riendas de la historia son seres tan precarios como de nosotros»
De ahí que “La Cápsula del Tiempo” lleve incorporado, a modo de espina dorsal, un libro negro de consulta en el que Otero recopila 13 de los más memorables fracasos de la historia. Tropezones surgidos de algún detalle intrascendente que, sin embargo, acabaron cambiando el curso de la historia –la pésima elección de vestuario de los nazis a la hora de intentar invadir Rusia, el hundimiento de Atari tras el fiasco del videojuego de E.T., la resaca fatal de Julio César…- y que configuran aquí una suerte de reverso irónico de los “Momentos estelares de la Humanidad” de Stefan Zweig.
“En realidad, viene a demostrar que la gente que maneja las riendas de la historia son seres tan precarios como cualquiera de nosotros; personas que la podían pifiar en cualquier momento. Y si de algo va este libro es precisamente de eso, de que la gente ha de valorar su vida como una cosa tan importante y por tanto tan ridículo como la de cualquier personaje histórico”, explica el autor.
Son precisamente estos capítulos desastrosos y desastrados a los que el lector puede acudir en caso de duda mientras recorre la ciudad en esta suerte de odisea tragicómica repleta de situaciones cómicas y personajes aparentemente inverosímiles que, apunta Otero, podrían aparecer a la vuelta de cualquier esquina. “Es una de mis cruzadas: que ese tipo de extras de la ciudad que no tendrían diálogo lo tengan. Personajes defectuosos y tarados que de repente se cruzan con el protagonista”, señala.
Y no solo eso: en más de una ocasión el lector puede llegar a tropezarse con otra versión de sí mismo si hubiese tomado otro camino o con el mismísimo autor, quien lo mismo le dará un tirón de orejas –“ apelas al lector constantemente, intentando zarandearlo y obligándole a hacer cosas de una manera mucho menos sutil”, asegura- que se encogerá de hombros y murmurará eso de “A mí no me miren” o le dará un sutil empujoncito. “El lector es el protagonista, sí, pero no deja de ser un protagonista disfrazado de mí. No todo el mundo tendrá las mismas pulsiones ni se meterá en bares infectos”, bromea el autor.
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